Amaia Prieto, diseñadora, ha decidido quedarse a vivir y trabajar en Zábal, en un municipio de apenas 50 habitantes del Valle de Yerri. Junto a su padre, carpintero de profesión, ha puesto en marcha Baku Barrikupel, un proyecto basado en el desarrollo del ecodiseño y en la producción sostenible. De hecho, explicó a modo de resumen, “hacemos diseños con materiales reutilizados; concretamente lámparas con barricas de vino, contrachapado de pino y tubos PVC”. Además, recalcó, “durante el proceso de producción tratamos que este sea lo menos contaminante posible”.
Para ella el hecho de emprender surgió “de forma natural y creo que, quienes son de algún pueblo y montan ahí su negocio, es como surge. Mi padre ha emprendido toda la vida y yo decidí que ese era el camino que querías seguir”.
Sin embargo, aseguró, “ponerte por tu cuenta no es fácil ni en Tierra Estella ni en Madrid ni en Barcelona. Es cierto que aquí puede ser más cómodo porque es tu entorno, y puede tener menos coste económico, pero no es sencillo”.
Además, Amaia cree que “a la hora de emprender no se les puede tratar igual a los proyectos rurales que a los de una ciudad porque no son lo mismo. No ya solo por el tema fiscal, sino en el acompañamiento, el asesoramiento, o el propio seguimiento”.
Uno de los beneficios que supuso quedarse en Zábal, reiteró, fue que contaban ya con la infraestructura, con el taller en el que trabajan. “En una gran ciudad comprar una gran nave puede suponer un gran desembolso”.
Ahora, y en los tiempos que corren, aseguró que “la conectividad y estar presente en Internet es totalmente necesario; “te ayuda a llegar a más sitios y a mostrar y reivindicar visualmente lo que quieres enseñar, pero no creo que sea lo más importante”.
Miedo y respeto
En la comarca, recalcó Amaia, cree que sí que hay jóvenes dispuestos a lanzarse a la aventura pero “al menos, entre la gente de mi edad, hay mucho miedo, sobre todo si hablamos de un emprendimiento que está menos explorado como, por ejemplo, puede ser mi caso. Además, los que creen que esto es como una fábrica, a la que vas 8 horas y te marchas, están muy, muy equivocados”.
Eso sí, y algo que quiso dejar claro para los que les tildan de ‘valientes’, “esto es algo con lo que disfrutamos; tampoco quiero que se perciba como que es una constante lucha. Es difícil, sí, pero es algo que hacemos porque nos gusta”.
“Está claro que si emprendes, vives por y para ello”
Asier Urzelai, de Mugitu Aventura, también participó en la jornada de este martes por la tarde organizada por DIARIO DE NOTICIAS en el Museo de la Trufa de Metauten y explicó su experiencia personal, tanto a la hora de emprender, como a la de decidir quedarse a vivir en Tierra Estella en lugar de marcharse a una gran ciudad.
Su negocio, explicó brevemente, arrancó con la idea de transmitir, a través de algunos deportes de aventura como, por ejemplo, el kayak, la escalada, el trekking, o la espeleología, la riqueza del paisaje cultural de la comarca; una apuesta que aúna naturaleza, equipo, deporte y convivencia.
Ahora, y gracias al paso del tiempo y al buen hacer, la empresa se ha consolidado, ha evolucionado y se ha abierto camino hacia actividades educativas en colegios, eventos de ocio como ludotecas o campamentos y, por último, a la gestión deportiva.
A la hora de responder a la pregunta de si emprender es fácil, lo tiene claro: “No, no es nada sencillo”. De hecho, recalcó, “tienes que dedicar tu vida durante varios años a ello, y eso es así. Te pueden ayudar y aconsejar, en nuestro caso fuimos de la mano de Teder, pero cuando te constituyes y consolidas, te sueltan, a volar, y a partir de ahí estás solo. Lo que tienes que tener claro es que vives por y para ello tú, y los que te rodean, por supuesto, porque ellos tienen que estar dispuestos a que tú hagas ese sacrificio”.
Sin embargo, es precisamente ese apoyo por parte de familiares y amigos lo que hizo que Asier se decidiese a seguir adelante y, una de las ventajas reiteró, de emprender en casa. “Esa conexión y cercanía no te lo ofrecen las grandes ciudades”.
A pesar del esfuerzo y de los quebraderos de cabeza con los que se encontró a la hora de poner en marcha su negocio, él tiene claro que, a diferencia de muchos otros, no aguantaría 8 horas en la línea de una fábrica. “Cada uno vale para lo que vale y está hecho de una pasta”.
lPor otro lado, y en cuanto a los incentivos fiscales que hay, un pequeño porcentaje que reciben por apostar por el emprendimiento en una zona descentralizada, explicó Asier, “me enteré hace nada de que teníamos esa pequeña ayuda. Mira si es tan, tan mínima, que me he enterado, y porque he preguntado, 6 años después”.
Este vecino de Tierra Estella cree que la juventud sí que está emprendiendo en la comarca y que, de hecho, “hay muchos proyectos nuevos de carácter agrícola, musical, o incluso cultural, y algunos de ellos en pueblos muy txikis. Con los ‘poquicos’ que somos por aquí, sí que creo que hay bastante gente emprendedora”.
“Vendría bien más apoyo a la hora de pedir ayudas”
Otro de los protagonistas del martes fue Mikel San Martín, vecino de Lezaun que puso en marcha la granja escuela Basabere con su hermano. Se trata, explicó, de un proyecto que empezó como algo muy pequeño vinculado a la educación ambiental, al arraigo a la tierra y a la inquietud de que las nuevas generaciones sepan de dónde vienen el huevo o la leche. Sin embargo, poco a poco, y gracias a la amplia demanda, han ido sumando servicios; de hecho, ahora organizan también campamentos de verano o charlas, entre otros.
A la hora de emprender, Mikel lo tiene claro, “si te metes, te metes. Si quieres que la cosa vaya para adelante, son horas y horas. La verdad es que cuando empiezas, entras en una rueda en la que apenas vives. En mi caso, yo solo era Basabere. Le dedicaba las 24 horas del día”. Sin embargo, comentó, “también tengo claro que a mí 8 horas en una fábrica se me haría muy largo”.
El hecho de estar en Tierra Estella, explicó, le dio algunas facilidades a nivel administrativo, “pero en cuanto tienes que ir a Pamplona, ya sabes que es un día perdido. Y si ya te falta algún papel, ni te cuento. Esto es algo que nos fastidia mucho porque en una pequeña empresa todos hacemos de todo y estamos para todo”. Además, destacó la importancia de “la cercanía y el apoyo de la familia y amigos” y aclaró que “en nuestro caso, el terreno donde empezamos era familiar así que no tuvimos que hacer una gran inversión ahí”.
Ellos, contó, empezaron también asesorados por Teder, “pero es verdad que en cuanto nos estructuramos, tuvimos que tirar solos”.
Amante de lo que hace, tiene claro que uno de los escollos a solucionar está relacionado con la petición de ayudas. “Por ejemplo, todos los años hay subvenciones para el tema de la digitalización pero para cuanto te enteras, es temporada alta y no puedes. Al siguiente año te llaman de Teder, se te vuelve a pasar, y así sucesivamente. En este tipo de empresas estás a todo y no das abasto. La verdad es que vendría bien un poco más de apoyo o facilidades a la hora de pedir una ayuda, suponiendo, claro está, que la puedas pedir tú y no te la tenga que gestionar otra entidad”.
Eso sí, es imprescindible tener Internet y, sobre todo, una buena página web (que ellos tienen que actualizar), “puesto que con el tema de las reservas, te puedes quitar mucho trabajo”. Conectados al cien por cien, como no puede ser de otra forma, Basabere, aunque suene contradictorio, “es un lugar en el que se ofrece la posibilidad de desconectar del mundo tecnológico para conectar con nuestras raíces y con nuestra naturaleza”.
“Es un gran esfuerzo, pero emprender es la consecuencia lógica de hacer lo que te gusta”
Iñaki Rifaterra, de Litografía Atelier, decidió abrir su taller de litografía en Estella-Lizarra en el año 2020, un espacio que está despegando y en el que tienen lugar diversas actividades relacionadas con las gráficas artísticas, con talleres, cursos, residencias o desarrollo de proyectos. Lo que intenta, recalcó, es “abarcar iniciativas desde el ámbito artístico y cultural”.
En su caso, explicó, el hecho de lanzarse y emprender fue “una apuesta por descentralizar los centros de producción artística de las grandes ciudades y traerlos a una más pequeña como es Estella-Lizarra con todo lo que conlleva. Creo que es un paso al frente que es fácil si sientes el apoyo y tienes ayuda, pero que es muy difícil en otras muchas circunstancias”.
Aún siendo el único taller que hay de estas características en Navarra, uno de los motivos para mudarse a la ciudad del Ega “fue que uno de nuestros puntos fuertes es invitar a artistas, y ésta (por Estella) es una ciudad a la que es muy fácil traer a gente por cuestiones de hospedaje y de hostelería; es un buen sitio para la producción artística y es más fácil hacerse cargo de algunos gastos”.
Aunque económicamente arrancar y estabilizarse “es complicado”, en su caso el hecho de estar en contacto con instituciones culturales como, por ejemplo, el Centro de Arte Contemporáneo de Huarte, “es indispensable”.
Además, y aunque pueden parecer cuestiones antagónicas, aseguró que el hecho de tener Internet y estar conectados los unos con los otros “es algo muy importante y, de hecho, creo que en mi caso ha sido clave para irme de la gran ciudad a otra más pequeña”.
En cuanto a los nuevos proyectos e iniciativas que van surgiendo en Tierra Estella de la mano de los jóvenes, cree Iñaki que “se están viendo novedosas apuestas de diferentes ámbitos, y eso es algo muy interesante”.
Por último, recalcó que para él, el hecho de emprender “es la consecuencia lógica de hacer lo que te gusta; es un esfuerzo muy grande, pero también te da energía para superar los baches. Son muchas horas las que inviertes, pero merece la pena”.