Una encuesta dirigida a las personas que son parte del grupo LGBTIQ+ (lesbiana, gay, bisexual, trans, intersexual, queer) refleja que el 79 % de los consultados no tienen un empleo adecuado ni un espacio laboral seguro.
Es decir, ocho de cada diez encuestados que se identifican con las siglas LGBTI ganan menos del salario básico, no tienen acceso al Instituto Ecuatoriano de Seguridad Social (IESS), consideran que su empleo está en riesgo en caso de exponer su orientación sexual y perciben una constante discriminación en el espacio laboral.
Solo el 8 % de las personas consultadas registra una afiliación al IESS, indica la encuesta realizada por la Cámara de Comercio LGBTIQ.
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La historia de Andy Tapia, de 25 años de edad, evidencia que la discriminación laboral se mantiene en ciertas empresas.
“Es increíble como en cada lugar siempre hay algo malo”, afirma. Las primeras experiencias de rechazo las vivió en casa, pero no son las únicas.
Andy se considera un hombre gay y estudia para ser tripulante de cabina, pero ha laborado en varias empresas, entre ellas, una cadena de comida rápida. En este sitio él se encargaba de entregar comida en el autoservicio. Si bien el ambiente laboral con sus compañeros era adecuado y hasta agradable, sí percibía discriminación por parte de los clientes que atendía.
En una ocasión tuvo que pedir al conductor de un vehículo que se mueva porque obstruía el paso. “Me acerqué amablemente y le pedí que se moviera. A lo que respondió con voz alta y groseramente que solo lo haría si se lo pide un hombre”. Además, le indicó que demandaría al restaurante por contratar “gente marica”.
Posteriormente, el sujeto ingresó al restaurante y le reclamó al gerente por tener homosexuales entre su personal.
En otra ocasión, un cliente le lanzó una hamburguesa en la cara, tras solo observarlo. El afectado asume que fue por su lenguaje corporal y forma de hablar. Andy lo cuenta como si fuera una situación del día a día, sin percibir una anormalidad.
Andy dejó este empleo por una nueva oportunidad laboral. Empezó a trabajar como mesero en un restobar ubicado en Puerto Santa de Guayaquil.
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Si bien esperaba que todo le fuera mejor, él indica que su “mala suerte”, como la define, siguió. Al ingresar a su nuevo empleo se enteró de que el negocio contaba con una política “no oficial” de no contratar homosexuales. Sin embargo, él obtuvo el puesto por medio de un contacto.
“Tuve unos días de práctica y uno de los dueños nos dijo que si llegábamos a ver personas del mismo sexo juntas teníamos que notificarle a un superior, para que estas sean separadas o retiradas del local”.
Varios clientes al verlo le decían que preferían ser atendidos por una persona heterosexual. Todo empeoró el 14 de diciembre de 2019 cuando tuvo un accidente.
“Yo me había operado la nariz hace poco, pero por estética debía retirarme la venda para atender a los clientes”, cuenta Andy.
Aquella noche se encontraba en el restobar un amigo de los dueños, quien al verlo le solicitó que no estuviera cerca de él, pues eso sería dañarle la noche.
Alrededor de las dos de la mañana, ya el 15 de diciembre, Andy se dirigía por un pasillo a entregar un vuelto cuando se encontró en el camino con el mismo individuo amigo de los dueños, quien le dio un codazo en su nariz recién operada. “Me rompió el cartílago y comencé a sangrar. Ya no pude respirar por la nariz, tuve que hacerlo por la boca hasta volver a operarme”.
Lo narra con una mezcla de dolor y enojo. Andy cuenta que guardó silencio pues no quería hacer un escándalo. Además, los dueños del negocio ya le habían comentado que les disgustaba su forma de ser y cómo atendía a los clientes.
Él pensaba que exponer el problema podría generar que lo despidan o peor, que sus padres se enteren de su orientación sexual.
Diane Rodríguez, cofundadora y CEO de la Cámara de Comercio LGBT de Ecuador, indica que cada vez se dan menos denuncias por discriminación laboral a personas de la diversidad. Esto se debe a que en sitios como la Inspectoría del Trabajo y la Fiscalía se pone en duda si el acto de rechazo fue cierto, por lo que el proceso se vuelve dramático y los afectados optan por desistir de los procesos o no denunciar.
“Ecuador es un país conservador con el tema de la diversidad sexual. Además, los programas de comedia se han encargado de ligar a la población LGBTIQ+ con la depravación sexual”, resalta Rodríguez. De acuerdo a ella, esto ha fortalecido los prejuicios y perjudica a las poblaciones ya que las empresas no pueden tomar en serio a esta minoría poblacional.
Ese es el caso de María Hernández, quien al igual que Andy ha experimentado rechazo en su ambiente laboral. En febrero de este año comenzó a trabajar en un restobar de Los Ceibos, en el oeste de Guayaquil.
Inicialmente en el trato de sus compañeros y la administradora no había diferencias. Sin embargo, los problemas empezaron cuando María comenzó a llegar a su sitio de trabajo con su novia.
Al verlas sus compañeros de trabajo se fueron enterando de su orientación sexual. Para ella, no era un problema puesto que incluso no le molesta decirlo. Lo que no esperaba eran los comentarios que surgieron a raíz de esto.
“Seguramente no te ha cogido bien un hombre, déjame intentar a mí”, está entre las frases que escuchaba. Era algo muy insistente y frecuente en los tiempos libres para comer.
Además, la relación cordial que tenía con la administradora del negocio dio un giro. “Noté que ella comenzó a tener un trato déspota conmigo, ignoraba mis preguntas, observaba cada movimiento para encontrar algún error”.
Lo que colmó su paciencia fueron los rumores de que ella tenía un apego con una de sus compañeras, quien realmente era su amiga. La administradora le solicitó a esta mesera que evite estar cerca de Hernández.
Tras publicar su inconformidad y la discriminación que vivía en el restaurante en sus estados de WhatsApp fue despedida. La única explicación que recibió fue que no superó el tiempo de prueba, pero ella comenta que eso nunca se determinó ya que ni siquiera había firmado un contrato.
El Código del Trabajo no menciona de forma específica a la población LGBTIQ+ ni determina de forma directa el objetivo de garantizar un ambiente laboral sin discriminación a las personas que tienen una orientación e identidad sexual distinta a la habitual, solo se enfoca en grupos prioritarios.
Esto es una limitante, afirma Rodríguez, pues no todas las empresas reconocen a la población de esta comunidad como parte de un grupo prioritario.
Hay una guía para lograr la inclusión laboral LGBTIQ+
En el año 2021 se publicó la primera guía de inclusión laboral LGBTIQ+, que permite a los empresarios conocer las temáticas y el rol que pueden tener estas personas dentro de una empresa.
El documento establece que en la actualidad el desempeño de un negocio también se mide por su impacto en la sociedad. “Esto es reflejo del creciente reconocimiento de la necesidad de asegurar ecosistemas saludables, equidad social y buena gobernanza de las organizaciones”.
El objetivo de la guía es concienciar a las empresas sobre la importancia de contar con una estructura organizacional inclusiva, comprometida con los derechos humanos y la lucha contra la discriminación de las personas LGBTIQ+. Además, promover la contratación de personas GLBTI como una ventaja competitiva, que trae muchos beneficios a las empresas, en términos de productividad y atracción de talento. (I)