La burbuja de los NFT ha explotado. Esto es algo que todos sabíamos que iba a pasar, pero que, como ocurre con todas las burbujas, ha hecho perder a la gente miles de euros. Y es que la compra de monos de blockchain ha pasado, en tan solo 6 meses, de generar 12.000 millones en ingresos a menos de 1000 millones. ¿Realmente creíamos que un JPEG de un mono drogado de miles de euros, en unos meses, iba a valer cien veces más? A este paso, a final de año los NFT habrán desaparecido. A no ser que se apueste por la única salida donde podrían tener algo de sentido.
Lo primero que debemos tener claro es que, para que algo tenga sentido, debe ser útil. Y, al contrario que un cuadro o una obra de arte, que puede serlo, una simple imagen generada por ordenador no lo es. Podemos usarlo para posturear en las redes sociales, pero para absolutamente nada más. Y, una vez compartida una foto en las redes, una simple captura de pantalla permite a cualquiera tenerla en su poder.
Se están llevando a cabo intentos de venta de NFT de lo más locos. Incluso esta misma semana se ha intentado vender un NFT de Corvette, el cual incluía un Chevrolet real de regalo (véase la ironía de vender un NFT intangible junto a un objeto tangible). Y, aun así, ni una sola persona ha estado interesada.
Sin embargo, mientras los NFT se desploman cada vez más, y la gente se da cuenta de que ha perdido el dinero, igual que si compraron en su día criptomonedas chicharras, sí puede haber un pequeño hueco para este tipo de tokens no fungibles: los videojuegos.
Un NFT en un videojuego: absurdo, pero con sentido
El objetivo de un NFT es que sea algo único, que su dueño pueda usarlo, presumir de ello, y que, además, si quiere pueda traspasar su titularidad. Este concepto encaja a la perfección con el tema de los aspectos estéticos de los videojuegos.
Si una desarrolladora de un juego online, como Fortnite, o WoW, deciden incluir NFT en sus juegos, los usuarios podrán comprar objetos únicos, de los cuales solo habrá una única unidad en la historia del videojuego, y podrá usarlo para presumir de ello delante de los demás jugadores. Por poner un ejemplo, en un juego donde todos los personales sean calvos, un NFT podría ser una melena roja. Al equiparla, todos los jugadores verán cómo ese jugador lleva una melena única. Y, además, no podrán comprar otra igual, porque es única.
De esta forma, solo afectaría a la estética del juego, pero no perjudicaría la experiencia de juego al no otorgar ninguna ventaja a ese jugador sobre los demás. El objeto podría estar ligado a la cuenta, y el dueño de la cuenta podría incluso usar el objeto en otros juegos de la compañía. Y, cuando se canse de él, podría venderlo para que otro jugador pudiera usarlo. Pero siempre, existiendo una única unidad.
Si los NFT no toman este camino, el futuro cercano no les deparará nada bueno.