Cartas a Luis Donaldo. Los grandes problemas nacionales. Migraciones (II).
Hasta la última noticia que leí sobre la tragedia, Luis Donaldo, se hablaba de 53 migrantes fallecidos en ese camión en San Antonio, Texas. Por supuesto, mucha tristeza y, a la vez, exigencia de actuación de las autoridades de parte de muchas organizaciones y expresiones sociales. Pero ¿qué es actuar? ¿Cómo hacerlo? ¿Qué pasa con los migrantes?
Ya quedamos en que la migración es un fenómeno que se ha presentado durante prácticamente la historia de la humanidad, con repercusiones considerables tanto para los lugares de expulsión y sus sociedades, como para los de recepción. Las historias que se tejen alrededor de la migración son en su mayoría de sacrificios y sufrimientos, pero también de esfuerzo y honorabilidad. El eje de todo es la constante búsqueda de mejores condiciones de vida y bienestar para la familia. Y en eso, el dinero lleva mano: las remesas.
Por definición, las remesas son “el envío de dinero de aquellas personas que radican en otra nación a su país de origen”. Es el recurso que permite que muchísimas familias en México, Luis Donaldo, subsistan o tengan para vivir como resultado del trabajo que realizan sus familiares o seres queridos en otro país, principalmente Estados Unidos de América. Son usadas principalmente para alimentación, vestido y calzado, transportación, salud y educación y muy esporádicamente, en inversión (ahorro o adquisición de bienes).
Ahora bien, partamos de la premisa de que México es un país cuya economía tiene un gran nexo con la norteamericana, y que gracias a los migrantes mexicanos (de distintas generaciones) y su actividad laboral allá, se generan una buena cantidad de remesas que, como ya comentamos, permite que sus familias en México puedan adquirir bienes y servicios que les asegure subsistencia, en primera instancia. La migración entonces se ha convertido en un modelo de vida (con mucha tela de dónde cortar para análisis culturales y sociológicos), pero que no deja de ser un elemento de la vida cotidiana en muchísimas regiones del país; me parece, Luis Donaldo, que no debemos desestimar que ese modo de vida se lo prodigan las familias mismas, no el Estado.
Con esto, lo que quiero decir es que no perdamos de vista que es muy posible que, debido a políticas fallidas de desarrollo económico y desarrollo social, se generaron muchas condiciones negativas en diferentes lugares del país para que la pobreza sea tan lacerante que lo mejor es huir de ahí, buscar una mejor condición y, en ese sentido, hasta puedas perder la vida en la búsqueda ya no digamos de un sueño, sino en la mitigación del hambre.
La clase gubernamental ha llegado al punto de presumir como una especie de logro de gobierno que las remesas aumenten, mientras que la realidad espeta que la desigualdad sigue permeando (o se incrementa), la violencia genera éxodos de comunidades y, lo que es peor, cada vez se siente menos la mano positiva del gobierno y cada vez se siente más la mano electorera de grupos políticos en la manipulación de las necesidades de las personas para ganar elecciones y perpetuar un ciclo de inoperancia gubernamental.
Hay muchísimos análisis académicos de diferentes formas, expresiones, realidades, consecuencias y orígenes de la migración. Pero parecen ser muy poco tomados en cuenta por distintas áreas de los gobiernos, cuando podríamos ir más allá para incorporar estos análisis como algo trasversal en muchísimos temas, no solamente desde perspectivas de política social o demográfica, sino en factores económicos tales como la demanda de bienes y servicios públicos, políticas fiscales, medio ambiente, desarrollo urbano, vivienda, disposición y uso de agua, y muchos más. No digo que no se haga, pero hay que ir más al fondo. Considero que eso es un primer paso para actuar: hacer un alto y considerar a los migrantes como un factor de importancia, como un actor organizado, como un importante factor social.
Luego, ante la pregunta cómo hacerlo, me parece que nada mejor que generar mayor cercanía con ellos, mediante la aceptación de su organización -incluso alentarla- y darle un mayor dinamismo a las proyecciones que ellos tienen de las necesidades de sus comunidades y la vinculación que han desarrollado en lugares específicos de la unión americana; su experiencia debe de importar, pero hay que saber escuchar.
Y quizás, poco a poco, se reduzcan la posibilidad de que haya más camiones trasladando a migrantes que buscan una mejor vida, y en ese intento pierden la vida.
Hay que empezar a darle importancia al tema.