En esta entrevista, Nadja comparte las razones por las cuales migró a Estados Unidos y todo lo que enfrentó a raíz de ello, además de cómo esto la llevó a transformar su identidad. También comparte sus reflexiones sobre el impacto que los migrantes tienen tanto en el país que adoptan como en el país del que provienen, a pesar de que este los termina rechazando, y el importante papel que juega la generación de riqueza y empleo hasta en la forma en que ellos se perciben a sí mismos.
¿Cuál era tu idea sobre los migrantes hace 30 años y cuál es tu concepto ahora?
Tu perspectiva se vuelve muy diferente cuando te vas por primera vez a un país en donde no tienes elementos para sentirte en casa, no sabes el idioma –yo migré sin idioma–, no tienes amigos –yo fui la primera de mi familia en migrar, después todos me siguieron– ni tienes dinero –lo que significa que no tienes una plataforma económica de protección que te haga socializar más fácil y ni siquiera establecer una imagen que pueda provocar respeto en los demás.
Tú piensas, como pensamos la mayoría de los migrantes estadísticamente, que vas temporalmente. No piensas que vas tras de un sueño, como el “sueño americano”, que es lo que todo mundo dice; es un tema mucho más sencillo de sobrevivencia. Vas para lograr sobrevivir, para tener un ingreso que no tienes en México. “Calidad de vida” ni siquiera está en tu radar, el “sueño americano” ni siquiera está en tu radar.
Es bien fácil: lo único que quieres es que los tuyos coman y comer tú. Y piensas que algo va a suceder y tendrás la oportunidad de volver a México, y de esta forma no perder tu identidad.
Cuando te vas a Estados Unidos, tienes que deconstruir absolutamente todo lo que eres y dejarlo atrás, no solamente desde la perspectiva de dejar de lado a la familia y a los que quieres y no volver a verlos. No puedes cruzar: si te vas con una visa de inmigrante, esa visa te pide estar en un limbo donde no puedes volver a México, y si te vas de ilegal, igual. Estás arriesgando tu vida cada que vas a ver a los que quieres.
Mi perspectiva –y la de todos los migrantes que se van para quedarse– va a cambiando, precisamente porque empiezas dejando tu país de lado, pensando que sigues perteneciendo a ese país y quieres volver. Luego evolucionas a lo que dice todo mundo: sientes que no eres ni de aquí ni de allá.
Allá no dominas el ámbito, no eres respetado, no hablas bien el idioma ni encajas en ningún lado… tienes que navegar bajo el radar. Y en México, eres tratado como traidor a la patria –con todo y que la mantienes–, extranjero, extraño, mamón, malinchista… Entonces pierdes identidad y patria en los dos lados.
Después, en otro cambio de vida, comienzas a generar suficiente dinero, lo que te permite un cambio de percepción en la imagen, sobre todo hacia ti mismo, pero también de los demás hacia ti, porque te respetan a través de la generación de riqueza.
El ignorado papel de los migrantes en la economía
Los migrantes somos muy buenos para hacer empresas, cometa Nadja. Somos el único grupo étnico en Estados Unidos que crece sus empresas al 25% anual sustentable. Por otra parte, los latinos representamos a más de 70% por México. Y en ese rubro, la que más empuja es la mujer. La mujer mexicana está hasta arriba de la lista respecto a generar empresa, sostenerla y crecerla. Lo que eso significa es que también generamos empleo, y no nada más contratamos a migrantes mexicanos, contratamos a todo mundo. Eso hace que el respeto cambie.
Aquí algunos datos: “En los últimos 10 años, la cifra de los dueños latinos de sus propios negocios creció en un 34% comparado con el 1% de aumento en el número total de propietarios de negocios en todo el país, de acuerdo a un estudio reciente de Stanford University”(1). Este estudio también “encontró que los negocios latinos contribuyen alrededor de $500 billones a la economía en ventas anuales”(2). Nada mal, ¿no?
Y volvemos al tema de la identidad. Nos vamos de México pensando que nuestra identidad es mexicana, la evolucionamos a no ser ni de aquí ni de allá y luego, con este cambio socioeconómico, la evolucionamos a lo que yo llamo “ser de aquí y de allá”: Ya le sabemos a los dos lados, ya dominamos los dos ámbitos, entonces ya somos de aquí y de allá.
Después, en el cambio generacional hacia nuestros hijos o nietos, se pierde el de allá. Nos quedamos siendo nada más de Estados Unidos. Ahí es donde ocurre una pérdida de remesas e identidad, nuestros hijos ya no hablan español, por ejemplo.
Yo lo observé en mi historia, lo sigo observando, y es la manera en que se comporta el migrante en cierto punto hacia su legado, sus hijos o su trayecto. Va cambiando su perspectiva respecto a lo que significa ser migrante y la migración, incluso a nivel muy personal.
La aportación de los migrantes o los hijos de los inmigrantes a la economía de Estados Unidos es inmensa. Como ejemplo de esto, tomemos el último gran informe sobre la aportación al crecimiento estadounidense, con datos de 2010. Podemos encontrar que “el 40% de las grandes compañías del Fortune 500 estaba fundada por un inmigrante (90 empresas) o por hijo de inmigrante (114 empresas)” (3). Más importante aún, los ingresos generados por estas empresas son mayores que el Producto Interior Bruto de la mayoría de los países del mundo –excepto Estados Unidos, China y Japón.
“No voy para quedarme, un día voy a volver”, eso piensa un migrante de forma temporal. Pero este pensamiento cambia a través del tiempo.
La sobrevivencia como motor principal
No tengo mucha información respecto a la perspectiva del migrante internacional, pero si usamos el bloque América del Norte como ejemplo, yo creo que hay mucho qué decir de muchos, muchos tipos de migración. Si se pudiera contener nada más a eso como muestra de mercado, debo decir que me llama mucho la atención nuestras diferencias generacionales a través de los países, las etnias y las nacionalidades.
Si tu papá o tu abuelo emigraron o ni siquiera recuerdas quién de tu familia lo hizo, piensas diferente sobre la migración y el migrante que si tú personalmente lo hiciste. Podemos utilizar como ejemplo al expresidente de Estado Unidos Donald Trump: su mamá era migrante, trabajaba limpiando casas. Eso nos habla mucho al respecto del tema.
El motor de la migración desde el nacimiento de la humanidad, es la sobrevivencia. Hay una gran diferencia, no nada más filosófica, sino práctica entre la definición de mejora en calidad de vida y la definición de SO-BRE-VI-VEN-CIA al nivel más básico.
Si revisamos los últimos números de la Secretaría de Relaciones Exteriores en México, estos reflejan que la migración de rusos hacia México ha incrementado más de 300% mensual desde el inicio del conflicto con Ucrania. Es un muy buen ejemplo para conocer de fondo los motivadores de la migración. Es un tema de sobrevivencia del más fuerte, darwinismo puro, survival of the fittest. Lo ves en la mariposa monarca, que hace trayectos tan grandes para sobrevivir y que su legado sobreviva, no para mejorar su vida. Igual el ser humano, como los haitianos que vienen a México.
Ciertamente es diferente un refugiado, un migrante ilegal y un inmigrante legal. Sin embargo, creo que el motivador en todos los casos es el mismo. El principal motivador tiene que ser la sobrevivencia, tiene que haber algo muy, muy grande en tu vida, un evento muy fuerte para que salgas de tu zona de “confort”, pues es contrario a la condición humana. Dejas eso porque ves que vas a morir de hambre o porque tu única opción es volverte narcotraficante o prostituta. La base es la misma, aunque cambien las generaciones, las historias y los estatus legales.
Mi definición de migrante parte de ahí. Una diferencia muy grande entre migrante e inmigrante es que hay una historia de sobrevivencia detrás de “migrante”, y hago una diferenciación entre ciertas calidades de visas de inmigrante, como las de jornaleros y las de campo, porque el factor común sí es la sobrevivencia como motivador principal.
El Informe sobre las Migraciones en el Mundo 2022, explica que la estimación más reciente es que en 2020, el 3,6% de la población mundial es migrante. ¿Suena poco? Son alrededor de 281 millones de personas, cada una con una historia diferente, pero con elementos comunes.
Toda historia tiene un comienzo
Yo crecí en Ciudad Juárez y tuve la fortuna de tener cuatro hermanos muy gregarios. Mis hermanos son lo máximo, y el universo me los dio para compensarme la falta de padres, pues tengo dos papás que son excelentes seres humanos, pero que no eran buenos en la paternidad. La familia de mi mamá era exageradamente agresiva, a un nivel de que ponía en peligro nuestra integridad física. Mi mamá lo permitía y mi papá era un cero a la izquierda. Cuando empiezan a acotarse tus opciones, lo que te queda sigue comprometiendo tu integridad física.
En ese entonces, en Ciudad Juárez, la gran industria era la manufactura. Si yo, con 17 años, me iba a trabajar a la industria maquiladora en tiempos de las muertas de Juárez –cuando el “mercado” al que iban estos predadores eran niñas de mi edad, entre 16 y 22 años–, la posibilidad era vulnerarme. Además, un salario muy, muy mínimo nunca me iba a permitir sostener o ayudar a mis hermanos o, en el futuro, a mis hijos. Tampoco aspiraba a pasar de una línea de producción, porque no tenía estudios.
La prostitución, no sé si todavía, pero en Juárez era una gran industria, así como el narcotráfico, por ser tránsito, no por ser una mala ciudad. Quizá otra opción era casarte con alguien que te mantuviera, pero implica olvidarte del resto de tu familia, porque ya estás buscando tu sobrevivencia solo, no en grupo.
Como esas eran mis opciones, decidir migrar se volvió mucho más sencillo.
La mayoría de los migrantes también tienen hijos. Eso te hace pensar en que tus hijos podrían tener la misma vida que tú has tenido: de abuso, carencia extrema y falta de opciones… no está padre. Al final del día, la felicidad tiene una correlación altísima con las opciones.
Cuando estás en una cárcel, no tienes la opción de ser libre, y ese es tu castigo, te están quitando felicidad. Cuando tienes más opciones, eres más feliz. Si yo te fuerzo a hacer cualquier cosa que no quieres, como comerte diario tu platillo favorito, vas a terminar odiándolo, porque te estoy quitando opciones. Creo que la mayoría de nosotros migramos primero, buscando sobrevivir y, como segundo punto, abrir nuestras opciones.
Yo lo único que sabía en ese momento era que podía ganar más, y no me refiero a dinero, sino que hablo en términos de libertad y felicidad. Podía llegar a un lugar en donde las decisiones pudieran seguir siendo mías. Empleada por el narcotráfico o como prostituta, no podía, las opciones iba a ser de alguien más.
No había ese análisis inteligente detrás de todo esto, era más de aventarme y averiguar después. Pero a nivel subconsciente, hay un análisis en todos lo que migramos; pensamos: “qué hay aquí y cómo puedo sobrevivir”, para después expandir mis opciones. No es el sueño americano con la casa con el white picket fence, no pensamos tan lejos.
El invisible sostén de todo un país
Mi primera credencial, antes de decir que soy emprendedora, empresaria, mujer –incluso antes del tema de género!–, siempre digo: “Soy primera generación migrante”. Lo que eso significa es que soy grupo, soy parte de una nación que todavía no se define, pero se va a definir. Y cuando digo eso, lo que trato es de identificarme con las características de esta nación para precisamente hacer nación y que cambie esa percepción en la imagen tan pobre que tenemos de los migrantes.
Como parte de esa nación, soy el primer factor de contribución al PIB de México. Sin tener un territorio, soy el estado más importante: demográficamente, soy el segundo más importante; en términos de relación comercial binacional comercial, soy el factor más importante. También soy el primer estado de consumo en Estados Unidos.
Y siempre pensamos solo en remesas, pero soy todo. Estoy sosteniendo como nación, no solo la economía mexicana, sino la relación entre los dos países. Estoy llenando una necesidad en Estados Unidos que nadie más va a llenar –ilegal, legal, como sea–, pero si me excluyo, se cae toda la estructura económica y con esa caída, se cae México. Entonces, el migrante es lo más importante.
Hace unos días, platicaba con un diplomático que en diciembre de este 2022, el día 12, se festejan las fiestas del 200 aniversario de la relación binacional entre México y Estados Unidos. Y le dije: “Si estamos festejando el aniversario, eso me convierte a mí y a todos los migrantes en el festejado, ¿no?”. Yo soy el del cumpleaños, ¿dónde está mi pastel?, ¿cuándo le voy a soplar a las 200 velitas?
Y para ahondar más en este tema, podemos decir que en 2021, las remesas en México alcanzaron un récord histórico de 51.594 millones de dólares y el envío de dinero de mexicanos en el extranjero se incrementó un 27,1% más respecto a 2020, de acuerdo a lo que informó el Banco de México. “Para la economía mexicana, ya representa una de las principales fuentes de divisas, equivalente al 4% del PIB”. (4)
Por otro lado, “las remesas ya se convirtieron en la segunda fuente de ingresos de dólares al país, que no es poca cosa. Ya superaron a la inversión extranjera directa (IED) o los ingresos obtenidos por turismo”, dijo en su momento Janneth Quiroz, subdirectora de Análisis Económico en Monex Grupo Financiero. (5)
Como se puede ver, las remesas tienen y han tenido durante mucho tiempo una gran importancia para el sustento de las familias mexicanas… y del país entero.
Limpiar la imagen de los migrantes, un pendiente nacional
Creo que el cambio de percepción en la imagen que tenemos en México es patético; es muestra de que, como país, no hemos tenido la capacidad de ponerle rostro a las cosas y seguimos viendo a compatriotas que sacrifican su calidad de vida para dársela a su familia y a sus pueblos como un número en millones de dólares en remesas.
¡No!, ponle nombre y apellido. Di, por ejemplo, que nuestras empresas crecen como no crecen en México, que esa hambre de sobrevivencia nos hace hacer cosas inéditas en cualquier lado. Y cambia esa percepción de nosotros hacia nosotros mismos y también de México, que debería de ser el país más agradecido y convertir no la migración en algo aspiracional, no, no, no, sino las características que se desarrollan como aspiracionales y enseñarlo como un modelo en las escuelas. Decirles: “No necesitas migrar, pero si conviertes tus ganas y tu trabajo arduo, puedes lograr todo esto”. El modelo perfecto sería responder una gran pregunta: ¿Qué hacemos en Estados Unidos como empresarios que no estamos haciendo en México?
Sí, está el obstáculo de la corrupción, ¿pero me vas a decir que la corrupción aquí es un obstáculo, pero no tener dinero, hablar inglés y andar navegando sin papeles en otro país está bien fácil? Tenemos que convertir este modelo en un modelo aspiracional, extrayendo el elemento migratorio y diciendo ¿cómo le hacemos para replicar ese genoma para ver qué los hace ser como son y replicarlo en México sin que migremos? Porque al final del día, cuando vemos el tema de inmigrantes, lo que tenemos es una gran fuga de talento.
No somos como los irlandeses [entre 1845 y 1849, durante la llamada Gran Hambruna, la población de Irlanda se vio sometida a una grave crisis alimentaria y sanitaria, conocida como la “hambruna de la patata” o la “hambruna irlandesa”, que tuvo como consecuencia que alrededor de un millón de personas perdiera la vida y otro millón se viera obligada a emigrar (6)]. Ellos mandaban a sus peores, y cuántos años después mucha gente dice que tiene sangre irlandesa. Antes eran repudiados por ser carceleros, reos y gente indeseable, igual que con los ingleses… y ahora todo mundo presume de tener sangre europea.
Nosotros mandamos lo mejor que tenemos, y sé que suena tremendo que yo diga eso sobre mi persona, pero mandamos a la gente más valiente. Toma un montón deshacerte de todo lo que eres para convertirte en algo que no sabes ni qué carajos es. En los temas de visas temporales, mandamos a la gente más talentosa, a nuestros ingenieros mecánicos industriales, a los que nos costó más trabajo que lograran una escuela después de que sus padres y sus abuelos no llegaron a la prepa. Ellos son la primera generación en graduarse, y se los llevan a Estados Unidos.
“México debería de defender a los migrantes, no por su valor en remesas solamente, sino por su valor de replicación, por poder disectar los elementos que tiene ciertas personalidades y replicarlos en las nuevas generaciones”.
Mi papá les puso nombres de libros o ensayos literarios a todos sus hijos, Yo soy el libro “Nadja”, de André Bretón, quien por lo que sé, fue discípulo de Nietzsche. Represento el deseo de ponernos nombre de distintas corrientes filosóficas que reflejaban, me imagino, su forma de pensar. En la perspectiva de mi papá, represento el surrealismo, que me parece que va muy de la mano con mi historia migrante, la comodidad con lo desconocido, donde yo creo que pueden tocarse la característica de mi nombre con mi historia personal.
Mi apellido es Giuffrida. Se me ha criticado mucho porque dicen que es un alias, pero es parte también de esta historia migrante. En Estados Unidos, la mujer deja ir sus apellidos cuando se casa con alguien. Mis apellidos son Pedroza Gutiérrez. Giuffrida es el apellido del papá de mis hijos; decidí quedármelo y no volver a mi apellido paterno precisamente por eso: es un símbolo de cómo tuve que deconstruir una historia y construir una historia más. Aunque quise volver durante mucho tiempo, ya no puedo volver, aunque quiera. Ya se consolidaron muchas cosas alrededor de eso como para volver a desarmar algo que ahora es más grande y de lo que ya dependen no solo mis hijos y mi familia, sino también empleados y empresas. Ahora implica un mayor costo.
“Si viéramos a los migrantes con la claridad correcta, creo que a México le iría muy diferente”.
Inclusive desde la perspectiva nada más de conveniencia. Creo que si el Gobierno mexicano hiciera el esfuerzo de cambiar la imagen errónea que existe sobre nosotros los migrantes, podríamos tener más peso en ciertas negociaciones y más representación en Estados Unidos para defender nuestros procesos. Además, cualquier persona en campaña –y lo he dicho muchas veces– que viera a México no como territorio, sino como nación, y que hiciera un esfuerzo por incluir a los mexicanos fuera de México, nada más en el respeto de las garantías individuales que nos debe nuestro país, trascendería en la historia como el mejor presidente de México como nación, no como territorio.
*Nadja es primera generación migrante, mexicana-estadounidense, CEO y presidenta de Dextro, LLC y presidenta de la Fundación Thinkers.
Fuentes:
1 y 2
https://www.usatoday.com/in-depth/news/nation/2020/02/24/los-latinos-estan-abriendo-mas-negocios-que-cualquier-otro-grupo/4807575002/
3
https://elpais.com/internacional/2017/02/07/actualidad/1486472271_444169.html
4
https://elpais.com/mexico/2022-02-01/las-remesas-en-mexico-alcanzan-un-record-historico-de-51594-millones-de-dolares-en-2021.html#:~:text=Para%20la%20econom%C3%ADa%20mexicana%20ya,operaci%C3%B3n%20fue%20de%20381%20d%C3%B3lares
5
https://www.latimes.com/espanol/mexico/articulo/2022-02-01/las-remesas-record-dan-un-respiro-a-la-economia-de-mexico
6
https://historia.nationalgeographic.com.es/a/gran-hambruna-irlandesa-desastre-humanitario_15669
Suscríbete aquí a nuestro Newsletter para que estés al día con nuestros contenidos.