La alta capacidad contaminante de los NFT fue la razón que impulsó a los fans de grupos de K-Pop como BTS o BLACKPiNK a boicotear a las discográficas coreanas que, con el símbolo del dólar a modo de pupila, habían anunciado sus planes de hacer más caja aún del fervor coleccionista intrínseco a la música en general y al K-Pop en particular, un género en el que abundan los objetos mercadotécnicos de toda clase con los que demostrar que se es más fan que nadie.
Para muchos seguidores del K-Pop, los NFT no compensan el daño que se inflige al medio ambiente. Al fin y al cabo, no se está adquiriendo un objeto físico, ni siquiera una imagen, de la que tampoco se posee el copyright, lo que al menos otorgaría derecho al dueño a controlar la reproducción y a lucrarse con ella. Todo el mundo puede encontrar la imagen en Internet y descargársela, pero hay quien se siente mejor obteniendo un certificado de propiedad desprovisto de la imagen que se venera.
En noviembre de 2021, el sello coreano Hybe anunció su alianza con la plataforma de blockchain Dunamu para vender NFT a los fans de sus grupos, entre ellos BTS y Seventeen. Muchos de los seguidores de estas bandas sacaron los dientes y las uñas e inundaron las redes sociales con los hashtags #BoycottHybeNFT y #ARMYsAgainstNFT. Dunamu afirma que su huella de carbono es casi inexistente, ya que usa su propia plataforma de blockchain, llamada Luniverse, que es un millón de veces más eficiente en el uso de energía. Habrá que ver si los NFT verdes convencerán a los fans para sacar la cartera. A algo similar tendría que recurrir la moda si pretende hacer caja con los NFT y, al mismo tiempo, respetar sus promesas de sostenibilidad.
El sector de los videojuegos también está oponiendo mucha resistencia. El mes pasado, GSC Game World, la desarrolladora ucraniana que está detrás del first-person shooter S.T.A.L.K.E.R., anunció que en la segunda entrega de la franquicia incorporaría NFT para comprar skins y obtener mejoras en la jugabilidad. La idea es que los jugadores dispongan de activos digitales únicos que podrán venderse entre ellos y usarse en distintas plataformas cuando uno de los grandes retos del Metaverso, la interoperabilidad, lo permita.
El anuncio desató la furia de los fans, que advirtieron que boicotearían el título, indignados ante la idea de tener que hacer microtransacciones por cualquier nimiedad que, consideran, no va a mejorar el juego ni va a otorgar ninguna ventaja a los jugadores, sino más bien aumentar los enormes beneficios que obtiene el desarrollador al vender sus títulos por unos 60 euros. GSC Game World no tardó en recular, y así lo comunicó en Twitter. La aplicación de chat Discord también intentó crear su propio monedero de criptomonedas, pero tuvo que retirar sus palabras ante el enfado generalizado de sus usuarios. Los jugadores de Final Fantasy XIV rechazaron de plano los planes de Square Nix de introducir NFTs en el juego y también han amenazado con abandonar el popular MMORPG porque consideran que los activos digitales no tangibles son una estafa y un intento de crear escasez donde no la hay. Para Phil Spencer, jefe de XBox, este instrumento es una manera de “explotar” a los jugadores y Steam, la distribuidora online de juegos digitales, ha prohibido la venta de videojuegos que hagan uso del blockchain.