Mientras el presidente Joe Biden efectúa una gira por Asia, su gobierno procura salvar la cumbre enfocada en América Latina del mes entrante.
La Cumbre de las Américas, de la que Estados Unidos es anfitrión por primera vez desde la reunión inicial de 1994, está en peligro de derrumbarse debido a las preocupaciones sobre la lista de invitados.
El presidente de México, Andrés Manuel López, amenazó con boicotearla si se excluye a Cuba, Venezuela y Nicaragua.
A diferencia de Washington, que considera parias a los gobiernos autocráticos de las tres naciones, el mandatario izquierdista de México sostiene con ellos relaciones ordinarias.
Una cumbre vacía socavaría los esfuerzos de Estados Unido para reafirmar su influencia en América Latina ante los avances de China en la región al tiempo que aumentan las preocupaciones sobre un retroceso democrático en la zona.
De momento, Biden considera invitar a un representante cubano para que asista como observador a la cumbre, según un funcionario estadounidense que solicitó el anonimato para hacer declaraciones sobre deliberaciones delicadas.
Se desconoce si Cuba aceptará la invitación, que será extendida a alguien del Ministerio de Relaciones Exteriores de la isla, no al canciller mismo, y si eso sosegará a López Obrador.
El presidente mexicano reiteró el viernes su deseo de “que se invite a todos” y expresó su deseo en que se alcance una solución. Agregó que tenía mucha confianza en el presidente Biden del que dijo ha sido respetuoso con México.
Aun si asistiera López Obrador, podría haber una ausencia notable, la de Jair Bolsonaro, el presidente de Brasil, el país más poblado de América Latina, quien se ha abstenido de precisar si acudirá a la cumbre.
La incertidumbre es indicio de una caótica planeación del encuentro, cuya realización está programada para dentro de dos semanas en Los Ángeles.
Normalmente, las reuniones con jefes de Estado son organizadas con bastante antelación con agendas claras y listas de invitados también claras.
“No hay excusa de que no tuvieron tiempo suficiente”, dijo Ryan Berg, alto miembro del Centro para Estudios Estratégicos e Internacionales. “Esta es nuestra oportunidad para establecer una agenda regional. Es una gran oportunidad. Y me temo que no la vamos a aprovechar”.
El Consejo de Seguridad Nacional no respondió de momento a una solicitud para que hiciera declaraciones sobre el asunto.
Ned Price, en declaraciones a nombre del Departamento de Estado, dijo que la primera tanda de invitaciones fue cursada el jueves, pero podría haber adiciones. Declinó precisar quiénes ya recibieron las invitaciones.
Señaló que era “comprensible” las conjeturas sobre quiénes acudirían y señaló que Biden será el primer mandatario estadounidense que participe en la cumbre desde 2015, cuando el presidente Barack Obama viajó a Panamá.
El presidente Donald Trump no asistió a la siguiente cumbre en Perú en 2018 y envió en su lugar al vicepresidente Mike Pence.
“La prioridad de nuestra agenda es que trabajemos juntos sobre los desafíos centrales que enfrenta nuestro hemisferio”, declaró Price, como la migración, el cambio climático y las repercusiones económicas de la pandemia de coronavirus.
La participación de Cuba es a menudo un tema controvertido para la cumbre, que se efectúa con pocos años de separación una después de la otra y a la que asisten los países desde Canadá a Chile.
La isla no fue invitada a la primera cumbre en Miami, pero Obama atrajo grandes titulares de prensa por estrechar la mano del presidente cubano Raúl Castro en Panamá.
Han aumentado las interrogantes sobre la postura de Biden hacia América Latina porque ha puesto su atención en otra parte. Biden ha asumido el liderazgo de la respuesta a la invasión rusa de Ucrania, contribuido a forjar una coalición internacional para castigar a Moscú con sanciones y dotar a Kiev con nuevas armas.
Biden también intenta reenfocar la política exterior de Estados Unidos en Asia, donde considera a la potencia emergente de China como el desafío más importante para Washington a largo plazo.
Biden efectúa su primera gira al continente como mandatario con visitas a Corea del Sur y Japón.
Berg señaló que descuidar a América Latina podría socavar los objetivos de Biden, ya que China intenta hacer avances en la región.
“Siempre ha sido difícil para América Latina conseguir lo que se merece”, dijo. “Pero estamos bastante cerca de encontrarnos en una situación geopolítica en la que América Latina pase de ser un activo estratégico nuestro a un pasivo estratégico”.
En lugar de dar los toques finales a la realización de la Cumbe de las Américas, funcionarios se han apresurado a garantizar que no resulte en un fiasco.
Chris Dodd, exsenador federal de Connecticut, a quien Biden escogió como asesor especial para la cumbre, conversó durante dos horas vía Zoom con López Obrador esta semana.
Por otra parte, algunos anuncios han incluido ajustes a las políticas estadounidenses hacia la región.
Por ejemplo, Estados Unidos ha estado maniobrando para reducir algunas sanciones económicas a Venezuela.
Además, funcionarios dijeron que reducirían las restricciones a los viajes desde Estados Unidos a Cuba y permitirían que los inmigrantes cubanos envíen más dinero a personas en la isla.
La discusión sobre la posible asistencia de Cuba a la cumbre de Los Ángeles refleja un difícil acto de equilibro político y diplomático.
Biden enfrenta las exigencias de sus colegas de la región de que se invite a Cuba. Además de López Obrador, el presidente boliviano Luis Arce advirtió sobre su posible inasistencia a la cumbre.
Sin embargo, Biden se arriesga ante una fuerte reacción interna si se incluye a Cuba y no sólo de los republicanos. El senador Robert Menendez, cubanoestadounidense demócrata de Nueva Jersey que encabeza la Comisión de Relaciones Exteriores del Senado, es un severo detractor del gobierno cubano.
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Las periodistas de The Associated Press, María Verza, en la ciudad de México, y Ellen Knickmeyer, en Washington, contribuyeron a este despacho.