El secretario de Estado estadounidense, Antony Blinken, inició este martes (19.04.2022) en Panamá una nueva ofensiva diplomática para controlar la migración irregular en América Latina, un dolor de cabeza en la región.
El viaje de dos días, el primero del jefe de la diplomacia estadounidense a América Latina este año, se produce semanas antes de que el gobierno del presidente Joe Biden ponga fin a las restricciones por la pandemia que permitieron expulsar rápidamente a migrantes a México.
Blinken y el secretario de Seguridad Interior de Estados Unidos, Alejandro Mayorkas, se reunirán el miércoles en Ciudad de Panamá con homólogos de más de 20 países de las Américas para hablar de cooperación en materia de migración. Se trata de una antesala de la próxima Cumbre de las Américas que se celebrará en Los Ángeles en junio, donde se abordará ese tema.
Durante una reunión con el presidente de Panamá, Laurentino Cortizo, Blinken destacó la “importancia de la cooperación regional” para garantizar una migración “segura, ordenada y humana”, según informó el vocero del Departamento de Estado, Ned Price.
El jefe de la diplomacia estadounidense también enfatizó la importancia de “estar juntos” contra la invasión de Rusia a Ucrania, que ha provocado la huida de más de 4,9 millones de personas.
Las negociaciones de Panamá, precedidas por una reunión regional similar en Colombia en octubre del año pasado, tienen como objetivo impulsar el apoyo a las naciones que reciben refugiados, incluso a través de instituciones multinacionales.
“Ahora hay más gente moviéndose alrededor del mundo -desplazados de sus casas- que en cualquier momento desde la Segunda Guerra Mundial. Y lo estamos sintiendo aquí en nuestro hemisferio”, dijo Blinken antes del inicio de las conversaciones.
Las autoridades estadounidenses detuvieron a más de 221.000 personas en la frontera con México en marzo, la cifra más alta en un solo mes en más de dos décadas.
Causas profundas de la migración
Ciudadanos de El Salvador, Guatemala, Haití y Honduras huyen de la pobreza extrema, la violencia desenfrenada y los desastres naturales agravados por el cambio climático.
La inhóspita selva del Darién, en la frontera entre Panamá y Colombia, también se ha convertido en un corredor para la migración irregular que, desde Sudamérica, trata de cruzar América Central hacia Estados Unidos.
En 2021 más de 133.000 personas cruzaron esa jungla panameña, una cifra récord que superó lo acumulado entre 2010 y 2020, mientras que en 2022 ya la atravesaron más de 13.000, más del doble que en el mismo período del año anterior. En su mayoría son venezolanos, haitianos, senegaleses y cubanos.
Además, en 2021 al menos 51 personas habrían fallecido mientras cruzaban la selva, donde los migrantes se enfrentan a animales salvajes, ríos caudalosos y grupos criminales.
La crisis económica y política de Venezuela ha provocado un éxodo de más de seis millones de personas, siendo la vecina Colombia la que más ha recibido.
Desde que llegó a la Casa Blanca el presidente Joe Biden ha prometido analizar las causas profundas de la migración y adoptar un enfoque más humano que el de Trump.
Pero los tribunales le obligaron a mantener una política de su antecesor en virtud de la cual los migrantes esperan en México mientras se procesan sus casos, a pesar de las críticas de los defensores de los refugiados.
El 23 de mayo el gobierno pondrá fin no obstante a otra política de Trump, que esgrimió la crisis del COVID-19 para expulsar de inmediato a los migrantes afirmando que lo hacía para frenar la pandemia.
mg (afp, La Estrella de Panamá)