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Del “Índice de los tres chanchitos” para evaluar cómo están parados los países de América Latina ante una potencial mayor suba de tasas de interés, de la inflación global y en Uruguay, del crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB), de las reforma pendientes, del gasto público hasta la inconveniencia de avanzar -en este momento- en un acuerdo comercial con China. De todo eso y más, habló el director ejecutivo del Centro de Estudios de la Realidad Económica y Social (Ceres), Ignacio Munyo, en entrevista con El País.
-En su presentación días atrás, mostró el llamado “Índice de los tres chanchitos”, ¿en qué consiste y cómo surgió la idea?
-Este índice surge por algo que está latente en el mundo, que es una potencial suba de la tasa de interés mayor de la esperada, que todavía es un escenario de baja probabilidad, pero a esta altura nadie puede descartar. Eso genera naturalmente un impacto en todas las economías emergentes, de América Latina y también el Uruguay, porque las subas de tasas de interés más allá de lo esperado siempre han tenido consecuencias en el acceso a financiamiento, en los flujos de capitales que llegan América Latina. El famoso “sudden stop”, que es un corte abrupto del acceso como es hoy casi que ilimitado al financiamiento. Entonces, pensamos una forma ilustrativa de ordenar a los países de América Latina en base a cómo están preparados ante una suba de la tasa de interés. Comparamos los recursos disponibles contra los vencimientos de corto plazo (las deudas que vencen en los próximos 12 meses que hay amortizaciones y pago de intereses) más el déficit fiscal que es necesario conseguir financiamiento. Se nos ocurrió la analogía con los tres chanchitos, porque uno puede ordenar a los países ante el soplido del lobo, es decir el viento que implica una suba de la tasa de interés mayor a la esperada, entre los que tienen la casa de paja, una casa que si el viento empieza a soplar se vuela, los que tiene una casa de madera, que aguantan a menos que sea una catástrofe y después están los que tienen una casa de ladrillo, que tienen reservas por una vez y media los vencimientos de corto plazo, y esos aguantan al firme tranquilamente un escenario extremo de suba fuerte de tasas de interés. Uruguay queda por suerte ubicado en la casa de ladrillo, otros países de América Latina como es el caso, por ejemplo de Argentina, quedan en la casa de paja y ahí se van ordenando en el mapa.
-Algunos analistas mencionan que con la suba de tasas de interés en las principales economías del mundo, hay un riesgo de enlentecimiento y hasta quizás de estancamiento de la economía global, ¿cómo lo ve?
-Claramente el problema es la inflación global, que es un tema que hasta el año pasado se discutía que era un fenómeno transitorio y hoy ya nadie duda que esto es permanente y que hay que tomar medidas. Hay una frase que me gusta mucho del expresidente de la Reserva Federal Paul Volcker que decía: “el problema de la inflación, es que cuando uno se descuida adquiere vida propia”. Esa vida propia es que a través de las expectativas de los que toman decisiones, se empieza a indexar y ya se cree que los precios van a ser mayores. Mañana, entonces se auto induce una inercia inflacionaria que se hace más difícil de echar marcha atrás después. Ahí la preocupación obviamente trasciende a Estados Unidos, Europa, también hay presiones inflacionarias en Japón. El mundo avanzado está pagando la factura de haber tenido una emisión monetaria jamás vista. Esa emisión se le puso arriba de un sistema financiero que siguió funcionando durante la pandemia, entonces tenés un multiplicador financiero, o sea, el sistema bancario sigue prestando igual que antes y todavía le metes una montaña de inyección de dinero. Eso generó una liquidez gigantesca mucho más grande que lo que había pasado en la crisis financiera global en el 2008 y 2009. Hoy se critica mucho al presidente de la Reserva Federal de Estados Unidos Jerome Powell por ejemplo y se está criticando a (la presidenta del Banco Central Europeo, Christine) Lagarde porque están tomando decisiones tardías o tenues para atacar el problema, pero les están pidiendo una misión imposible. Porque les piden tres cosas al mismo tiempo. No solo le piden que frene la inflación, sino que al mismo tiempo no genere una recesión muy profunda, entonces ya la suba de la tasa de interés, tiene que ser cuidada y todavía que no genere turbulencias financieras internacionales como las que vimos hace tres, dos semanas atrás.
-¿Y cómo está parado Uruguay en este escenario inflacionario? Porque ya venía con sus propios problemas de inflación
-Desde que tenemos el sistema de metas de inflación, hace más de 18 años, solo el 10% del tiempo Uruguay ha logrado una inflación adentro del rango meta. Y esto ha trascendido a todos los gobiernos de distintos perfiles y distintos colores. Pero, cuando uno ve la situación actual, la aceleración inflacionaria en Uruguay es de las más bajas de América Latina. Brasil tiene 12% de inflación, cuando tenía menos del 5% normalmente en todos estos años. Chile, Perú, Colombia que tenían inflaciones permanentemente adentro del rango meta entre 3% y 4% saltaron al nivel de Uruguay, y en Uruguay subió entre uno y dos puntos. Esto no quiere decir que no haya generado problemas en una buena proporción de la población que su ingreso se lo tiene que destinar a comprar alimentos y productos que están especialmente afectados por la suba de precios. El PIB va a crecer cerca de 5% este año en Uruguay y acá obviamente está presente esta discusión de si el famoso derrame de un PIB que crece termina afectando positivamente o no el bolsillo de la gente a la hora de tener que ir a consumir y poder comprar a fin de mes. Hay datos que muestran que en algunos sectores se han visto contraídas las ventas, fundamentalmente en mayo en las principales cadenas de supermercados del país, pero hay otros indicadores también centrados en el consumo y en el crédito que no muestran un deterioro en ningún aspecto. Hay datos que muestran que los sectores que están empujando la economía, tienen una presencia más importante en el interior, que en Montevideo. Eso se ve claramente en la creación de puestos de trabajo, donde la enorme mayoría de los nuevos puestos de trabajo en estos últimos dos años o año y medio son en el interior del país. Obviamente la planta de celulosa está en el interior del país y todo el sector agroexportador, que es beneficiado enormemente por un contexto de precios muy favorable, tiene una base de contratación en el interior.
-Con este contexto, el gobierno define un aumento de gasto de US$ 226 millones en la Rendición de Cuentas y algunos de sus colegas dicen que no hay tanto espacio fiscal sobre todo teniendo en cuenta los riesgos que mencionamos antes a nivel internacional. ¿Qué opina al respecto?
-Creo que las magnitudes de aumento de gastos que están sobre la mesa son razonables y no excesivas, o sea, no veo un gasto excesivo. Creo que se necesita, que es necesario en este momento aumentar la inversión pública en distintos sectores y fundamentalmente apalancar algunas reformas que necesitan algo de financiamiento como es el caso de la reforma educativa, que está latente, está silenciosamente tratándose de procesar y que va a tener, de ahora en más, que saltar las vallas más importantes. Ahora hay que poner la carne en el asador, cuando está el famoso cambio del marco curricular que en el fondo es que que cambien todos los programas de Primaria y Secundaria, la forma como se enseña. Esto exige un primer esfuerzo del docente porque tiene que cambiar lo que venía haciendo para hacer algo distinto, pero está pensado para darle a los estudiantes un mejor contenido, más adaptado a la realidad. Acá lo que hay que entender es que tenemos un problema a resolver, y ahora hay una propuesta, que puede gustar más, menos, a algunos ni siquiera gustarles, pero lo que nadie puede dudar es que se necesita esto hace mucho tiempo. Postergarla por la nada no es un escenario aceptable. Si esto se tranca, la población debería exigir que automáticamente se busque un plan B alternativo, superador de esto, porque lo que no podemos hacer es ignorar que hace décadas que se está enseñando a la enorme mayoría de los jóvenes uruguayos cosas que no son útiles para insertarse en el mercado de trabajo actual. Parte de los recursos de la Rendición se va a destinar para eso, por lo cual creo que está bien.
-Algunos analistas dicen que son aumentos de gasto que se están dando con aumentos de ingresos que son transitorios porque en realidad el potencial de crecimiento de la economía no cambió, sigue siendo bajo de entre 2% y 2,5%, ¿qué dice al respecto?
-El potencial de crecimiento es muy difícil de determinar. Usualmente se toma el promedio histórico de largo plazo, o sea, ese número tomémoslo con pinzas. Tampoco se puede decir que el potencial no cambió, porque han pasados cosas acá y el contexto internacional ha cambiado. El potencial también viene determinado porque hoy el mundo posguerra de Ucrania, es un mundo donde Uruguay en particular y América Latina tienen una gran oportunidad de ser un proveedor de alimentos de primer nivel y energía a Europa, en un contexto donde Europa tiene una inseguridad alimenticia y una inseguridad energética que no tenía. Hay distintos foros en Europa donde el tema central es la relación con América Latina, como diciendo: “acá tenemos un nuevo socio con el cual históricamente hay lazos que había estado olvidado, pero ahora como se nos complicó en el otro lado empezamos a mirarlo”. Entonces, quiere generar una relación más profunda en materia comercial y de inversiones en la región y Uruguay aparece como el mejor de la clase. Tenemos un mundo que ve con muy buenos ojos al Uruguay para invertir, entonces parte de ese potencial que uno tiene de crecimiento va a depender que esas inversiones se concreten y que vengan inversiones, no solo depende de que Uruguay haga las cosas correctamente y los cambios internos, sino depende de cambios como este, que es que el mundo empezó a mirar a Uruguay. Hay un interés que está genuinamente, como jamás se había visto mucho tiempo, para invertir en Uruguay. Ahí va a depender de cuánto de esas inversiones se aprovechen para mejorar el crecimiento potencial del país. El ejemplo claro es Argentina. El actual gobierno hace prácticamente todo lo contrario que habría que hacer para aprovechar un tremendo contexto favorable. Por eso yo veo con ojos de optimismo lo que estamos viviendo y que trasciende a las discusiones que podemos tener acá a la interna. Cuando uno levanta un poco la mira, se da cuenta que tenemos que despertarnos y jugar el partido que hoy tiene que jugar el Uruguay, y trascender si son 150 o 200 millones de dólares lo que se puede aumentar en esta Rendición de Cuentas. Es mucho más grande el partido que tiene que jugar Uruguay.
-Uruguay ha apostado por negociar un acuerdo comercial con China, ha planteado el tema a nivel del Mercosur incluso viendo la flexibilidad para hacerlo por su cuenta. Ceres hizo un estudio sobre que la dependencia de China no es tan grande, si uno incorpora también la mirada de las exportaciones de servicios. Pero, ¿cómo juega eso en el contexto geopolítico actual?
-Fui enfático el año pasado cuando el gobierno dio a conocer una posibilidad importante de hacer un TLC con China así como lo había sido en 2016 cuando el gobierno de Tabaré Vázquez había anunciado algo similar porque haciendo los costos y beneficios de aquel momento, la balanza económica daba muy favorable al Uruguay. Los costos asociados a ingresos de productos chinos y potencial destrucción de puestos de trabajo por la competencia china iban a ser bastante menos que la ganancia que se generaba por mejorar el ingreso a uno de nuestros principales clientes de productos de exportación. El mundo cambió. El contexto global con la guerra de Ucrania, con la posición de China en la guerra de Ucrania ha cambiado radicalmente. Y se abrió una grieta que va a ser difícil de cerrarse en el corto plazo y puede durar muchísimo tiempo y está muy claro quién está de un lado y quién está del otro lado de esa grieta. Se están viendo señales muy fuertes recientes, por ejemplo Estados Unidos con un mega paquete de infraestructura para apoyar a una parte de los países que están de su lado de la grieta, digamos para contraponer en algunos sentidos lo que en su momento fue haciendo China calladamente durante muchos años. Realmente la guerra de Ucrania es minúscula desde el punto de vista geopolítico de largo plazo y geo comercial, con respecto a lo que es la guerra entre Estados Unidos y China que es la que está subyacente y cada vez va a estarlo más. En ese marco el costo de generar un acuerdo de libre comercio con China ha aumentado. Porque si uno mira además las exportaciones totales, no solo las exportaciones de bienes, China sigue siendo el primer destino con 22%, pero ya con 18% del total de las exportaciones aparece Estados Unidos y con 15% Europa. Ahí aparecen obviamente los servicios del software, servicios profesionales, que hay que sumarlos. Entonces si uno suma Estados Unidos y Europa, son más grandes que China como socios comerciales del Uruguay. Son números que hay que tener sobre la mesa. Estamos viendo una posibilidad histórica de relacionamiento con Europa y estamos viendo también una preocupación de Europa hacia la situación de China. Estamos viendo que con Estados Unidos ya es importante el comercio y siempre se puede ir mejorando, no con un TLC que ya no está sobre la mesa de Estados Unidos, pero sí un relacionamiento muy grande en aspectos más puntuales. Está México, un país con el que Uruguay tiene un TLC y está tremendamente subdesarrollado el comercio con México. Y está el Medio Oriente, donde Emiratos Árabes y Arabia Saudita son dos mercados, tremendamente complementarios, atractivos, para el Uruguay, donde es totalmente marginal el intercambio que existe pero que tiene por delante, si se hace el esfuerzo por parte del sector privado, proveer de alimentos de calidad a todas las zonas del Golfo y traer inversores porque les interesa diversificar sus ingresos para no depender del petróleo. Tenemos a Japón que está interesado en abrir su economía, para empezar a reducir aranceles y con Uruguay tiene una relación muy buena y también es un mercado muy bueno para la producción uruguaya. Tenemos a Corea que también está en una situación similar. Entonces tenemos todo ese mapa para avanzar en este momento. Por lo que concentrar las energías en apretar el acelerador ahora, justo en este momento, con China no sería lo más recomendable para la política exterior. Las circunstancias cambiaron. Acá hay que ser consciente de que la dinámica global condiciona procesos que se iniciaron y hay que analizarlos. Ser transparente es muy importante en toda la relación con China, mantener un altísimo nivel de transparencia en los acuerdos y en los contratos.
REFORMA JUBILATORIA
“Los aportes jubilatorios no alcanzan ni para pagar la mitad del gasto previsional”
-Hay otra reforma en carpeta, que es la jubilatoria, que viene bastante atrasada. ¿Qué riesgos hay si no se presenta un proyecto de ley y se aprueba?
-El gasto en seguridad social es el mayor rubro de gasto, que tiene una coyuntura que ha hecho que este gasto no aumente. Porque básicamente, el índice medio de salarios en términos reales, que es el gasto jubilatorio, no aumentó en estos dos años y medio. Porque las pasividades se ajustan por ese índice medio de salarios, que crece menos que lo que crece la inflación. Entonces, en términos reales hay una licuación del gasto más gordo que tiene el sector público. En la medida que empiecen a subir los salarios reales, ese gasto empieza a recuperar automáticamente sin hacer absolutamente nada, ni se va a poder detenerlo. Cuando uno ve los informes de las calificadoras de riesgo, todas dicen lo mismo: saludamos, aplaudimos el esfuerzo del gobierno en materia reducción del déficit, aplaudimos el esfuerzo en haber frenado una trayectoria de crecimiento de la deuda que no era sostenible en el tiempo, pero siempre dicen que queda pendiente darle estabilidad en el largo plazo a este esfuerzo. Y eso es con una reforma del sistema previsional, porque la verdad es que los aportes no alcanzan ni para pagar la mitad del gasto previsional. La reforma de la seguridad social permitiría además liberar recursos que sean tolerables por las calificadoras de riesgo, para no deteriorar nuestro actual grado crediticio.