La autoridad competente anunciaba el día siete de marzo la lista de los doce candidatos a la presidencia de la República Francesa que participarán en el escrutinio más trascendente, el día 10 de abril, tras haber superado el condicionante de los 500 avales. Treinta y ocho fueron los aspirantes que habían exteriorizado su pretensión de competir por la máxima magistratura del Estado, de los cuales 26 han sido sucesivamente arrumbados, unos por eliminación en las elecciones primarias de los partidos que recurrieron a ese sistema de selección del aspirante que los iba a representar, otros por no haber obtenido la insoslayable adhesión del medio millar de patrocinadores, los menos, en fin, por desistimiento, tras constatar la imposibilidad de resistir hasta este momento o siquiera de cubrir las primeras etapas de la larga, difícil y disputada carrera.
La campaña electoral. Si bien sabemos que oficialmente empezó dos semanas antes del primer escrutinio, es decir, el veintiocho de marzo, en la práctica la actividad de los partidos arrancó en el otoño, dando tiempo a la información, al conocimiento exhaustivo de los candidatos, de sus programas y sus propuestas. Le han atribuido a esta campaña calificativos tales como átona, desustanciada, oscura (por el factor miedo que la ha rodeado), “campaña fantasma” en la pluma de un cronista. La falta innegable de dinamismo ha venido motivada por diversos factores, entre ellos tal vez el más importante haya sido la ausencia de Macron, el presidente-aspirante, el mejor valorado en todas las encuestas y el más probable ganador. Jugando las bazas que más le convenían, fue el último en dar a conocer su decisión de concurrir, justo el día que cerraba el plazo, a través de una carta publicada en prensa. Luego se ha ido escudando en el hecho de presidir Francia durante este primer semestre el Consejo de la Unión Europea y, más aún, el estallido de la guerra de Ucrania, en torno a la cual Macron está siendo el más activo intermediario entre las partes implicadas. Su ausencia, y la ocultación de su programa, desmotiva a los demás contrincantes, deseosos de debatir, de medirse con el principal contrincante. No ha habido debates entre los competidores en la televisión, (sí programas con otros formatos); tan solo ha dado un mitin en toda la primera vuelta.
También ha contribuido la escasa fuerza de una izquierda, atomizada e insignificante frente a la pujanza de la derecha y la extrema derecha. La ausencia de un partido capaz de liderar, que pudiera ser aceptado y aglutinar a todos, la socialdemocracia moribunda, el líder más a la izquierda aireando que “agrupación, si, pero detrás de mi”, intentos fallidos como la denominada votación “primaria popular”, serán motivo para que muchos de sus potenciales votantes se decanten por Macrón y otros por la abstención, uno de los grandes temores de las autoridades.
La mayor atención la ha acaparado la bicéfala extrema derecha. Le Pen ha practicado una política de moderación, de endulzamiento de su figura, de serenidad, de sonrisa de oreja a oreja, (tras la sonrisa el horror, analizaba en profundidad un periodista en su columna), de ocultar los errores del pasado, como su relación con Putin, que le están dando generosamente resultado y la van a colocar en la segunda vuelta. La irrupción de Zemmour fue como una tormenta, su calidad oratoria y su discurso populista consiguieron inicialmente elevarlo hasta el cenit en las encuestas y atraer a su campo destacados personajes de otros partidos, principalmente del RN y del LR.
Las primarias del tradicional partido de la derecha, LR, parecieron resucitar a su líder Valerie Pécresse, que debía ser, a tenor de los pronósticos, la rival de Macron en la segunda vuelta, pero el globo se ha ido desinflando y sus opciones parecen escasas,
Macron, cuyo giro a la derecha es cada día más evidente, con propuestas en tal sentido en educación, jubilación, energía nuclear, ayudas sociales, medios de comunicación, está recibiendo la confianza por su gestión de la política internacional, por su experiencia; frente al resto de candidatos. No obstante, los últimos estudios son bastante alarmantes, ha bajado su cuota de apoyo por los electores y Le Pen está aumentando peligrosamente sus posibilidades en un cara a cara entre los dos.
Los doce candidatos que, con posibilidades de éxito muy dispares, intentarán entrar por las dos únicas puertas que permitirán disputar la segunda y definitiva vuelta, el día 24 de abril, son estos. (Añadimos al nombre, tras el acrónimo del partido que lideran, el porcentaje de votos que le atribuye la última encuesta, sondeo llevado a cabo del 21 al 24 de marzo, publicado el 28 y, solo para los que tienen muchas o siquiera alguna posibilidad de éxito, una breve nota biográfica y profesional).
– Extrema izquierda:
Nathalie Arthaud (Partido: Lucha obrera, LO; 0.5%).
Philippe Poutou (Nuevo partido anticapitalista, NPA; 1,5%).
– Izquierda radical:
Jean-Luc Mélanchon (Francia insumisa, LFI; 14%). Nació en Tánger en 1952. Militó en el PS desde el año 1976 hasta el 1983, cuando lo abandonó para formar otro partido más a la izquierda, el PG. En su primera etapa desempeñó cargos tan destacados como Senador y Ministro de enseñanza profesional, en el gobierno socialista, encabezado por Lionel Jospin. Ha sido también diputado europeo y candidato a la presidencia de la república en las tres últimas disputas: en 2012, en 2017 y ahora en 2022.
Fabien Roussel (Partido comunista francés, PCF; 3,5%).
– Izquierda moderada:
Anne Hidalgo (Partido socialista, PS; 2%). Nacida en la localidad gaditana de San Fernando, contaba solo dos años cuando su familia emigró a Francia. Su vida política ha girado siempre en torno al mismo partido y a la misma ciudad: el PS, París y la región en la que se ubica, Île de France. El año 2014 ganó las elecciones a la alcaldía y las revalidó en el 2020, convirtiéndose en la primera mujer que ocupa el cargo en la capital del “hexágono”.
– Ecologistas:
Yannick Jadot (Europa ecologista-los verdes, EELV; 7%). Vino al mundo en la pequeña población de Clacy-et-Thierret, al nordeste de París. Su actividad pública se ha desarrollado permanentemente en relación con la ecología, bajo el paraguas de los Verdes y Greenpeace. Ha sido diputado europeo y en los comicios electorales de 2017 y 2022, luego de ganar las primarias de su agrupación, candidato a la presidencia de la República por EELV, sin embargo en la primera se aliaron con los socialistas, cediendo a Benoît Hamon la representación.
– Centro:
Emmanuel Macron (La República en marcha, LRM; 28%). Vió la primera luz en la ciudad de Amiens, al norte de París, el año 1977. Cursó estudios en la prestigiosa ENA, Escuela Nacional de Administración, institución que él mismo acaba de suprimir este año. Ha ocupado cargos prestigiosos en la Administración pública y en la empresa privada. En el partido socialista creció arropado e impulsado por François Hollande, del que se fue alejando para lanzarse en solitario a la carrera presidencial, a cuyo propósito creó el movimiento E.M. (en marcha), apuesta que coronó con éxito en 2017, convirtiéndose en el presidente más joven del país en ascender a la codiciada y honorífica magistratura.
– Derecha:
Valérie Pécresse (Los Republicanos, LR; 10%). Igualmente parisina, vino al mundo el año 1967. En política, invariablemente unida al partido líder de la derecha gala, ha sido diputada en la Asamblea y ministra de enseñanza superior e investigación; en la actualidad presidenta de la región Île-de-France. En 2017 abandonó el partido LR, por disconformidad con el rumbo dado al mismo por la dirección, volvió a inscribirse durante la presente campaña electoral, resultando elegida en un disputado proceso de primarias.
– Extrema derecha:
Marine Le Pen (Reagrupamiento nacional, RN; 17,5%). Otra de París, su vida se inició 1968. En política estubo ligada al FN, frente nacional, que dirigía su padre: Jean-Marie Le Pen, a quien sustituiría en la presidencia en 2011. Ha sido diputada europea y candidata presidencial en 2012, quedando tercera en la primera ronda, en 2017, cuando disputó el “ballottage” a Macrón, y repite por tercera vez en esta convocatoria de 2022. En las legislativas de 2017 fue elegida diputada de la Asamblea francesa.
Nicolas Dupont-Aignan (En pie Francia, DLF; 2%).
Eric Zemmour (Reconquista!; 11,5%). Nacido también en el este de la capital, en 1958, se empeña en recordar que él no es un político profesional sino un periodista, escritor y polemista. Trabajó inicialmente para la prensa escrita, en los diarios parisinos le Quotidien y le Figaro. Especialmente ha adquirido notoriedad en la radio y la televisión como tertuliano omnipresente y permanente. Es un buen y elocuente orador. Su radicalismo antimusulman, antimigración, obsesión racista, su incitación al odio homófobo, lo han hecho merecedor de varias condenas judiciales. En 2021, al mismo tiempo que promovía la venta de su último libro, preparaba su candidatura, para lo cual fundó el partido Reconquista, con el principal objetivo de recuperar la esencia de una Francia limpia de emigrantes.
– Diversos, no encuadrados:
Jean Lassalle (Resistimos; 2,5%).
Programas, trazos y novedades más remarcables
– El derecho de voto de los ciudadanos: Mélanchon promete hacerlo obligatorio, y extenderlo a los extranjeros en las elecciones locales. Hidalgo, Jadot y Mélanchón proponen rebajar la edad, a 16 años.
– Estatus jurídico para la isla de Córcega: Mélanchon propone equiparlo al de la Polinesia Francesa. Hidalgo, Jadot, Macron y Pecresse son partidarios de estudiar la concesión de un sistema de autonomía. Le Pen y Zemmour son contrarios a cualquier grado de régimen diferenciado del resto de los territorios continentales.
– El uso del referéndum: A favor de instaurar un “referendum de iniciativa ciudadana” están los candidatos Hidalgo, Jadot, Pécresse, Le Pen y Melanchon (éste también introduciría un referéndum revocatorio). Zemmour aboga por un referéndum a iniciativa del presidente, para las medidas esenciales. Macrón se inclina por introducir un “debate permanente con los ciudadanos”.
– Relación de Francia con la OTAN: Por la salida de la organización apuestan Mélanchon, Le Pen y Zemmour. Por la permanencia se inclinan Hidalgo, Jadot, Macrón ( quien matiza además “darle sentido”) y Pécresse (que añade el deseo de fortalecerla).
– Las elecciones legislativas: Melanchon, Le Pen y Jadot son partidarios de introducir el escrutinio proporcional para los diputados de la Asamblea. Hidalgo y Macrón están en la misma línea, pero solo para una parte de los diputados.
– El papel del Parlamento: Mélanchon apuesta por crear la 6ª República e instaurar un régimen parlamentario (frente al semipresidencialista actual). Hidalgo pide acentuar el papel del Parlamento y de la oposición. Jadot aboga por la fusión del Senado con la CESE (Consejo económico, social y ambiental, que es un órgano consultivo). Macron trabajará por acelerar la tramitación parlamentaria. Zemmour quiere volver a hacer compatibles los mandatos de diputado y alcalde.
– Duración del mandato presidencial: Mélanchon adelanta que la nueva Asamblea constituyente en la 6ª República fijará el tiempo del mandato presidencial. Hidalgo es partidaria de mantener el quinquenio. Jadot y Le Pen quieren restaurar el septenario, matizando ella que solo sea elegible una vez.
– La ejemplaridad de los elegidos: Mélanchon e Hidalgo sostienen que las personas condenadas por corrupción no sean elegibles de por vida.
– Cuantía de los salarios: Casi todos sostienen, obvio resulta, la subida salarial a los trabajadores, con matices: introducir comisiones salariales en las empresas (Mélanchon), que las subidas se acuerden mediante la negociación colectiva (Hidalgo), que la cuantía sea del 10% para los salarios inferiores a 2,2 veces el SMI (Pécresse), límite del incremento 10% y exonerar de cotizaciones a los empresarios (Le Pen), exención fiscal para las horas extras y los complementos (Zemmour).
Interminable resultaría describir, siquiera enumerar, el sinfín de medidas de carácter social que debe replegar todo programa que se precie; solo vamos a desgranar algunas de mayor interés o actualidad.
La inmigración de extranjeros extracomunitarios ha sido el tema central para la extrema derecha, que ha adquirido relieve especial por la posible presencia otra vez de Marine Le Pen en la segunda vuelta -para ella la emigración es la fuente de todos los males sociales-, y por la irrupción como una tormenta del candidato Zemmour, que ha retomado la teoría del “gran reemplazamiento” (los franceses “de cuna” se van a ver relegados y sustituidos por los emigrantes que van llegando), para evitarlo predica la “inmigración cero”. Estos temas lo auparon al inicio a un grado de popularidad y de rechazo inéditos, e hizo suyo la máxima “de lo que me reprochas, yo hago una cuestión de orgullo”. Nada alejado está el pensamiento de Pécresse, que pide un control estricto de la inmigración “para defender nuestra identidad y nuestra cultura”. Suprimir la posibilidad del reagrupamiento familiar, determinadas ayudas y derechos sociales a los inmigrantes, la adquisición de la nacionalidad por nacer en suelo francés (cuando los padres son extranjeros), forman parte del largo rosario de sus propuestas.
Para los franceses y también para quienes en el exterior admiramos la cultura francesa, reveladora resulta la actitud ante los medios audiovisuales públicos. Manifiestan que eliminarán la “tasa audiovisual”, con la que se financian las televisiones y la radio públicas Macron y Pécresse, también Le Pen y Zemmour, que añaden su intención de privatizarlas. No es casual ni insignificante esta concurrencia de los cuatro. Sin unos medios estatales neutrales, formativos y objetivos no puede haber una auténtica democracia, menos aún en estos tiempos de las omnipresentes “redes sociales” y del enjambre de medios privados existentes.
Le Pen ha renunciado a su obsesión por salir de la Unión Europea y del Euro y en la misma posición está el otro representante de la extrema derecha. Ambos reivindican el reconocimiento de la prioridad del derecho de cada país de la Unión sobre el derecho común europeo, lo cual deviene un oximorón injustificable.
Otros innumerables temas han sido también objeto de atención específica y dilatada en la campaña: el poder adquisitivo, el cambio climático, las autovías, los trenes, las compañías eléctricas, correos, teléfonos, las fuentes de energía: nuclear, eólica, solar, carbón, la reindustrialización y la relocalización de las empresas, etc.
En su único mitin en la primera vuelta, en la tarde del 2 de abril, Macron ha acentuado su propósito de impulsar la autonomía en la educación, cuestión esta, apuntan los especialistas, que fácil y previsiblemente derivará en una intensificación de las desigualdades sociales y un incremento de la enseñanza privada en detrimento de la pública.
Ya en las postrimerías de la campaña ha salido a la luz un tema delicado, peligroso especialmente para Macrón, haber recurrido excesivamente durante estos cinco años a los gabinetes de asesoramiento por personas o entidades privadas, destacadamente McKinsey, por lo que implica en cuanto al gasto, a dejar las decisiones en manos de grupos de presión y usurpación de facultades a los altos funcionarios.
Poca ha sido la atención que ha merecido la preocupante deuda pública, ni los temas económicos en general, apartados por la derecha, más interesada en sus asuntos de siempre: emigración, seguridad, fiscalidad…