Hechos clave:
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Satoshi Nakamoto funge como una especie de profeta y el whitepaper de Bitcoin como un libro sagrado.
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Algunos aseguran que Bitcoin les cambió la vida como una religión, otros piensan que es ciencia.
A la actividad de promover y educar sobre el uso de Bitcoin se le conoce internamente en la comunidad bitcoiner como «criptoevangelizar». La palabra, que hace obvia referencia al evangelio cristiano, permite a los individuos constatar que el trabajo de dar a conocer la criptomoneda es comunitario, dedicado y hasta — según el criterio— religioso. Si, además, eres asiduo de las redes sociales o has leído una que otra cosa sobre Bitcoin en la web, seguramente ya te habrás topado con algún tuit en el que se señala a los bitcoiners de fanáticos o con alguna publicación en tono bíblico.
Pero la cuestión sobre si Bitcoin es o no es una religión va más allá de estas coincidencias semánticas o las acusaciones de los detractores de turno. La realidad es que existen ciertos detalles sobre la conformación de Bitcoin como red financiera, así como la relación de su comunidad con la criptomoneda, que hacen dudar hasta a los expertos sobre si realmente las personas están vinculándose a esta tecnología como si fuese la próxima religión del siglo XXI.
Empecemos por lo más obvio: algunos creen que Satoshi Nakamoto funge un rol similar al de un profeta, que revela ante el mundo una verdad (Bitcoin), educa a los otros sobre ella (whitepaper) y luego traspasa su legado a los apóstoles (el correo que conformó al Bitcoin Core). Sí, de nuevo estamos usando una analogía al cristianismo, pero en líneas generales las religiones activas siempre tienen a un profeta que las representa, ya sea Buda, Mahoma o cual sea su nombre.
Adicional a la característica del profeta, la comunidad bitcoiner también cuenta con cientos de personas que están dispuestas a comunicar «la palabra» de Satoshi a otros individuos y utilizar su verdad (comprar/vender bitcoins). Es decir, lo que anteriormente les comentaba que era criptoevangelizar.
Como si esto fuera poco, existen promotores de la tecnología que se autoproclaman como «frailes» y dan conferencias sobre las bondades de bitcoin para la humanidad. Hass McCook es una de estas personas que se autodefine como representante «religioso» de bitcoin e, incluso, ha llegado a comparar a la criptomoneda con el cristianismo por el impacto que ha tenido ésta en su vida.
Sin embargo, el culto a Bitcoin va mucho más allá y expertos en religión como el profesor de la Universidad de Texas, Joseph P. Laycock, señalan que hay más de una razón que perfila a Bitcoin como religión entre un grupo selecto de sus usuarios.
Los pasos hacia un culto sobre Bitcoin
Laycock cree que todavía es muy pronto para decir que Bitcoin es una nueva religión, a pesar de que cuenta con su propia iglesia desde 2017 y que algunos de sus seguidores llevan una dieta estricta acoplada a sus ideales anarquistas. Según el profesor, resultará difícil saber si la criptomoneda es o no una religión porque no existe una definición universal sobre este fenómeno.
Al ser un término relativamente nuevo para la humanidad, los teólogos y estudiosos de la religión consideran que «religión» es simplemente una palabra que se usa para describir una serie de comportamientos e instituciones con las que un grupo de personas se sienten identificadas. Es decir, cualquier cosa que sea un elemento de unión para un grupo de personas, delimite su comportamiento social e imponga su sistema de creencias, se podría considerar religión.
Teniendo en mente que religión no es una definición rígida, uno puede comprender porque algunas personas sienten que con el pasar de los años los bitconers se vuelven cada vez más religiosos. Y es que, si observamos el comportamiento de la comunidad, no es una mentira que Bitcoin resulta un elemento de unidad e identificación para todos aquellos que usan la tecnología.
Laycock, además, se aventura a decir que existe una idea de salvación detrás de Bitcoin que puede llegar a ser mesiánica. Este argumento se puede constatar en la eterna promesa bitcoiner de que en un futuro próximo ocurriría la hiperbitcoinización, evento por el cual se espera que la economía mundial adopte a BTC como la única moneda de curso legal. Ante estas especulaciones, algunos bitcoiners creen que aquellos que hayan estado acumulando bitcoins se veran beneficiados, mientras que las personas que hayan sido detractoras de la criptomoneda quedarán fuera del mercado o se verán obligados a pasarse al nuevo orden mundial.
¿No les suena esta historia familiar? Pues sí, es bastante similar a la idea de la vida después de la muerte del cristianismo, apunta Laycock. Creer en Jesús y practicar su fe es el boleto a la salvación, como adoptar bitcoin es también una forma de resguardo social y económico. Sin embargo, el «camino a la salvación» de algunos bitcoiners no termina solo allí, sino que también afirman que Bitcoin es desde su origen la solución de todos los problemas de la humanidad.
Las religiones suelen buscar e identificarse con un problema de la condición humana presentándose así como una solución de esta problemática y dando ejemplos de una nueva conducta que las solucione. En el caso de Bitcoin, se presenta que el abuso de poder, la impresión de dinero y la injusta distribución de capital a nivel mundial son los problemas de la humanidad, los cuales serán resueltos cuando todos adoptemos a Bitcoin.
Tal y como podemos ver, profesionales en el tema como el profesor Joseph Laycock consideran que Bitcoin tiene características de peso para que un sector de su comunidad tenga una relación religiosa con su existencia. No obstante, también es una realidad que la criptomoneda no trata de explicar el origen del mundo, de las pasiones humanas, ni presentar una manera de salvación del alma —temas que típicamente se tocan en los textos sagrados —.
Ante esta disyuntiva y con muchas dudas en mente para poder responder la pregunta que inició toda esta investigación y titula este artículo, me propuse la tarea de ir directamente a la comunidad de usuarios de Bitcoin y plantearles la controversia.
«¿Creen que Bitcoin es una nueva religión?» Fue lo que tuitee en mis redes sociales en forma de encuesta, quería además escuchar las opiniones personales de cada uno que interactuase con aquel comentario. Con 365 personas que votaron en esta encuesta, me tomo el atrevimiento de sacar ciertas conclusiones y explorar distintos puntos de vista sobre este tópico tan polémico.
¡Sí!
De todos los votantes de la encuesta, un 35,6% cree que Bitcoin es hoy por hoy un tipo de religión. Al navegar por los comentarios me di cuenta de que había respuestas muy variadas: por un extremo estaban aquellos que usaban el término para quitarle crédito a la criptomoneda, otros que consideraban que solo los radicales eran religiosos con bitcoin y otros tanto que consideran que la religión es una prueba de «lo bueno».
Vayamos por partes.
Primero están aquellas personas que consideran que la «religión» es un comportamiento irracional y fanático. Un caso conocido de este tipo es el del inversionista Mark Mobius, quién trató de espantar a posibles inversionistas de este nicho con la frase «las criptos son una religión, no una inversión». De esta manera, se asumía que todos aquellos que invirtiesen en la criptomoneda no estaba tomando «decisiones racionales», una máxima que se tiene que cumplir en el mundo del trading y los mercados de valores.
Luego están aquellos que también relacionan la palabra «religión» con «fanatismo», pero no creen que Bitcoin como tal lo sea. Según su perspectiva, Bitcoin es una tecnología, una moneda, una nueva cultura o incluso un nuevo orden mundial, pero no una religión que se pueda equiparar a lo que conocemos como el cristianismo, el budismo o el islamismo. En este sentido, creen que solo aquellos que llevan su vida de «bitcoiner» al extremo son los que se relacionan con la criptomoneda como si fuese una religión.
Es decir, la radicalidad de aquellos que promocionan la idea de Satoshi Nakamoto, y aquellos defienden a capa y espada los beneficios de bitcoin en Internet, son los únicos que parecieran tener un vínculo casi espiritual con la moneda. A este grupo se le acusa en las redes sociales de extremistas y fanáticos, puesto que se asume que Bitcoin no es en realidad una religión, aunque algunos la vivan como una.
Y aunque es bastante común escuchar la palabra religión desde un punto de vista negativo, no faltan los usuarios que creen en la criptomoneda de forma religiosa porque consideran que representa todo «lo bueno» y «lo correcto». Por ejemplo, el bitcoiner venezolano Javier Bastardo considera que la criptomoneda es una religión, pero en sus cimientos e, incluso, en la etimología misma de la palabra. «Religión en el sentido de religare, de re-unir».
El dogmatismo de Bitcoin con frases como «No tus llaves, no tu dinero», o «No confíes, verifica» —que parecen hasta mantras y oraciones de fácil aprendizaje — también hace que algunas personas crean que esta tecnología se asemeja más a las religiones que conocemos en la actualidad. Con estos argumentos, no resulta difícil entender por qué algunas personas genuinamente consideran a Bitcoin una nueva religión y afirman que esta tecnología les ha cambiado la vida.
El impacto espiritual que tiene esta criptomoneda en su comunidad ha llegado hasta tal punto que ha inspirado en artistas dedicados al nicho de las criptomonedas, quienes han llegado incluso a reproducir obras con iconografía cristiana. ¿No es este acto similar a lo que vemos en las capillas de las iglesias? ¿Con las esculturas de santos y los murales de ángeles celebrando la fe de los feligreses? ¿Unas escaleras que suben al cielo de Bitcoin… no es tan bien una representación del vínculo espiritual que tiene esta tecnología en sus seguidores?
¡No!
A pesar de lo anteriormente dicho, la mayoría de las personas que participaron en la encuesta creen que Bitcoin no es una religión (44,1%) o aún no lo es, aunque tiene posibilidades de serlo (20,3%). Es decir, una gran mayoría se relaciona con la criptomoneda desde un punto de vista más pragmático, considerándola un sistema financiero, una tecnología e incluso una ideología… pero no propiamente una experiencia espiritual. Por ejemplo, aunque algunos bitcoiners creen que formar parte de esta comunidad es un acto de fe y se instaura en la idea de un credo, al mismo tiempo afirman que no posee actos litúrgicos, ni dueños, ni dioses; por lo que técnicamente no es una religión.
Para algunos, Bitcoin es más una escuela de pensamiento, una nueva forma de cultura o, incluso, un estilo de vida. Es decir, el vínculo emocional con la criptomoneda no proviene de una idea mesiánica, sino de una forma de conducta individual y colectiva con la cual nos sentimos identificados. «Más que una religión es una cultura. En toda tecnología nueva, los que la adoptan primero tienden a tener ideologías o creencias extremas, pero a medida que más gente usa la tecnología se va homogenizando», señala el consultor de blockchain PTYX.
Para otros solo los payasos pueden vivirse a Bitcoin como una religión, mientras que la moneda es simple y llanamente una ciencia. «Las religiones se basan en cosas no empíricas. Bitcoin es ciencia», señala el usuario xbtii. Otros, como el analista de mercado Eduardo Gavotti, creen que no hay una sola respuesta para esta pregunta. Al final, cada día quien se vive Bitcoin desde su experiencia muy personal y puede verlo desde distintas aristas.
Me gustaría quedarme con esta última reflexión, puesto que mientras más me hundía en la búsqueda de una respuesta a la pregunta que titula este artículo, más me di cuenta de que realmente no hay un «sí» o un «no» absoluto. Me queda claro que Bitcoin es un fenómeno que genera muchas pasiones, pero cada quien se vive esa emoción desde su lugar y bajo sus propios referentes.
Aquellos que sean ateos o agnósticos, pensarán que Bitcoin es simplemente ciencia y por eso es maravilloso. Aquellos que piensen que la religión es para radicales y odien a Bitcoin, dirán que somos una secta. Otros hablarán de religión para tratar de callar a los radicales que entorpecen a la comunidad bitcoiner, mientras que algunas personas sentirán que, si deben rezarle a un Dios, entonces, preferirán rezarle a la nueva deidad de la libertad financiera: Bitcoin.
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