Sin duda, el cineasta palestino más destacado de la actualidad es Elia Suleiman. Trabajos como Intervención divina (Yadon ilaheyya, 2001) o El tiempo que queda (The Time That Remains, 2008) dan fe del trabajo de un director poseedor de una agudeza, una sensibilidad y un humor como pocos.
Ahora, en su más reciente trabajo intitulado en nuestro país como De repente, el paraíso (It Must Be Heaven, 2019), su personaje central -que no es otro sino el propio Elia-, decide abandonar su ciudad natal, y hacer un viaje por diversas naciones del mundo, descubriendo paralelismos entre ellas, y cosas que le recuerdan su patria. Pero también, como generalmente pasa con cualquier inmigrante; se topará con aspectos socioculturales que le resultan ajenos y en ocasiones, parecen hostiles.
Al inquirir justamente sobre su opinión personal acerca de la migración, Suleiman respondió: “Depende de la migración de la que uno esté hablando. Aquí, no hablamos de aquellos que viajan en botes a través del mar y mueren ahogados, por ejemplo. Los inmigrantes a los que me refiero son aquellos que son exiliados, ya sea de manera privilegiada o que son autoexiliados, como yo, que lo hicimos por elección”.
Y añadió: “Mi película no habla de inmigrantes sino de cómo un lugar se ha convertido en otro paulatinamente, cómo el mundo se ha convertido en un gran lugar debido a la globalización de la economía, así como de las tensiones y la violencia, de nosotros como individuos que sobrevivimos todo ello y cómo estos factores nos alienan”.
En entrevista con Crónica Escenario, Elia subrayó que en este trabajo tampoco busca aludir exclusivamente a la situación actual de su país. “Inicialmente no era esa la idea principal del filme. Palestina no es el único punto de observación de este proyecto sino la alienación general y la desesperación que nos rodea. Debido a que soy palestino, fue natural que empezara mi filme aquí como punto de partida. Pero si fuera italiano, sucedería eso mismo”.
El director de 61 años aseguró también que buscaba un enfoque más general para abordar estos y otros temas en su película. “De eso trata la historia: la universalidad que viven todos aquellos que dejan su país. No sólo es el enfoque de Palestina sino el de este personaje que se convierte en un completo extraño dondequiera que va. Y ahí está esa universalidad, pues no se habla solo de un lugar sino de todos los que hay en el mundo. Creo que quería hablar de esta existencia constantemente nómada que existe en estos días, con tanta gente tomando por sentado que se puede vivir entre países y siempre está en movimiento. El aeropuerto se ha vuelto una constante realidad de nuestras vidas”, afirmó.
En relación a esto, Suleiman considera que el término Ciudadano del Mundo no aplica en su caso. “No, no creo ser un ciudadano del mundo, al menos no necesariamente. Creí por un buen tiempo que lo era, incluso lo clamaba. Pero últimamente, incluso durante la filmación de este proyecto, tuve que reconciliarme con la idea de que no tengo un hogar y ya no es una cuestión de mero sentimiento el poder decir que soy un ciudadano del mundo. Incluso el término del perfecto -como lo llamo en la cinta- tampoco me queda pues me he dado cuenta que no soy nada perfecto también y el hecho es que me rendí a la idea de que tengo que tomar las cosas como vienen”.
Sobre dicho tópico agregó: “A veces siento esos cambios, esos giros hacia algo más cómodo y menos extraños. Creo que tiene que ver más con la idea de estar acostumbrado a estar en muchos países sin necesariamente tener una actitud filosófica al respecto. Tal vez tenga también que ver el factor de la edad, pues eso te ayuda a aceptar que no necesitas soñar siempre con ese lugar al que le dices hogar. Estoy seguro de que mucha gente en este planeta siente eso mismo. No estoy seguro de que pueda yo sentir eso todavía, lo pensé por décadas, pero ahora me parece que estoy bien con la idea de que no sea así”.
El cine de Elia Suleiman también es abundante en imágenes evocadoras y fantásticas. En Intervención Divina por ejemplo, se puede ver como un tanque de guerra estalla al ser golpeado suavemente por una pequeña semilla, o como una mujer ataviada con un velo se enfrenta, al más puro estilo Matrix con hombres armados. El autor relató a Crónica Escenario la génesis de esas imágenes.
“Todas mis cintas tienen originalmente una experiencia vivida, aunque al final se conviertan en fantasías. Algunas de ellas las he imaginado mientras reflexiono o sueño despierto, pero otras vienen de cosas que sí he vivido en la vida real. Claro que la realidad rebasa la fantasía, lo podemos ver en todos lados. Lo absurdo de la vida real supera por mucho las ideas de ficción que nos surgen de repente. Hablando del tanque que explota, sucedió que veía un tanque israelí cerca de Jerusalén que se dirigía hacia el norte para bombardear a Líbano. Comía una fruta mientras observaba ese momento y se me ocurrió aventar el asiento y hacer boom, como deseando que éste explotara, y así nació la idea. Fui a mi auto, escribí esta escena de una sola línea que, al filmarse, costó mucho dinero y energía”.
Y continuó: “Cuando hablamos de la escena de la mujer ninja que pelea con estos israelíes armados, sucedió que había una gran cartelera en la carretera saliendo de Tel Aviv. En ella había una imagen de un palestino con esta especie de pañuelo que promocionaba el hecho de dispararle a algún palestino en una especie de comercial de un campo de tiro. Le tomé una foto, escribí una nota y me puse a pensar, ‘¿Qué tal si este palestino se convirtiera en alguien real, y de ser alguien que está en la mira de todos, saliera por detrás y comenzara a atacar a estos cazadores?’. Así desarrollé la escena”, explicó.
Respecto al humor, otro elemento siempre presente en su obra; comentó que este, además de que constituye su forma personal de ver y abordar la realidad, tiene un trasfondo particular. “Vivimos en una constante tensión y ansiedad así que no hay ninguna estrategia al usar el humor como herramienta. Aquí hablo de alguien que simplemente observa las cosas como yo lo hago y el humor es inherente a esa visión. Tal vez, si vemos el otro lado del espectro que tiene ese toque -y creo que ese humor-, eventualmente tiene este factor de ruptura del tiempo que nos hace pensar, nos da cierto placer y se vuelve una ecuación amenazante para las estructuras de poder porque cuando sucede, le da al público y el pueblo un poder en su contra. Creo que, cuando las autoridades ven a la gente feliz, se preguntan qué está pasando. En general, dar ese placer es una forma de resistencia por sí misma que no se puede contener”, sostuvo.
El cineasta, al igual que millones de personas alrededor del mundo, se tuvo que confinar durante los momentos más álgidos de la pandemia por COVID-19. Y sobre este tema compartió también sus impresiones, abordando el impacto que esta última tuvo en el universo cinematográfico.
“La situación del cine durante la pandemia ha cambiado dramáticamente. Es verdad que mucha gente continúa grabando, pero hay menos lugares donde las películas pueden ser exhibidas. Además, está el factor de que no toda la gente, posterior a la pandemia, ha regresado seriamente a las salas de cine. Hay una tremenda cantidad de proyectos que se han hecho en estos tiempos que no encuentran lugar para ser exhibidos”, dijo
“También hay un cambio cultural importante y es que la gente comenzó a acostumbrarse a ver las cosas a través de sus celulares o en las pantallas de sus casas, y ya no tienen las mismas ganas de antes para ver algo en la sala oscura del cine. Habiendo dicho eso, en esta época el streaming se apoderó de todo. Compañías enormes como Amazon o Netflix comenzaron a ser los dueños del show. Me parece que son las únicas compañías de este servicio que básicamente producen y pasan películas, pero sin otorgar la experiencia sin igual de la pantalla grande”, reflexionó.
Ante este panorama un tanto desolador, Suleiman declaró que, sin embargo, él continuará trabajando y tratando de levantar nuevos proyectos. “Tengo la sensación de que este fenómeno no me sacará del negocio y la pasión de hacer cine. Seguiré escribiendo y haré como si el mundo continuara más allá de que sea el mundo del cine o el mundo solamente. Y cuando termine un guion y vea para qué es bueno ese relato y de dónde vendrá el financiamiento, veremos que tan bien o mal estará la situación en ese entonces. Pero para tener una continuidad, por el momento descartaré estas realidades y me enfocaré en donde, cómo y cuándo empezar mi nuevo guion”, declaró.
Y sobre su obra más reciente que acaba de estrenarse en pantallas mexicanas, añadió: “No he visto la película desde que se terminó de hacer, con excepción de su presentación en Cannes. Me gustaría pronto volver a verla y entender quién era en ese momento y si ha cambiado mi perspectiva de cómo miro el mundo en el presente. Hago eso con todos mis filmes, no soy el tipo de director que dice que nunca ve sus películas pues me agrada darme una especie de autoevaluación al respecto. Con este proyecto, disfruté mucho haciéndolo, me encantó todo lo burlesco que hay en el humor del mismo. Pero tengo un presentimiento de que será una gran memoria y recuerdo de mi parte el haber hecho esta cinta”, concluyó.
Su filme De repente, el paraíso llega a las salas nacionales este viernes.
Este texto se realizó con la colaboración especial de AJ Navarro.