“Por la dispersión de costos hay muchas marcas que se están muriendo”, afirma Rodrigo Nazar, presidente de la bodega Escorihuela Gascón. En esta charla con IProfesional, considera que el negocio del vino se complica para quien no puede trasladar sus costos: “Es lo mismo que ir a donar sangre a diario. Un día te das cuenta que estás muerto porque no te quedó más”.
La bodega es una de las que posee la familia Catena Zapata. La compraron Nicolás Catena y José Benegas Lynch hace más de 20 años. Trabajan allí unas 350 personas. Pasado lo más duro de la pandemia, la empresa, que tiene su base anclada en los vinos premium, hace una buena evaluación del negocio en estos últimos 2 años.
De todos modos Nazar consideró que la inflación es un flagelo. Que hoy los precios de las marcas más populares, por una cuestión de costos, están carísimos. Y que las ventas en esos segmentos cayeron a niveles históricos: “Resucitar esa parte del mercado va a ser muy difícil”.
-¿Varió la producción con la pandemia, están a los mismos niveles previos?
-La verdad es que la pandemia es un fenómeno que más allá de lo trágico que fue en el sentido humanitario en general. Desde lo económico, funcionó al menos, de una forma bastante interesante para el sector vitivinícola. Las políticas económicas que se llevaron adelante también fueron trágicas, pero mira lo que pasó con Escorihuela Gascón: Escorihuela está anclada en sus vinos premium. Nosotros tenemos un portfolio bastante lindo y amplio en los vinos que llamamos súper premium. Luego tenemos vinos de consumo frecuente. Lo que pasó con la pandemia es que bajó el consumo de los vinos de menor precio y subió muchísimo el de los premium. Por consecuencia, nos ha ido bien.
La bodega es una de las que posee la familia Catena Zapata
-Es decir que la gente que, por el encierro no tenia en qué gastar la plata, por ahí la gastaba en un buen vino y se daba ese placer…
-Eso fue un fenómeno a nivel mundial. Pasaron dos cosas: una, el crecimiento del consumo de los vinos Premium; y la segunda, el desarrollo del e-commerce. Al estar en casa, ir al supermercado y hacer casi todas las compras en forma virtual sucedió que el canal de venta online se desarrollara mucho más rápido. La curva para el proceso de distribución creció. Esa fue una transformación súper interesante que se dio en el mercado. Ahora, al incorporar los restaurantes y creer que nos acercamos al final de la pandemia y la flexibilización, esa curva se esté revirtiendo un poco. Pero la tendencia llegó para quedarse y va a evolucionar por ese lado. Lo mismo está pasando con la ropa y con muchísimos otros rubros donde aflojó la venta online pero sigue siendo un canal posible, ahora conocido por mucha más gente.
-De todos modos el crecimiento en el nivel de ventas va de la mano de una caída en el nivel adquisitivo, ¿o no?
-Es un tema súper complejo. Nosotros estamos tratando de estudiarlo permanentemente y estamos atrás de eso: la evolución en la composición de los recursos a nivel salarios. Es decir cómo está el poder adquisitivo y cómo se distribuyen los salarios, si alcanza, si no alcanza. Está claro y ya lo sabemos todos: los salarios están súper deprimidos. El espanto de la inflación no es un beneficio absolutamente para nadie. Es una falacia eso de que la inflación beneficia a ciertos grupos. La inflación es un flagelo total. Entonces, a los que tienen menos recursos les impactó mucho más, pero esto no quiere decir que a los que tienen más recursos no les haya pegado también.
Otro tema es que los valores de venta de los productos a nivel local, con relación a los precios internacionales, también quedó más abajo. Y no se pudo ajustar de la misma forma que se podría haber hecho en una economía estable. De modo que posiblemente, cosas que antes parecían caras, hoy ya no lo parecen tanto, porque te podes dar ese gusto.
Claramente dejaste de consumir otras, pero en definitiva se achicó la distancia. Lo de arriba bajó y lo de abajo subió. Sí, dejó mucha gente afuera, pero con ciertos productos se logró que la gente pudiera acceder a ellos. Justamente, un tema para tener en cuenta es si se justifican los costos de los productos que históricamente eran más baratos. Es decir que si uno quiere tomar vino de los que llamamos tri level, marcas más populares, te vas a dar cuenta que los precios están carísimos. Entonces la venta de eso se ha caído a niveles históricos, realmente están desapareciendo segmentos y eso es malísimo para nuestro país porque están muriendo un montón de marcas y resucitar ese mercado va a ser muy difícil.
-¿Hay números concretos del movimiento del mercado a causa de la pandemia?
-A nivel mercado interno, de 2019 a 2020 tuvimos un crecimiento justamente en los vinos premium de más de un 15% en el volúmen en cajas. Dada la inflación que vivimos, eso repercutió en un 60% más de facturación. En ese crecimiento se dio también que empezamos a vender vinos de mucho más valor que los de menos valor y eso cambio la ecuación de la facturación. Desde 2020 hasta 2021 aumentamos casi un 12% promedio. Es decir que se mantuvo el crecimiento sobre el año anterior, cosa que para nosotros ha sido fantástico.
En la bodega trabajan unas 350 personas
-Eso a nivel mercado interno, ¿y a nivel exportaciones?
-A nivel exportación nosotros, por características propias, crecimos un 3%, es poco.
Esto también se dió porque en los últimos seis meses la crisis de los fletes a nivel mundial afectó muchísimo y además no hubo provisión de botellas. Eso generó una crisis absoluta en el sector. Ahora estamos sufriendo los costos. Hoy, la relación que tiene la botella con el vino, en general, dentro de la matriz de costos, está con un peso totalmente fuera de escala. ¿Qué quiere decir eso? Hoy el costo de la botella con relación al precio del producto, no tiene sentido.
-¿Qué hacen frente a eso? Entiendo que querés decir que tienen una botella carísima, que la diferencia entre botella y producto no tiene relación.
-Pasan dos cosas: si vos tenés un producto con un gran valor agregado, podés absorber ese costo y perder rentabilidad. Y si tenés producto con menos valor agregado, es decir, productos más baratos, directamente desaparece la marca y no lo podes vender. A su vez, el vino, como cualquier otro producto (pasa lo mismo con la ropa y con los autos), de acuerdo a la marca el consumidor lo tiene dentro de un segmento de precios. Vos no te podes ir muy para arriba. Un Fiat de 50 mil dólares, aunque sea mecánicamente espectacular, la marca ya tiene un segmento definido, tendría que ser un trabajo muy a largo plazo modificar eso. Bueno, acá igual. Yo no puedo trasladar todo al precio, entonces directamente se muere. Se está hablando poco de eso, de cuántas marcas se están muriendo en el mercado por causa de esta descomposición que hay en la relación de los costos. Yo lo llamo la matriz de costos de un producto. Te dejan afuera directamente. Si uno tiene la suerte de viajar y volver a ver el supermercado de un lugar normal, te deprimís.
-¿Ustedes están en precios cuidados?
-No, porque nuestros productos están fuera de lo que sería la canasta y productos básicos del consumo de la gente.
-¿No se los pidieron? ¿Nunca les dijeron “congelame el precio del producto más barato que tengas”?
-A nosotros no por las características que tenemos como bodega, porque tampoco somos tan grandes, tan masivos. Y es un tema del que, la verdad, no me gusta hablar. Es como que la exposición acá nunca es virtuosa, es castigada. Entonces uno trata de hacer lo mejor posible dentro de la cancha y ver en qué momento te cambian las reglas de juego y adaptarte.
Rodrigo Nazar, presidente de la bodega Escorihuela Gascón
-¿Los cambios en las reglas de juego en Argentina son positivos para el empresario? ¿Le abren oportunidades?
-Es como que te diga, sí, está bueno ir, ser soldado e ir a la guerra un rato y salir vivo, porque también te pueden matar, pero si salís vivo ¿venís más fuerte que antes?, ¿sos más adaptativo al hambre y a los tiros? Y, sí. Ahora, ¿cuánto envejeciste en ese proceso? Bueno, entones, ¿qué te gusta más, vivir acá o en Suiza y aburrirte mal en Suiza? Y, no sé, tendría que pensarlo, a mi edad con 50 tal vez me cabe más aburrirme un rato porque ya estoy cansado de los tiros.
-Entiendo que, más allá de que ustedes no están, estás en desacuerdo con la política de congelamiento o regulación de precios.
-No estoy ni en acuerdo ni en desacuerdo, es algo que directamente no funciona. Está probado eso, no resiste un análisis en realidad. No existe una economía pujante con controles de precios. Porque fíjate, hay controles de precios ahora, acá lo tendríamos que tener a Milei. A mí o al vino le hacen control de precio y dicen:”Ustedes no pueden vender a menos de tal precio”. Ok. Ahora, la gente que hace la botella o el papel para la impresión o el corcho o las capsulas o las paritarias para los ajustes de sueldo de la gente que hay que pagarle, ¿no tenés que empezar desde la base e ir para arriba para poder controlar? Porque si a mí me decís “señor tenemos que vender esta lapicera a $10” y a mí me sale $11 hacerla, quiere decir que yo le estoy subsidiando o dando de mi bolsillo. Alguien va a pagar ese peso. Entonces, lo que pasa es que este birome no se hace más porque no sirve. Ese es el problema del control de precios: si no van a la base, es imposible empezar de arriba para abajo. Lo que haces es desabastecimiento, y miles cosas más, genera desabastecimiento. A vos te pagan $10, pero al final del día te quieren cobrar $11 porque hay un impuesto o lo que sea, y vos terminas poniendo $1 de tu bolsillo para trabajar.
-¿Y entonces?, dejás de hacerlo…
-Es que no podés, porque terminás desapareciendo. No es una cuestión de querer o no, no podés.
-¿Es riesgoso ser empresario en Argentina? ¿Faltan incentivos para los que invierten en el sector?
-Primero, creo que hay una cuestión cultural. Se ha estigmatizado la palabra empresario por gente de la política. Les sirve eso porque al final, polarizando a la gente, creen que pueden tener más control, pero el empresario vive en riesgo. Y no te estoy hablando de los tres o cuatro empresarios que pueden ser socios del poder político, que no sé quiénes son; hablo de la gente que hace a la Argentina, que trabajan, producen, hacen marcas, exportan, etc. Es una profesión de riesgo permanente porque si te va mal, no hay rescate para eso, perdiste, fuiste y punto. Se vive acá en Argentina con condiciones bastante difíciles, son muy adversas.
-¿Y exportar? ¿Ayudan desde el Gobierno o le ponen palos en la rueda al exportador?
-Vos pensá esto. Está buenísimo exportar y es la salvación de cualquier país, en realidad. Un país que vive únicamente del mercado interno, no existe. Exportar, con un dólar al 50% del valor que en realidad es el que está en curso, el 50% es el valor que el Banco Nación termina liquidándole al exportador, no sirve. Uno puede decir “cuando voy a comprar los insumos afuera, está también el dólar oficial del Banco Nación”. Está muy difícil importar las cosas que hoy uno necesita para producir. Y en el vino o en cualquier otro rubro, no existe hacer todo con la materia prima del mismo país. Por ejemplo, los corchos, el único productor en el mundo es Portugal. Si no importás, no tenés corchos.
Escorihuela Gascón se encuentra entre las 10 bodegas más exportadores
-¿Llegás a compensar el valor de costos? Es decir, pagás en dólares y lo cobrás acá en pesos… Entiendo que sí porque si no, no resiste el negocio.
-Sí, pero se hace difícil. Digamos, hay una conclusión: dejá lo que necesitamos que deje, pero podría ser mejor y eso nos haría más competitivos. En el mundo lo que sirve para exportar, es ser competitivo. Si sos competitivo en precio y calidad, ganamos mercado. Si nosotros tenemos una mejor taza, podríamos ser más agresivos y llegar a nuevos mercados o ampliar mercados y por ende, habría mejor recaudación para parte del gobierno.
-¿A qué países exportan?
-Estamos en el ranking de las 10 bodegas más exportadoras. Y los mercados son EE.UU., Canadá, Brasil, Bélgica, Perú y 15 países más. Pero los mercados principales yo creo que, para todas las industrias, son EE.UU., Canadá, Brasil, Inglaterra y China.
-¿Cuánto les retienen por exportar?
-Entre un 4 o y un 5%.
-¿Debería haber incentivos para los exportadores?
-Sí, en realidad tendría que haber algún ajuste del dólar o por lo menos que no haya una brecha tan grande entre los dólares, no podemos vivir con cinco dólares diferentes, y en segundo lugar, las retenciones a las exportaciones. Eso es una cosa que hay que revisar automáticamente.
Hace poco resurgió el debate sobre la posibilidad de dolarizar la economía o no, si estaba bien hablar de eso o no. Hay quien dice que no hay que descartarlo, que si bien no hay que aferrarse a esa herramienta para hacerlo sí o sí, tampoco hay que mirar como con tan mala palabra la posibilidad de que suceda. En Argentina, tenemos una economía prácticamente bi monetaria. Entonces, frente a eso, ¿cómo ven desde tu industria la posibilidad de dolarizar?, ¿sería beneficioso o no?
Yo no soy economista, entonces mi opinión es casi minusválida en la materia.
De 2019 a 2020 tuvieron un crecimiento en los vinos premium de más de un 15% en el volúmen en cajas
-Pero sos economista de tu empresa…
-Lo que te puedo decir es que no sé si dolarizar es la solución. El problema es que nosotros tenemos una moneda que no es creíble, que se imprime todos los días, y hay noticias que parecen graciosas, pero en realidad son muy tristes, y es que no hay insumos para imprimir billetes de mil pesos por la cantidad que estamos imprimiendo. Eso quiere decir que todos los días nuestra moneda vale menos porque la regalan. Entonces, al valer menos nuestra moneda, nuestro producto vale menos, nuestro trabajo vale menos, nuestra hora de producción, todo todos los días vale menos. La solución pueden ser los dólares, las cripto, puede ser una bolsa de la cantidad de monedas que sean… la verdad que hay que trabajar sobre la soberanía de la propia moneda, cuidarla…
-¿Son formadores de precios los empresarios en Argentina?
¿A qué te réferis con “formadores”?
-El Gobierno lo dice constantemente y se enoja con los empresarios porque considera que sí lo son…
-Mira, quien dice esas cosas es porque nunca trabajó en la industria. Los precios se forman de una forma muy simple: la sumatoria de los costos menos el precio de venta, y eso te tiene que dejar un margen para poder seguir invirtiendo. El dueño de la compañía sigue viviendo, pagando el colegio de sus hijos o lo que sea. El dueño de la compañía gana de lo que dejan los ingresos menos los egresos.
Entonces, la formación de precio se genera de ahí. Es la suma de los costos de hacer algo menos el precio de venta. Eso de decir “vamos a aumentar por las dudas”, tampoco existe. Como charlábamos recién, ¿desde dónde miramos nosotros el problema?, ¿desde arriba o desde abajo? Lo están mirando desde arriba, desde el precio final. Pero el precio final de un producto es la composición de un montón de partes ensambladas. Y ese montón de partecitas, no las hace el propio empresario en su mayoría, las hacen muchos otros. Tenés que ir a la matriz. Tenés que ver ¿por qué el tipo de la botella te sube lo que te sube? Las botellas se hacen con hornos, el horno usa gas: ¿cuánto fue el ajuste que pusieron ahora al gas? Tienen empleados, ¿cuánto fue la paritaria que arregló el sindicato? Tienen algunos productos importados de afuera, partes de las máquinas, ¿cuánto está?. Y ahí entendés por qué.
El empresario intenta colaborar, pero no puede perder. Si pierde, ¿cuánto dura? Es como decir “voy a donar sangre todos los días”. Un día estás muerto porque no te quedó más.