En 1983, el productor Jerry Bruckheimer hojeaba la edición de mayo de la revista California cuando un artículo llamó su atención. “Top Guns” decía el titular, con una gran fotografía del interior de la cabina de un avión de combate F-14. La historia comenzaba: “El 2 de marzo y a 40.000 pies (casi 12.200 metros) sobre California, siempre es mediodía”.
“Vi esa portada y dije: ‘Tenemos que hacer esto. Se ve genial’”, recuerda Bruckheimer. “Es ‘Star Wars’ en la Tierra”.
Y en la taquilla, “Top Gun” casi alcanzó las proporciones de “Star Wars”. Fue la película No. 1 de 1986, una sensación impulsada por cohetes y alimentada con testosterona que estableció a Tom Cruise, entonces de 24 años, como una gran estrella. Puso de moda las chaquetas “bomber”, las gafas de sol de aviador y los partidos homoeróticos de voleibol de playa en jeans, así como el servicio militar. En la era patriotera de Ronald Reagan, “Top Gun” era lo más estadounidense posible. La Armada instaló mesas de reclutamiento en los cines y las cifras de alistamientos se dispararon.
Si todo eso suena como algo que sucedió hace mucho, lo es. Pero casi cuatro décadas después y, tras permanecer engavetada durante dos años debido a la pandemia, “Top Gun: Maverick” vuela a toda velocidad hacia un nuevo mundo.
En la película, dirigida por Joseph Kosinski, hay una nueva misión que ganar y combates aéreos que librar. Pero esta vez, la tarea de “Top Gun” se siente aún más importante. Está aquí para demostrar, en un mundo de CGI (gráficos generados por computadora) y de Marvel, que una marca de cine propulsora impulsada por el poder de una estrella, los efectos prácticos y la destreza cinematográfica todavía puede convocar la necesidad de adrenalina.
“Quería que tuviera esa experiencia de la vieja escuela”, dice Kosinski, director de “Tron: Legacy” (“Tron: El legado”) y “Oblivion” (“Oblivion: El tiempo del olvido”). “Así como Maverick regresa a Top Gun, quería que la audiencia volviera a ese estilo de hacer cine”.
Paramount Pictures, que se abstuvo de estrenar “Top Gun: Maverick” en un servicio de streaming, ha puesto un empeño de grado militar detrás de esta secuela. Tras comenzar a bordo del portaaviones USS Midway en San Diego (donde Cruise llegó en helicóptero), hacer una gira promocional con paradas en el Festival de Cine de Cannes (donde Cruise recibió una Palma de Oro honoraria) y un estreno real en Londres, la cinta, finalmente, llega a los cines comerciales este viernes.
Y mientras innumerables secuelas realizadas décadas después han fracasado, “Top Gun: Maverick” podría ser el gran éxito de taquilla retro y llegar incluso a rivalizar con la original. La película tiene ciertas ventajas, sobre todo la jovialidad aparentemente eterna de su astro de 59 años.
Pero “Top Gun: Maverick”, en la que un Maverick de mediana edad regresa al programa de entrenamiento de aviación de élite para entrenar a una nueva generación de ases (entre ellos Rooster, el impulsivo hijo de Goose, interpretado por Miles Teller), es una aventura de acción que recupera un estilo cinematográfico de altos vuelos con tecnología moderna. Con escenas aéreas viscerales filmadas dentro de cabina y una historia sorprendentemente emotiva empapada de recuerdos y de pérdida, “Top Gun: Maverick” reaviva un espíritu temerario para la era digital.
Al principio de la cinta, un general escéptico interpretado por Ed Harris le dice a Maverick que su especie se dirige a la extinción, una reliquia que pronto será reemplazada por la automatización. Maverick responde con una sonrisa: “Hoy no”.
“En la película, él habla como aviador. Pero al verla la semana pasada, sentí que Tom Cruise hablaba del negocio del cine”, dice Kosinski. “En la era del streaming, él todavía presenta un caso muy sólido para la experiencia cinematográfica”.
¿Encaja un nuevo “Top Gun” en la actualidad del modo en que la original lo hizo en los años 80? El original no fue un éxito entre la crítica. Pauline Kael lo calificó un “comercial homoerótico brillante”, un tema que Quentin Tarantino eligió en “Sleep With Me” (“Duerme conmigo”) de 1994 cuando él, como actor, lo llamó “una historia sobre la lucha de un hombre con su propia homosexualidad”.
Otros vieron una película de reclutamiento respaldada por el Pentágono con un patriotismo inflado y un retrato del individualismo estadounidense frente a un enemigo sin rostro y sin país. Mucho de eso todavía está presente en “Maverick”: no faltan las órdenes desobedecidas y los malos siguen siendo una pizarra en blanco. Pero Kosinski abordó la película principalmente como una historia sobre la cultura unida de los aviadores.
“Siento que el tema de la primera película no es realmente sobre política. Realmente se trata de amistad, camaradería, competencia, sacrificio”, dice Kosinski. “Eso es lo que queríamos hacer en esta película. Diseñamos un antagonista ficticio. La misión en sí trata de mantener el mundo a salvo. No se trata de invasión. Realmente se trata de la relación entre Maverick y Rooster”.
En 2012, empezaba a cobrar impulso una secuela. El director de la película original, Tony Scott, se reunió con Bruckheimer en la Escuela Naval de Armas de Combate conocida como Top Gun en Nevada. Scott se suicidó días después.
“Ciertamente, teníamos dudas de que fuera a darse”, dice Bruckheimer. “Pero todavía estábamos interesados en tratar de hacer la película”.
Bruckheimer trajo a Kosinski, quien había dirigido a Cruise en la elegante aventura de ciencia ficción de 2013 “Oblivion”. Al conocer a qué respondía Cruise, Kosinski centró su discurso al actor en el carácter y la emoción. Él y Bruckheimer viajaron a París para reunirse con Cruise mientras el actor filmaba una película de “Mission: Impossible” (“Misión: Imposible”). El director, que llegó con un póster adornado con el título “Top Gun: Maverick”, tenía 20 minutos para exponer su caso.
“Al final de esa reunión, Tom se puso de pie, caminó hasta el teléfono, llamó al director del estudio y dijo: ‘Vamos a hacer esta película’”, dice Kosinski. “Quiero decir, es una verdadera estrella de cine que puede dar luz verde a una película con una llamada telefónica”.
Cruise tenía algunas estipulaciones. Una era que Val Kilmer, que tiene dificultades para hablar después de un cáncer de garganta y numerosas cirugías de tráquea, volviera a interpretar a Iceman. (El actor aparece en una escena breve pero conmovedora). Otra era que todos los actores que interpretaran a los pilotos debían estar capacitados para viajar en F-16 y soportar fuerzas G más altas. En la original, solo Cruise logró hacerlo.
“Tom ideó una manera de entrenar a los actores. En la primera, cuando los pusieron en el aire con una cámara en la cabina, todos vomitaron. No había imágenes utilizables. Tenían los ojos en blanco”, dice Bruckheimer. “Tom dijo: ‘Miren, tenemos que encontrar una manera de poner a nuestros actores allí para que puedan manejar las fuerzas G’”.
Tomó 15 meses, dice Bruckheimer, en los que trabajaron con la Marina, abogados y el equipo de filmación sobre cómo tener seis cámaras en la cabina. Los actores que interpretan a los pilotos (Glen Powell, Monica Barbaro, Greg Tarzan Davis, Danny Ramirez, Lewis Pullman y Jay Ellis) recibieron capacitación durante tres meses para prepararse para la velocidad de los vuelos F-18.
“Algunos actores dijeron: ‘No lo haré. Tengo miedo de volar’. Así que perdimos a algunas personas talentosas que simplemente no podían comprometerse a hacer la película de la manera en que la hicimos”, dice Bruckheimer. “La mayoría de los pilotos con los que trabajamos en esta película dijeron que se unieron al ejército porque se unieron al primer ‘Top Gun’”.
“Top Gun” ya ha demostrado que puede tener un efecto duradero en el mundo real. “Top Gun: Maverick” espera demostrar que, cuando las cosas se hacen bien, los grandes éxitos de taquilla al estilo de Bruckheimer pueden superar cualquier otra cosa en los cines o en casa.
“Esta película mira hacia el futuro”, dice Kosinski. “No sólo el pasado”.
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Jake Coyle está en Twitter como http://twitter.com/jakecoyleAP.