Por Julia González Treglia
Consultora en iniciativas y transformación sustentable
Lo primero, hacernos conscientes de la necesidad del cambio.
Es claro que esto, que parece tan fácil, no lo es. Va en contra de lo que buscamos permanentemente, ser felices y pasarla bien. Hacernos conscientes es internalizar, de una vez por todas, el grave peligro en el que estamos.
Cuando era joven y atlética viajé al Chaltén en la provincia de Santa Cruz, donde pude hacer un trekking de ocho horas, cruzar un río en tirolesa para caminar por el glaciar Torre y hasta escalar una de sus paredes de hielo. Este pasado abril, exactos veinte años después, volví con la intención de repetir la experiencia tal cual. Ya no soy joven, pero pude mantener cierto estado, que fue mucho más de lo que logró el pobre glaciar, que se había reducido a la mitad. Haber visto esa montaña pelada, efecto del cambio climático, en primera persona, fue desolador. Logramos hacer que un glaciar de miles de años se deteriore más rápido que un ser humano ¿y quién quiere hacerse consciente de eso? ¿De que ya no es un problema de desconocidas generaciones futuras, sino de nuestros hijos y nuestro?
Sustentabilidad cada vez más relevante
Una vez que decidimos correr el velo y mirar realmente, pasar a la acción tiene sus beneficios tanto a nivel personal como laboral. En ambos casos nos lleva a una conexión mayor con el entorno y facilita la transformación de prácticas habituales en sustentables. Para los negocios en particular, la sustentabilidad corporativa puede significar mejor atracción y retención de talento, mayor lealtad de consumidores/usuarios, beneficios fiscales o anticipación a futuras normativas, desarrollo de talento más resiliente e innovador, etcétera, todos factores que suman a una mayor rentabilidad. Incluso muchas veces CEOs y altos directivos se vuelcan a este camino como una manera de contribuir al control y la reducción de riesgos. Hasta el año 2010 aproximadamente, el Top Five de riesgos para el crecimiento económico global identificados por el World Economic Forum eran, justamente, mayormente de índole económico (crisis fiscales, volatilidad del precio del petróleo, fallas del sistema financiero, etcétera). Ya a partir de 2016, y en adelante, priman los riesgos ambientales, geopolíticos y societales. De hecho, en el último reporte global los cinco riesgos principales fueron: 1) fracaso de la acción climática, 2) clima extremo, 3) pérdida de la biodiversidad, 4) erosión de la cohesión social y 5) crisis de medios de vida o sustento. (*)
Esto se traduce en un interés creciente y una demanda de mayor conocimiento sobre la temática, como quedó evidenciado en la encuesta anual del festival Cannes Lions (**), en la que el 85% de los encuestados dijo que la creatividad centrada en la sustentabilidad es fundamental o muy importante para los negocios en la actualidad. A nivel local, vemos que también gana protagonismo en los eventos de marketing más importantes como en los contenidos de medios especializados, tal como el que publica esta columna.
Poner la piedra angular
Si a todo lo anterior le sumamos que ya hay sobrada evidencia de la creciente demanda de los consumidores conscientes, ¿por qué aún muchas empresas no han comenzado a pensar seriamente su transformación? En este punto, entiendo que aún hay una serie de mitos y temores que se presentan como obstáculos. Por un lado, la sustentabilidad puede referir a un montón de términos técnicos que inhiben, especialmente lo que refiere a la parte ambiental; por otro, la creencia que demanda una alta inversión (toda transformación estratégica la requiere, pero creo que muchos se sorprenderían de cuánto se puede avanzar en este sentido con un relativamente bajo presupuesto y que, como detallaba párrafos antes, redundará en un negocio más fuerte). Y también siempre está el fantasma del green/gender/pink/washing.
Entonces, ¿por donde comenzar? Entiendo que por lo único que le va a dar, a ese proyecto de transformación sustentable, la posibilidad de ver la luz, de conseguir recursos, de crecer, de corregirse y de sostenerse en el tiempo, es tener el compromiso y el respaldo de las más altas esferas de decisión en la empresa pyme o en una gran corporación. Sin eso, no habrá cambio estratégico, quedará en políticas o iniciativas aisladas, a las que no se les pedirá resultados y con escaso o nulo impacto positivo en el negocio (pero sí con riesgo de impacto negativo por posibles contradicciones).
Porque hay algo que tiene que quedar claro, la sustentabilidad tiene que ser estratégica o no será.
(*) World Economic Forum Global Risks Perception Survey 2021-2022.
(**) Informe anual “State of Creativity” elaborado por el festival Cannes Lions.