¿Qué es la moda sostenible?
En detrimento de este modelo con saldo negativo, emerge con fuerza la llamada moda sostenible. Tal es así que la ONU conformó la Alianza para la Moda Sostenible, en el marco de la Asamblea 2019 de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente, que tuvo lugar en Nairobi, Kenia, en marzo del 2019.
En su página web, la Alianza de las Naciones Unidas para la Moda Sostenible se presenta como una iniciativa en conjunto con organizaciones aliadas que tiene por objetivo contribuir a los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) “a través de una acción coordinada en el sector de la moda”.
Para Chávez, la moda sostenible hace referencia al surgimiento de un tipo de oferta donde conviven diversas realidades.
Por un lado, marcas con criterios sociales, ambientales y económicos dignos, de comercio justo, creadores locales y artesanía tradicional.
Por el otro, la emergencia de alternativas que permiten alargar la vida de las prendas y reutilizarlas (segunda mano, préstamo, alquiler, bibliotecas de moda, armarios en la nube) o que facilitan desmercantilizar los armarios (trueque, intercambiadores, auto costura).
Esta alternativa emergente replantea, según Chávez, el tema de la confección, la distribución, la comercialización, el uso y el consumo hacia lógicas que ponen en el centro de sus modelos el cuidado de la biodiversidad, de las personas y de la vida.
Aunque para la especialista, la moda sostenible aún no supone una competencia a la industria convencional, sí la cuestiona, por ejemplo, en su aceleración de los ciclos y metabolismos productivos textiles donde el fast fashion llega a lanzar más de 50 colecciones al año.
Moda sostenible: la economía circular aplicada a la industria textil
Claro está que las definiciones de moda sostenible varían según el especialista. Sin embargo, la búsqueda de un desarrollo más armónico que deje atrás al fast fashion es un consenso entre todos los que impulsan dicho movimiento.
La economía circular es aquella forma de producir, almacenar, distribuir y consumir bienes de manera responsable, por ejemplo, utilizando materiales no contaminantes, prolongando la vida útil del objeto, apelando al reciclaje y la reconversión y velando por las condiciones dignas de los trabajadores de la industria.
En México existe una plataforma dedicada desde hace más de 10 años a buscar el impacto positivo del sector: se llama Fashion Green y la lidera su fundador y especialista en diseño y moda sostenible, Jean Verdier.
En diálogo con National Geographic, vía videollamada, el experto mexicano definió lo que se considera, desde su lugar, un representante de la moda sostenible. Para Verdier, se trata de un tipo de moda que tiene en cuenta tres pilares fundamentales en la construcción del diseño: lo social, lo ambiental y lo económico. Según destacó, el aspecto económico es el que le resulta más trascendente, porque involucra al modelo de consumo que tenemos.
El libro de Opazo también se refiere al asunto, afirmando que “la moda sostenible es dejar de producir y consumir como lo estamos haciendo y, para ello, los cambios que debemos realizar son claramente más complejos de lo que el Fashion Pact propone. La moda sostenible es difícil e incómoda para la industria tradicional”.
La autora se refiere con Fashion Pact a la iniciativa impulsada por compañías textiles, distribuidores y proveedores para asumir prácticas más amigables con el ecosistema. Un “pacto de la moda” que, en su opinión, no es suficiente.
En palabras de Chávez, “la moda sostenible es sentido común, es humanidad y es pensar en un futuro, porque el fast fashion solo piensa en el corto plazo, en vaciar nuestros bolsillos y estropear nuestro entorno. La moda sostenible, en cambio, busca un equilibrio”.
Este modelo también recibe el nombre de slow fashion (o moda lenta) ya que, tal como relata Chávez, propone fabricar de forma duradera, desacelerada, descentralizada, a pequeña escala, local, con estándares ecosociales que respetan los límites biofísicos terrestres y mantengan las tradiciones textiles autóctonas.
A pesar de los conceptos y las ambiciones cada vez mayores, Vedier reconoció que, en la práctica, pocas marcas pueden ser consideradas íntegramente sostenibles. “Pasa mucho que se ocupan de uno de los pilares, o reciclan, o usan un poco de algodón orgánico, o trabajan con algunos artesanos y ya por eso se anuncian como ecológicas o sostenibles”, enfatizó.
En ese sentido, la transparencia en el reporte de las acciones de una empresa serán la clave para determinar quiénes verdaderamente cumplen con el nuevo paradigma.
(Contenido relacionado: Cinco victorias que dieron esperanza a la causa ambiental en 2021)