El enfado se palpa en cada una de las intervenciones de la media docena de restauradores que este lunes 25 de abril se reúnen en el Senyor Fabra. Con el local de la persiana medio bajada, los afectados intercambian con matices el disgusto general generado por las obras de pavimentación de la rambla Fabra i Puig. “Nos han dejado sin toldos”, denuncian estos pequeños empresarios. En total, calculan que una veintena de bares y restaurantes se verán afectados.
David Ruiz no sale de su asombro. “Nos avisaron cuatro días antes de empezar las obras y cuando terminan nos damos cuenta de que los toldos no encajan en los nuevos soportes”, comenta el responsable del restaurante La Pubilla. La incredulidad se repite entre los dueños de los bares del primero de los tres tramos de la rambla. Aseguran que el Ayuntamiento no les informó de los cambios de anclajes y el cabreo es general porque aseguran que deberán poner de su bolsillo los cerca de 1.500 euros que cuesta el parasol que encaje en la nueva plataforma.
840.000 EUROS
Las obras –de 843.642 euros de presupuesto– empezaron el 28 de febrero y tienen como objetivo la renovación del pavimento. Los trabajos comprenden el tramo entre la calle Concepció Arenal y Gran de Sant Andreu. Está previsto que finalicen en junio. De momento, los operarios municipales se centran en el segundo tramo. Cuando el 12 de abril terminaron el primero y los restauradores pudieron colocar sus mesas en el paseo se llevaron las manos a la cabeza al detectar que sus toldos no encajaban.
Los socios del Livingstone, Miguel Ángel Berja y Rossend Barceló, ven su negocio peligrar. Sin terrazas, avisan, el negocio se resiente. Y mucho. “En abril hemos facturado 19.000 euros menos que en marzo”, comentan estos empresarios que emplean a ocho personas. Berja alienta entre sus colegas de sector alguna acción de protesta. “Me planto en la plaza delante del distrito y que me quiten de ahí”.
LUCRO CESANTE
Ruiz no descarta un corte de calle para visibilizar el enfado de los restauradores. Como el resto de hosteleros sostiene que, al no saber con antelación que se producirían las obras, no han podido maniobrar en sus empresas para afrontar las pérdidas de ingresos por no tener terraza durante seis semanas. “El lucro cesante es enorme. Hubieramos calculado la posibilidad de hacer algún ERTE”, señala. Dos restauradores explican que los operarios han roto algunos de los toldos y los han tirado. Ruiz denuncia que, tras la retirada de bancos y papeleras, aun no se han instalado los nuevos elementos.
A la reunión de este lunes asistió una delegación de Junts per Catalunya. La regidora adscrita de Sant Andreu Neus Munté y la consejera de distrito Maria Ximena Gadea escuchan y anotan las quejas vecinales. Los restauradores tienen intención de hablar con otros partidos. Munté explica que el grupo independentista “acompañará” a los comerciantes en su reivindicación e intentará que en la próxima comisión del distrito del próximo 5 de mayo la concejala de distrito Lucía Martín (Barcelona en Comú) se pronuncie sobre el tema.
Otro de los prejuicios ocasiones tras las obras, según denuncian los dueños de estos bares y restaurantes, tiene que ver con la luz en las terrazas. Antes de los trabajos, disponían de electricidad sin problema. Sin embargo, si quieren disponer de corriente, cada negocio debe pedir un permiso, abrir la calle y conseguir conexión.
EL AYUNTAMIENTO DEFIENDE EL PROYECTO
Desde el Ayuntamiento defienden que el proyecto, votado por 1.083 vecinos en el marco de los presupuestos participativos, es “uno de los más votados” y ha seguido todos los trámites “necesarios”. Una portavoz explica que se ha explicado “ampliamente” a comerciantes y asociaciones vecinales (como la del 23 de febrero) y que se distribuyeron “310 avisos de escala para porterías y comercios” de la zona. El consistorio dice que hay carteles de obras y lonas que informan de la actuación.
Sobre la polémica de los toldos, el gobierno municipal argumenta que ha cumplido con la normativa y que las bases para instalarlos son las mismas que se han instalado en “otras fases”. La diferencia, dice, es que ahora son metálicos y no de plástico. El Ayuntamiento explica que mantiene un contacto estrecho con el Eix Comercial, asociación de comerciantes que agrupa a bares de toda Barcelona, para cualquier contratiempo que pueda surgir y que los técnicos acuden.
“El AYUNTAMIENTO NO ESTÁ A LA ALTURA”
“Se nos exige mucho pero luego el Ayuntamiento no responde. No está a la altura”, se queja Miguel Ángel García del Öuzö. Este joven restaurador verbaliza el mismo sentir de sus colegas. Las terrazas han revitalizado en los últimos años un paseo que perdió atractivo tras la crisis inmobiliaria de 2008 y la lenta resaca de la debacle económica de la que España empezó a salir en 2014. “Somos un referente en el distrito y están dejando morir la rambla de nuevo”, insiste García. “Si no fuera por nosotros aquí a las 21.00 no pasearía nadie”, añade Ruiz.