Multitas estimulantes
«Padre, confieso que esta semana he golpeado a un hombre para robarle». «Hijo mío, eso está muy mal: reza tres Avemarías y deja una limosna para la parroquia». El Gobierno acaba de hacer lo mismo, peor y al por mayor, al descubrir, tras veinticinco años —pues ellos nunca lo que confesaron ni el Gobierno se enteró—, que las seis grandes constructoras de España (Acciona, Dragados, FCC, Ferrovial, OHL y Sacyr) pactaron repartirse concursos y datos, manipulando así miles de contratos públicos durante un cuarto de siglo. Como penitencia, les ha impuesto unas estimulantes multitas que, sumadas, apenas llegan a 2000 millones. Y así podrán seguir, con buena conciencia de cumplidores de sus pecadillos, hasta el domingo, digo hasta el cuarto de siglo que viene. Diego Mas. Madrid.
Los salvaterrenses del año 33
Fuisteis una generación fuerte, luchadora, xente da raia. Hombres que cerraban un negocio con su palabra y un apretón de manos. Se va una generación de honor, de lo que hoy carece nuestra sociedad, tan materialista y cuya palabra es viento de mentira.
Hoy se ha ido uno de los que mi padre consideraba amigo de verdad, Domingo Piñeiro González (Mingos do Tablón/Jenro). Uno de esos con los que podías mantener una conversación firme, pero con esa retranca galega que solo ellos tenían el don de transmitir.
Amigos que ya no están, como Pichón, Tito (Bombita), Prudencio, Suárez, y otros muchos que mi padre nombraba con cariño, y de los que ahora mismo no recuerdo su nombre pero tengo su imagen impregnada en mi retina.
Desde estas líneas, mi homenaje, admiración y respeto a esa generación y a sus familias. La muerte no es el final… Descansen en paz. Juan Pablo Alonso Rodríguez. Salvaterra do Miño.
Mamá, quiero ser ministra
Mamá quiero ser ministra. Para viajar a lo largo y ancho de este mundo como el capitán Tan ¡Hay que ver qué bien se lo pasan! Que si van a Roma a ver al papa, que si a Nueva York, un selfi aquí y otro allá, modelito, sonrisa y Falcon. Lo demás es culpa de Putin, del fascismo, de quien no supo ahorrar para pagar ahora la gasolina o de cada cual por no haber sabido elegir bien la profesión que más conviene. Ellos y ellas son así de guais. ¡Vaya vidorra la de esta gente! Pero ahí siguen. Y les pagamos el sueldo sin rechistar. M. J. Vilasuso. As Pontes.