Los cromos se popularizaron en la década de los 70, 80 y 90. El proceso era más o menos el siguiente. Un niño insistía día y noche a sus padres sobre la necesidad de que le comprasen un sobre con cromos dentro. Las colecciones -muchas de ellas relacionadas con el mundo del deporte, pero no solo- coincidían con el inicio del curso escolar y duraban un año entero. Además de los cromos de fútbol, gozaron de fama las colecciones de animales, las de dibujos animados, el mítico Vida y color, y más tarde llegarían Harry Potter, Minecraft, los cromos de princesas Disney… La paga semanal era el vehículo a través del cual los chavales conseguían completar el álbum.
Los cromos repetidos eran un problema. Un martirio que podía durar una eternidad hasta que, con suerte y mucho esfuerzo, se le daba una salida. El patio del colegio y la plaza del pueblo eran los lugares habituales de intercambio. En los encuentros entre los coleccionistas que se juntaban a la hora del recreo se repetían escenas como la siguiente: “Este cromo sí, este no, este no, este no. ¿Y éste?, no sé si lo tengo”. La vieja afición de coleccionar cromos sigue viva en la era digital. Los cambios tecnológicos y la transformación radical de la industria cultural no han acabado con un negocio que parecía cosa del pasado. El sector funciona ahora de otra manera. Con un perfil que junta a las nuevas generaciones con mayores, que se han subido al carro de la nostalgia varias décadas después. Son los adultos los que han impedido su defunción con costosas compras por Internet. Según el diario digital El Independiente, el 30% de los compradores de cromos son mayores de 35 años, una cifra impensable hace 10, 15 o 20 años. Algo está cambiando y no es en los patios de los colegios. Es el recuerdo. La memoria. La añoranza de la juventud perdida.
Los creadores de la famosa publicación ‘Yo fui a EGB’ definen como “tesoro” los álbumes de cromos de las ligas de fútbol, de superhéroes, Mazinger Z o Star Wars en sus redes sociales. Los cromos de las grandes estrellas del fútbol, desde Maradona a Cristiano Ronaldo, pueden llegar a costar un dineral. El del fallecido astro argentino en su etapa en el Barcelona -“nuevo y sin pegar”- se vende por 900 euros en Ebay. Hay uno de Messi, el del año de su debut, en la temporada 2004-05, también en el equipo culé, que asciende a 1.490 euros. Y no son los cromos más caros. Los hay de varios miles de euros. La horquilla es muy amplia. Pero una cosa está clara: la nostalgia es un negocio altamente lucrativo. El rapero estadounidense Drake, fan declarado de la NBA, se gastó al menos 200.000 euros en la compra de un cromo de la superestrella Lebron James. La venta en una subasta de esta pieza de coleccionista, correspondiente a los cromos Logoman de Panini, se cerró en 2,4 millones de dólares. Thomas Kovacs es propietario de la tienda online Amazing Toys. Recientemente ha sido noticia por haber obtenido 300.000 dólares con la compraventa de tarjetas coleccionables de Pokómon.
¿Cuál es el secreto de estas operaciones tan rentables? Para empezar, tiene que ser un producto atractivo para el mercado, según el joven inversor. “La mayoría de las tarjetas valen entre 1 y 50 euros. Es importante tener interés en las tarjetas si se quiere invertir en ellas”. “Es el mismo principio que con el coleccionismo de coches antiguos, cromos, cómics o arte. Me tiene que interesar. Si no se tiene una conexión con el tema, no se entiende por qué una carta en particular es tan popular”, añadió Kovacks en el medio digital estadounidense Business Rider. La web cromorepes.com se ha convertido en una de las principales comunidades de intercambio de cromos repetidos. Su misión es que los coleccionistas completen de manera “sencilla” sus álbumes. Así vende sus servicios la plataforma digital: “No tendrás que escribir largas listas de números en foros, ni llevar listas en papel. Solo tienes que elegir una colección entre las más de 7.300 y añadirla a tus colecciones. Luego crea tus listas de faltas y repetidos simplemente pinchando con el ratón sin esfuerzo. Por último, utiliza el buscador, para saber cuál de los compañeros tienen tus faltas y buscan tus repetidos”.