A título personal, por Armando Morquecho Camacho //
Es viernes por la tarde, son las 6:00 p.m. y estás a punto de salir del trabajo, para celebrar la supervivencia de una semana mortal, uno de tus amigos manda un mensaje al grupo de WhatsApp en el que intercambian memes y experiencias para proponer al resto del grupo salir a relajarse y desestresarse.
De inmediato, los demás amigos del grupo proponen ideas para pasar la noche del viernes, algunos proponen ir a cenar, otros proponen ir a una fiesta en casa de otro amigo en común, otro tanto simplemente propone ir a Chapultepec a tomar una o dos cervezas para platicar y tal vez hasta disfrutar de la transmisión de algún partido de futbol mientras escuchan las canciones del nuevo disco de Bad Bunny.
Al final, este resulta ser el plan más aceptado ya que después de largos días laborales las fiestas y los antros realmente no apetecen, por esta razón, optando por algo más tranquilo, el grupo de amigos queda a las 8:30 p.m. en la Cervecería Chapultepec.
Por fin se da la hora, los amigos llegan al punto de encuentro, pero debido a la saturación de los estacionamientos públicos de la zona, no tienen de otra más que dejar sus autos en el parquímetro más cercano al lugar de reunión.
Una vez hechos los arreglos correspondientes al pago del espacio mediante la aplicación digital, el grupo parte tranquilamente a disfrutar de su noche.
Después de algunas cervezas, de una cena y de una plática amena, alrededor de las 12:00 p.m. deciden pedir la cuenta para pagar y marcharse a descansar previo a un fin de semana lleno de emociones debido a que el sábado a las 8:00 p.m, el Atlas disputaría el pase a la final del torneo de Clausura 2022 contra los Tigres en el Estado Universitario de Nuevo León.
Sin embargo, el estrés, la angustia, el miedo y la preocupación se adelantaría, ya que al llegar al punto en el que dejaron sus autos se toparían con una escena bastante frustrante y ya muy cotidiana para muchos: sus coches habían sido cristaleados y tanto sus pertenencias como las piezas más valiosas del auto habían desaparecido entre las sombras de la noche y de la inseguridad que reina tanto en Guadalajara, como en muchas otros municipios de la Zona Metropolitana en la que los robos en todas sus expresiones se han vuelto el pan de cada día.
Me gustaría decir que historias como estas hay pocas, pero lamentablemente no es así, historias de este tipo las podemos encontrar por montones en cualquier parte de la ciudad, ya sea un amigo, un conocido o incluso un familiar, cada vez aumenta más el número de personas víctimas de la inseguridad desenfrenada que va desde un robo en tu hogar, que te bajen (si tienes suerte) de tu automóvil a plena luz del día, hasta una extorsión o un secuestro exprés.
No le demos vuelta ni evadamos la realidad, Guadalajara es insegura, es así que el INEGI reportó un aumento en el nivel de percepción de inseguridad que va del 81.7% al 87.1%, cifra que posiciona a la capital del estado como la sexta ciudad más insegura del país, solo por debajo de Fresnillo en Zacatecas, Ciudad Obregón en Sonora, Cuautitlán Izcalli en el Estado de México, e Irapuato en Guanajuato.
Pero aquí no termina esto, ya que esta situación no es exclusiva de Guadalajara, también es una realidad en Zapopan, en Tonalá, en Tlajomulco y en Tlaquepaque, municipios en los que la percepción de inseguridad pasó de 60.8% a 60.6%, de 80.1% a 77%, de 72.3% a 67.8% y de 74.3% a 68.9% respectivamente.
Si bien es cierto que estos municipios presentaron una disminución, las autoridades no pueden cantar victoria, de hecho, harían mal en hacerlo porque la realidad es que la sigue siendo elevada y rebasa por mucho a las cifras de San Pedro Garza García, Piedras Negras, Mérida y Saltillo que registran un índice de percepción de inseguridad de 11.7%, 22.2%, 22.4% y 24.1% respectivamente.
La seguridad es uno de los temas más importantes para los ciudadanos, todos necesitamos un entorno seguro para desarrollar nuestras actividades, por esta razón, como lo menciono anteriormente, es importante que nuestras autoridades no canten victoria con estas pequeñas disminuciones porcentuales ya que alrededor de ellas puede haber muchos factores que deben de considerarse para así valorar de manera correcta el rumbo de la política de seguridad.
De hecho, de acuerdo a las cifras del INEGI, el 92.9% de los delitos cometidos en nuestro estado no son denunciados por las víctimas y otro factor que vuelve esta cifra preocupante es que no ha variado en los últimos 10 años, es decir, en la última década no ha aumentado el número de personas que tienen la seguridad y la confianza de denunciar hechos delictivos.
La ciudadanía al parecer no cree que sea útil denunciar ¿por qué?, ¿les dan flojera los procesos burocráticos?, ¿no confían en sus autoridades o a qué se debe la apatía de la gente en este tipo de temas tan importantes?
Según la Encuesta Nacional de Victimización y Percepción sobre Seguridad Pública más reciente, es un poco de todo, ya que el 58.1% de los motivos de la ciudadanía para no denunciar son atribuibles a las acciones del mismo gobierno, acciones que van desde la pérdida de tiempo por considerar este un trámite largo, hasta el miedo a ser extorsionados y la actitud hostil de los funcionarios.
Al final todo se traduce a lo mismo: la gente no cree en las autoridades y en la medida en la que esta desconfianza continúe creciendo, la impunidad y la inseguridad continuarán creciendo, y las pequeñas disminuciones que reflejaron municipios como Zapopan o Tlajomulco, serán simples errores de cálculo.
Como verán, nuestras autoridades tienen una enorme deuda con nosotros en materia de seguridad y el escenario por lo pronto es preocupante, nadie mete las manos al fuego y usan la relativa disminución porcentual de algunos municipios para señalar que la política en materia de seguridad va por buen camino cuando la realidad en las calles, esa que sufrimos los ciudadanos de a pie, es completamente diferente.
Sin lugar a duda la actividad gubernamental es difícil, esta requiere que todos los funcionarios estén atentos a un sinfín de problemáticas, todas igual de importantes, pero ciertamente, si se quiere que esta actividad llegue a buen puerto y que otorgue los mejores resultados para la ciudadanía, se requiere de autocrítica para reconocer cuando las cosas no van por buen camino, ya que solo así se podrán hacer ajustes que a la larga permitirán a la autoridad estar en condiciones de entregarle resultados a la ciudadanía que busca desesperadamente un entorno seguro para desarrollarse.
Aprovechando el espacio, me gustaría cerrar esta edición deseándole éxito a Laura Haro en su nueva encomienda política al frente del PRI Jalisco, estoy seguro que con su experiencia, podrá impulsar y encausar la participación política de los jóvenes.