Para quienes nos involucramos en la controversial senda de escribir, aunque apenas hagamos el papel de “escribidores”, a veces nos resulta necesario recurrir a lo trivial, como una forma de relajarnos y abandonar la dictadura de los temas serios o propios de nuestra formación académica.
Por esta razón, me atrevo a invitar al apreciable escritor y académico Segisfredo Infante para que un día de estos dedique algún artículo o ensayo a “lo trivial”.
Yo como buen rebelde que no sabe apreciar la importancia de lo trivial para la salud y la tranquilidad de la mente, hoy abordaré lo concerniente a la “cremallera YKK”, que desafortunadamente no es algo tan “trivial”, porque la misma de alguna forma es parte de lo cotidiano, incorporada en muchas de las prendas que usamos.
Empezaré indicando que YKK son las siglas del fabricante japonés Yoshida Kogyo Kabushikikaisha, dedicada a la producción de cremalleras, de las cuales vende 7 mil millones anualmente; por su demanda en la elaboración de ropa, mochilas, carteras y otros accesorias, la firma YKK controla el 90% del mercado en Japón, y el 65% del mercado mundial; la misma fue fundada en 1934 y en la actualidad sus ingresos alcanzan los 10 mil millones de dólares estadounidenses.
Gracias a la destreza empresarial de Tadao Yoshida, YKK pudo alcanzar su gran éxito nacional e internacional, haciendo uso de una filosofía sui géneris denominada “El ciclo del bien”, que en esencia consiste en repartir equitativamente los beneficios del negocio entre empleados y clientes.
Detallando la filosofía de la empresa, Yoshida expresa que: “En el centro de mi pensamiento está la creencia de que ante todo, una empresa forma parte de la sociedad.
En el libro ‘El Principito’, el zorro le revela a su amigo interplanetario que “lo esencial es invisible para los ojos”, ya que “solo con el corazón se puede ver bien”. A mi entender, “lo trivial” forma parte de lo esencial, por lo cual es necesario empezar a verlo de otra manera.
La palabreja que nos ocupa se deriva del vocablo “trivium”, con el cual se designaba al conjunto de las tres artes liberales (gramática, retórica y dialéctica) enseñadas en la Edad Media. No pretendo que regresemos a la enseñanza de la Edad Media, pero sí repensar un nuevo “trivium” para diferentes carreras.
En la licenciatura de ciencias económicas, sería interesante que para reforzar el espíritu crítico del universitario, en los planes de estudio se incorporara con mayor énfasis la historia del pensamiento económico, los principios filosóficos en la que se sustentan las diversas teorías de la disciplina, y las diferentes narrativas y metáforas de la profesión.