(CNN) — La Cumbre de las Américas en Los Ángeles tuvo este viernes en su etapa más ajetreada con una serie de reuniones bilaterales de alto perfil, pero la ausencia de actores clave en el intento de Estados Unidos para abordar la migración hacia la frontera sur podría ser un dolor de cabeza para la Casa Blanca.
Guatemala, El Salvador y Honduras juegan un papel preponderante en el tema migratorio. Conocidos colectivamente como el Triángulo del Norte, son países de origen para decenas de miles de migrantes y un punto de tránsito clave para aún más viajeros que se acercan a la frontera sur con la esperanza de reubicarse en Estados Unidos.
El gobierno de Joe Biden se ha enfocado bastante en estos tres países. La vicepresidenta Kamala Harris visitó Guatemala hace un año y luego este año viajó a Honduras para felicitar a la recién electa presidenta Xiomara Castro.
A pesar de los esfuerzos, la presidenta Castro y sus dos homólogos, el presidente Alejandro Giammattei de Guatemala y Nayib Bukele de El Salvador, no asistieron a la cumbre de Los Ángeles esta semana.
Su ausencia fue evidente el martes, cuando Harris dio a conocer una promesa de inversión privada por valor de US$ 3.200 millones para abordar “las causas profundas de la migración” en el Triángulo Norte. En su discurso, la vicepresidenta se dirigió directamente al sector privado y la sociedad civil en el Triángulo Norte, promocionando las oportunidades en la creación de empleo y una asociación más sólida con las empresas con sede en EE.UU.
“Es una pena que ninguno de los gobiernos esté allí para hablar con ella, especialmente Honduras, pero en su mayor parte los gobiernos actuales del Triángulo Norte son más obstáculos que socios”, dijo Adam Isaacson, director de supervisión de defensa de la Oficina de Washington para América Latina (WOLA, por sus siglas en inglés), y experta en migración en la frontera sur.
Retroceso democrático
Bukele y Giammattei, en particular, han abierto la puerta a un comportamiento antidemocrático en sus respectivos países en los últimos años (el primero llevó a soldados armados al Congreso para aprobar una ley de presupuesto en 2020) y las relaciones con EE.UU. han disminuido desde entonces. Biden asumió el poder luego de que la Casa Blanca criticara repetidamente este tipo de conducta.
“Bukele y Giammattei están desmantelando activamente la democracia y fomentando la corrupción, están creando las condiciones que conducen a más migración […] lo que explica por qué la administración de Biden tomó la decisión de enfatizar el sector privado”, dijo Isaacson a CNN.
Ninguno de estos países fue invitado a la ‘Cumbre por la Democracia’ del Departamento de Estado celebrada en diciembre pasado, y varias organizaciones internacionales han expresado su preocupación por la corrupción, los límites a los controles y equilibrios en el gobierno y el retroceso democrático.
La semana pasada, Amnistía Internacional acusó a Bukele de haber “sumido a El Salvador en una crisis de derechos humanos” en sus primeros tres años en el cargo. Los poderes legislativo y ejecutivo de Guatemala “impiden la rendición de cuentas y amenazan la independencia judicial”, según Human Rights Watch.
El antecesor de Castro, Juan Orlando Hernández, fue extraditado a Estados Unidos en abril por cargos de narcotráfico. Si bien su gobierno ha estado más en sintonía con la Casa Blanca, es posible que haya decidido saltarse la cumbre de Los Ángeles para evitar molestar a los vecinos de Honduras, así como en una muestra de solidaridad con los países excluidos Cuba, Nicaragua y Venezuela.
Y las personas de esos países excluidos son las que aparecen en números récord en la frontera sur de Estados Unidos.
Casi 80.000 cubanos llegaron a la frontera de EE.UU. desde México entre octubre y marzo, según datos de la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza de EE.UU., con un número récord de venezolanos y nicaragüenses que llegaron a la frontera de EE.UU. en 2021 y principios de 2022.
Objetivos opuestos
Donde más difieren las perspectivas de los gobiernos de Washington y del Triángulo Norte es en el tema de la migración.
En EE.UU., detener la migración tiene apoyo bipartidista: tanto los republicanos como los demócratas trabajan activamente para reducir la cantidad de inmigrantes que ingresan al país a pesar de que la economía de EE.UU. necesita trabajadores.
Pero la migración no es vista como un problema sino como una oportunidad en el Triángulo Norte. El movimiento anual de decenas de miles de personas alivia las presiones sociales que enfrentan estos gobiernos, y las remesas de nacionales en el extranjero se han convertido en una parte considerable de las economías de estos países.
Según el Banco Mundial, El Salvador recibió casi US$ 6.000 millones en remesas en 2020, Guatemala recibió más de US$ 11.000 millones y Honduras alrededor de US$ 5.500 millones, lo que constituye el 24%, 15% y 23% de sus PIB respectivamente.
Eso significa que el flujo de remesas de los inmigrantes en el extranjero es siete veces mayor que las inversiones que la Casa Blanca promocionó esta semana.
“Estos países han entendido la centralidad del tema migratorio en la política estadounidense, lo que les da una gran influencia, ya que no ven demasiadas amenazas en distanciarse de Washington”, dijo Tiziano Breda, experto centroamericano del International Crisis Group en Guatemala.
Un número creciente de salvadoreños que abandonan el país critican la gran visión de Bukele de “Hacer que El Salvador vuelva a ser grande”, pero es un hecho que estas economías reciben muchas más inversiones de sus compatriotas que trabajan en Estados Unidos que de cualquier apertura de una gran corporación estadounidense, una fábrica al sur de la frontera o ayuda exterior de Washington.
La creciente influencia de China en la región ha ayudado a los tres países a alejarse de Washington. A fines del año pasado, Bukele anunció planes para construir un nuevo estadio nacional en El Salvador pagado por el gobierno chino. Mientras tanto, Guatemala considera cambiar su reconocimiento diplomático de Taiwán a Beijing a cambio del programa de inversión de la Franja y la Ruta de China.
Mientras los líderes se codeaban en Los Ángeles esta semana, al menos 3.000 migrantes, en su mayoría de Venezuela, que también ha sido excluido de la cumbre, cruzaron la frontera entre Guatemala y México en dirección norte hacia Estados Unidos.
EE.UU. y otros países presentes emitieron una declaración conjunta el viernes que describe un enfoque cooperativo de la migración, que incluirá una protección reforzada para los migrantes, apoyo a los países que albergan grandes poblaciones de refugiados y lucha contra las redes de tráfico de personas.
No obstante, con la ausencia de líderes clave, incluido el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, queda por ver si estos compromisos tendrán alguna potencia.