Fiel a su estilo y como principal portavoz de la demagogia de su Partido Republicano, el expresidente Donald Trump dijo en un mitin en Michigan el fin de semana pasado que la eliminación del Título 42 resultará en la “invasión” a Estados Unidos por entre “10 y 12 millones” de indocumentados.
Su exageración, por supuesto, es el alimento electoral que sus fieles seguidores necesitan para sentir nuevamente que pueden no solamente volver a vitorear una mentira, sino consolidar una campaña falsa que acerque otra vez a su hueco líder al poder.
“Estamos siendo invadidos por millones y millones de personas”, afirmó Trump. “Seremos inundados por la inmigración ilegal”.
La eliminación a partir del 23 de mayo de la política implementada por Trump para impedir que solicitantes de asilo lo hicieran en Estados Unidos tomando como excusa la pandemia del COVID-19, ya está generando la respuesta esperada de parte de los republicanos, que ven una apertura para explotar, una vez más, el tema migratorio con fines político-partidistas en año de elecciones intermedias. Eso, a pesar de que si bien les funcionó en la era de Trump, no les sirvió en absoluto tomar como chivos expiatorios a los inmigrantes cuatro años después, cuando fracasaron contundentemente al perder la Casa Blanca, debido al hartazgo que causó en la mayoría de los votantes su perfil xenófobo y antiinmigrante.
Pero a los republicanos se suman algunos demócratas moderados y conservadores que enfrentan reelecciones cerradas en noviembre y, como siempre, la salida fácil es invocar una frontera “descontrolada”.
En primer lugar, la idea de que entre 10 y 12 millones de indocumentados “invadirán” Estados Unidos por el fin del Título 42 es una falacia. Si a cifras vamos, el Título 42, desde que fue implementado hace dos años, ha removido a aproximadamente 1.7 millones de indocumentados que han intentado solicitar asilo. Y se recalca eso, “intentado”, pues de lo que se trata es de ejercer un derecho, independientemente de que la respuesta sea negativa. Repetimos, no todo mundo logra el asilo, como quieren hacer ver ahora Trump y los suyos con esa “invasión” que solo existe en su cabeza y en sus pesadillas más antiinmigrantes.
Cabe señalar, además, que obviamente tras dos años de impedir que personas legalmente solicitaran asilo en Estados Unidos, es de anticiparse un repunte en la frontera alimentado por las crisis políticas y económicas a través del mundo, exacerbadas por la pandemia. Es decir, el desplazamiento humano es un fenómeno lógico y natural tan antiquísimo, que sorprende la insensatez de quienes quieren impedirlo a base de muros, militares y políticas públicas que seguramente avergonzarán a generaciones futuras.
Y no únicamente eso. Anualmente, cuando pasa el invierno y llegan la primavera y el verano, la cifra de migrantes que intentan cruzar la frontera siempre aumenta, y eso incluye a solicitantes de asilo, no únicamente migrantes que tratan de ingresar sin documentos sin ser detectados, por las razones que sean. Y ha ocurrido bajo administraciones republicanas y demócratas.
No olvidemos que los republicanos y algunos de esos demócratas moderados y conservadores no han tenido ningún problema con que el Título 42 no se aplique a refugiados de Ucrania, por ejemplo. Es únicamente cuando se trata de inmigrantes latinoamericanos, caribeños o africanos, por mencionar algunos, que se esgrime el argumento de la “invasión”. Y es ahí donde radica la hipocresía de sus desacuerdos y críticas hacia algo que no entienden muy bien, como es el fenómeno migratorio y sus raíces, pero que aplican muy conscientemente a partir de su visión racista del mundo.
Igualmente, aunque los republicanos acusan a Biden de fomentar “fronteras abiertas”, la realidad es que durante la administración demócrata la mayor parte de los migrantes interceptados han sido deportados, removidos o detenidos.
En efecto, el 80% de las personas que han sido detenidas en la frontera durante la administración Biden han sido removidas del país, lo que refuta automáticamente la posición republicana de que no hay control y que una “invasión” se está desarrollando. Además, casi 60 mil deportaciones fueron realizadas durante el año fiscal 2021, de los casi 75 mil arrestos ocurridos en dicho periodo, un 28% menos que en 2020.
Los arrestos y las deportaciones, por otro lado, se han enfocado en casos de quienes han cometido delitos graves y son detectados, cuya cifra en 2021 llegó a más de 12 mil , casi 50% más que en 2020, cuando dicha cantidad solo llegó a 6 mil 815.
Además, el Título 42 se implementó para evitar el ingreso de migrantes debido a la pandemia, pero en realidad se pretendía frenar el ingreso de extranjeros que buscaban, legalmente, asilo. Ni siquiera las autoridades sanitarias estaban seguras de la necesidad de dicha política pública. En otras palabras, el gobierno de Trump aprovechó la coyuntura de la salud pública para restringir a solicitantes de asilo, no solo para demostrar el tipo de poder que tenía, sino las verdaderas intenciones raciales que emanaban de sus políticas antiinmigrantes.
Al llegar Biden, es cierto, se sigue aplicando el programa; y ahora, al anunciarse su eliminación, se elevan los llamados para que permanezca porque es más sencillo escudarse en una política sanitaria, que realmente reformar las leyes de inmigración. Además, la finalidad republicana es diezmar el programa de asilo.
Ese vaivén de posiciones que se utiliza para irse acomodando políticamente en época electoral pone de manifiesto con claridad que lo que en verdad les importa no es el aspecto humano de un tema como el migratorio, sino los puntos políticos que pudieran ganar entre sus huestes. Solo eso.
Estados Unidos, la nación que se precia de ser un faro de esperanza para los desprotegidos, es capaz de absorber y manejar un repunte de migrantes en sus fronteras. Reiteramos, como hace unas semanas, que ahora con la invasión rusa en Ucrania, naciones más pequeñas han recibido a millones de refugiados ucranianos. Y Estados Unidos es una potencia mundial con los recursos y la capacidad necesarios para enfrentar un alza de migrantes que llegan a la frontera en busca de asilo. Eso es lo que ha dicho y sostenido prácticamente desde su fundación y es por ello que el resto del mundo, sus desvalidos y desprotegidos, se arriesgan a todo con tal de hacer caso a ese discurso de salvación. Si ya no va a ser así, este país también tendría que aclararlo.
Además, se habla del proceso como si fuera garantizado. Es decir, no todo el que llegue a pedir asilo lo obtendrá. De eso se trata. De presentar un caso creíble que amerite que la petición se procese. De lo contrario se rechaza y punto. Eso lo avala el Derecho Internacional, además de la propia ley de asilo de Estados Unidos.
Pero lo que no es correcto es seguir poniéndole trabas al proceso legítimo de solicitar asilo y utilizarlo con fines político-partidistas por la incapacidad del Congreso de reformar las leyes de inmigración. La salida más fácil siempre es la demagogia y el emplear imágenes de una gran cantidad de migrantes en la frontera para infundir miedo y prejuicio. Lo difícil es hacer su trabajo en el Congreso y tomar las decisiones correctas, aunque no sean las más populares.
Como hemos dicho previamente en este espacio, en materia migratoria los problemas de los republicanos siguen siendo el prejuicio, la xenofobia, la demagogia y el obstruccionismo. Y el de los demócratas sigue siendo el miedo a los republicanos.