A la polarizada campaña electoral colombiana se le acaba sumar esta semana una compleja pelea empresarial con una de las familias más ricas del país como protagonista: los banqueros Gilinski. Desde el año pasado, este poderoso clan buscan controlar tres enormes empresas del país: Sura, Nutresa y Argos, que juntos forman el poderoso Grupo Empresarial Antioqueño (GEA). Su polémico cerco, que ha registrado dos avances en los últimos días, ha contado con el apoyo del superintendente financiero, Jorge Castaño Gutiérrez, a quien el candidato populista Rodolfo Hernández señaló como su posible ministro de Hacienda. Diversos medios, entre ellos el periodista de investigación Daniel Coronell, han señalado que los Gilinski utilizan de forma oportunista la revista Semana –de la que son dueños– para alcanzar sus objetivos financieros y políticos.
Este lunes se anunció que la familia había logrado una silla más en la junta directiva del grupo financiero Sura, una victoria que venía buscando desde el 2021. Este sería el tercero de siete puestos que lograron designar los Gilinski en la junta (dos más son del GEA, y dos más de los llamados independientes). La familia tuvo otra buena noticia el viernes pasado, cuando la superintendencia financiera aprobó su Oferta Pública de Adquisición (OPA) para comprar acciones del grupo de cemento y energía llamado Argos. El Grupo Gilinski ofertará 4,28 dólares por acción, y busca adquirir entre el 26% y el 32,5 % de Argos.
Pero esas dos noticias traen muchas tensiones detrás porque, en el mundo financiero colombiano, se viene observando la pelea empresarial entre los Gilinski y el GEA casi como una telenovela.
El GEA es un conglomerado de Antioquia, el departamento al occidente de Colombia reconocido por ser uno de los corazones empresariales del país. Desde los años setenta los tres grupos empresariales allí —Sura, Nutresa y Argos— decidieron hacer lo que es conocido como un ‘enroque’ para proteger a las familias empresariales de cada uno: repartir sus propiedades en una serie de inversiones cruzadas entre las distintas compañías. O en palabras muy simples, compraron sus acciones entre los tres. Actualmente, para accionistas minoritarios, los tres grupos han estado entre las empresas más líquidas del país en el mercado accionario. Con la recuperación económica del año 2021, las empresas del GEA incrementaron notablemente sus beneficios: Grupo Argos creció casi un 700% respecto a 2020 y Sura aumentó sus utilidades en un 350%.
Los Gilinski, por su lado, son una familia de banqueros que viene del Valle del Cauca, más al sur de Antioquia. Aunque inicialmente hicieron un enorme capital con la empresa de sillas Rimax, los productos de comida empaquetada Yupi, y la empresa de limpieza Bombril, se consolidaron como grupo financiero con Gilinski National Bank Sudameris, conocido como GNP Sudameris. De acuerdo a la revista Forbes, Jaime Gilinski, un hombre de 64 años y cerebro de las operaciones financieras de la familia, está entre los 700 hombres más ricos del mundo, con una riqueza estimada de más de 4.000 millones de dólares.
En los últimos años los Gilinski han logrado que la superintendencia financiera apruebe al menos siete Ofertas Públicas de Adquisición dirigidas hacia el GEA. Tres fueron para adquisiciones al grupo de alimentos Nutresa: lograron el 30,8 % de las acciones (lo que no los hace el accionista mayoritario, ya que Sura tiene el 35,5%). Otras tres fueron para adquisiciones al grupo financiero Sura: lograron el 34,5% de las acciones, lo que los hace el accionista mayoritario. Con la nueva OPA hacia Argos, los Gilinski mueven una nueva pieza en su ajedrez por controlar el GEA.
Varios analistas económicos consultados por El PAÍS consideran que, con estas dos noticias, aún es difícil decir que la familia Gilinski tiene el control del enorme grupo empresarial antioqueño. “La respuesta a eso solo la conoceremos a mediano plazo, y ese ‘desenroque’ no se va a resolver incluso cuando se termine la OPA del grupo Argos”, explica Jorge Restrepo, profesor de economía de la Universidad Javeriana. “Después de eso podría haber otras OPAs, con otras empresas que también tienen participación en acciones del grupo pero que no han sido tocadas directamente, como Cementos Argos”.
Restrepo también explica que si bien la familia Gilinski ha logrado tener tres puestos de siete en la junta del grupo Sura, uno de ellos es lo que se llama un miembro ‘independiente’, y no ‘patrimonial’. “Ese carácter de independiente puede limitar la influencia que tengan en decisiones como, por ejemplo, una posible iniciativa de fusionar GNP Sudameris con Bancolombia”, explica. (Bancolombia, propiedad en parte de Sura, es un banco codiciado que los Gilinski perdieron en la década pasada. Una propuesta de fusionarse sería controversial ya que BNP Sudameris compite con Bancolombia). En miembros ‘patrimoniales’, el GEA y los Gilinski siguen empatados: dos para cada uno.
“Si bien hay un empate a nivel de los miembros de junta patrimoniales de Grupo Sura, aún no hay un cambio de control”, dice un informe de la empresa de soluciones financieras Corficolombiana sobre la noticia de la junta directiva. “Suponemos que mientras el Grupo Gilinski no logre el control sobre Sura, Nutresa o Grupo Argos, ninguna de estas empresas va a vender las participaciones cruzadas que tienen entre sí. Bajo esta óptica analizamos la OPA por Grupo Argos como una nueva batalla por el control del GEA”.
Lo claro, en otras palabras, es que los Gilinski siguen caminando firmes para ganar una partida de largo plazo que se juega en varios tableros. Pero otra parte de ese complejo ajedrez no se juega en el sector financiero sino en los medios, porque los negocios no solo tienen que ver con dinero sino con narrativas. Y los Gilinski han sido acusados de adquirir en 2021 una de las revistas más influyentes del país, Semana, para impulsar el relato que les conviene empresarialmente.
En diciembre del 2021, cuando los Gilisnki estaban buscando la adquisición de acciones en Sura y Nutresa, el portal político La Silla Vacía revisó 70 artículos en la página web de Semana que demostraban un sesgo a favor de “los dueños del medio frente a los de su contraparte”. Semana presentaba las ofertas de los Gilinski como las mejores y a los directivos del GEA como villanos que hacen “berrinche”. Seis meses después, la crítica de usar la información de la revista como estrategia empresarial volvió por el lado de uno de los periodistas de investigación más respetados de Colombia, Daniel Coronell.
En su columna dominical, el periodista recuerda que el superintendente financiero Jorge Castaño, funcionario clave para aprobar las OPAs que han interesado a los Gilinski, y que aprobó la semana pasada el OPA a Argos, fue anunciado al mismo tiempo por el candidato presidencial que aglutina a la derecha en esta campaña, Rodolfo Hernández, como su posible ministro de Hacienda. Coronell muestra que Semana ha publicado varias portadas favorables a Hernández y un reportaje positivo para Castaño, mientras que ha demonizado en varias portadas y artículos al opositor de Hernández, el candidato de la izquierda Gustavo Petro.
“Con seguridad, Hernández sabrá agradecer la invaluable ayuda de Gilinski”, escribe Coronell. “Desde luego el candidato jamás contará la verdad sobre cómo le llegó a la cabeza nombrar a una persona con la que ni siquiera ha hablado”, añadió sobre Castaño como posible ministro de Hacienda.
La revista Semana fue, durante décadas, una de las más respetadas del país y donde Coronell trabajó varios años, al igual que otros de los mejores periodistas investigativos del país. Pero cuando los Gilinski adquirieron la mayoría de las acciones de Semana en 2020, y dieron un giro en su modelo de negocio privilegiando la opinión y la viralidad por encima de la investigación, varios de sus periodistas fueron despedidos o renunciaron. Uno de estos fue Daniel Coronell, que contó cómo Gabriel Gilinski (heredero de Jaime) quería convertir a Semana en un Fox News. Los Gilinski llamaron a la periodista Vicky Dávila, quien venía de la televisión y la radio, para tomar la dirección de la revista.
“Coronell jamás perdonará que a Semana le vaya mejor sin él que con él. Por eso recurre a la mentira y el resentimiento”, escribió Dávila contra la columna del periodista, adjuntando en respuesta un artículo en Semana en el que acusa a Coronell de ser un instrumento del Grupo Empresarial Antioqueño. “Las inversiones de Gilinski no son ni deberían volverse un tema político”, pide el artículo. Pero si los Gilinski quieren, como dice Coronell, que gane Hernández para poder seguir avanzando tranquilamente con la toma del GEA, es imposible que las inversiones de los Gilinski no se vuelvan un tema político. A cinco días de la segunda vuelta presidencial, el mundo financiero colombiano también mira con lupa los intereses electorales de los Gilinski.
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