ROSARIO (Corresponsalía Santa Fe) La novela de la hidrovía Paraguay-Paraná sigue con su trama compleja y promete tener su capítulo más denso en unos meses cuando se deba empezar a trabajar sobre el proceso licitatorio del dragado y balizamiento que se adjudicará por 15 años. La Bolsa de Comercio de Rosario (BCR) puso el ojo en una de las pocas sillas que quedan por llenar en el Ente de Control y Gestión de la Vía Navegable y pretende ocuparla para que los privados tengan incidencia en una historia minada de política. El gobernador Omar Perotti puso su ficha personal en otra silla de peso para sostener su injerencia nacional y se ganó algunos murmullos.
El ente contará con un consejo directivo de 15 miembros de los cuales ocho responderán al Gobierno (presidencia y ministerios de Transporte, Desarrollo Productivo y del Interior) y siete a las provincias con costa en la hidrovía. Además se creará una comisión asesora, que dictaminará con carácter no vinculante en las cuestiones que sean sometidas a su consideración por el consejo directivo.
Al ser no vinculante, no tendrá peso específico en las decisiones de fondo que terminarán definidas por la política del consejo directivo. Pese a esto, el presidente de la Bolsa de Comercio de Rosario, Miguel Simioni pretende que la institución haga pie en esa comisión para promover el sistema e impulsar los intereses de sus socios que van desde puertos privados, semilleros, corredores, acopiadores, aceiteras y agroexportadores.
El objetivo real de ocupar esa silla, que por ahora no es unánime al interior de la casa de comercio, es influir en la elaboración del pliego de la licitación larga del dragado y balizamiento que debería estar lista para septiembre, aunque los tiempos burocráticos anticipan una nueva demora. A su vez, la Bolsa no quiere quedar lejos de la revisión y hasta “la percepción (…) de las tarifas y/o peajes”.
En las últimas semanas Simioni se movió con algunos contactos de la política santafesina para lograr un puente hacia la comisión. No está claro si entre esos políticos figura el gobernador Perotti, con quien el sector privado ha tenido siempre un vínculo estrecho, y que ahora le reclama por lo bajo mayor involucramiento para los intereses productivos y agroexportadores.
El antecedente inmediato de los cuestionamientos fue la designación por parte de Alberto Fernández de Ariel Sujarchuk como presidente del Ente de Control. El nombramiento sorprendió en diciembre pasado porque Sujarchuk era intendente de la ciudad bonaerense de Escobar, sin historia portuaria, y, además, llegó con nula trayectoria personal en materia de transporte de vías navegables. Todavía murmuran la imposibilidad del gobernador de imponer a un referente del Gran Rosario, corazón de la hidrovía y desde donde se exporta el 80% del comercio exterior nacional. Pensaba darle esa silla al Ente Administrador Puerto Rosario (Enapro), puntualmente a su director de Asuntos Jurídicos, Marcelo Terenzio, pero no pudo torcer el rumbo del Presidente.
En ese punto fue todo rosca política: Sujarchuk cobró con creces y Perotti se quedó sin chances. Según comentaron cerca del santafesino, a la hora de no hacer tanta fuerza por esa silla pesó la cantidad de inversiones en logística que bajó Nación, por ejemplo, con el Belgrano Cargas. Primó equilibrar el vínculo con Casa Rosada en tiempos en que no había tanto desgaste.
Otra oportunidad
Sin la presidencia del Ente de su lado, el sector agroexportador santafesino creyó tener otra chance para tener injerencia en un negocio que tuvo cautivo por 25 años sin siquiera olor a Estado. Apostaron a que la silla correspondiente a la provincia de Santa Fe en el consejo directivo sea para alguien que pueda articular con los diferentes actores privados y tener roce en el tema, y no se reduzca solamente a la política provincial. Esperaban un gesto de Perotti con un par de nombres en danza y precalentando. Nada de esto ocurrió.
Finalmente, ocupará ese cargo la actual secretaria de Gestión Federal de Santa Fe, Candelaria González del Pino, quien conecta los intereses provinciales con la Nación desde su oficina en Buenos Aires. Se trata de una escudera silenciosa del gobernador que tuvo su recompensa. El nombre ya está definido, incluso la propia funcionaria lo comentó hace poco en una reunión privada con el sector.
Lo curioso, y que en los pasillos de la Bolsa mencionan, es que en su momento el gobierno provincial cuestionó la designación de Sujarchuk por su poco conocimiento de la hidrovía, y ahora se define por una funcionaria con mucha gestión en cuestiones federales aunque sin el necesario conocimiento de logística o transporte. Otro dato llamativo es que el gobernador no insistió con Terenzio, el ejecutivo del puerto de Rosario que pretendía antes para la presidencia del ente.
De esta forma Perotti volvió a apostar por alguien de su confianza estrecha y amoldada a su gestión, más que a un diseño integral. Busca garantizarse línea política en las decisiones del consejo que, vale aclarar, ni siquiera se constituyó y, en caso de no poner una marcha más, amaga con ser un nuevo ente sin pena ni gloria, coinciden fuentes del ámbito, como lo fue la idea de la Sociedad del Estado o el Consejo Federal de Hidrovía.
Por ahora los únicos movimientos formales fueron la designación de su presidente y la cesión de un inmueble en Rosario, que por ahora está en estado de abandono, por parte de la Nación para constituir la sede. La cuestión de fondo es la licitación que se vislumbra cada vez más lejana, al punto que se empieza a especular con las elecciones nacionales como su deadline. La dirigencia hace sus apuestas e intenta llenar casilleros. El éxito o el fracaso de toda la novela de la hidrovía influirá a la hora de revisar lo hecho por los protagonistas de cara a las elecciones de 2023. El gobernador Perotti será uno de los que pase al frente.