Enfrentar la trata de personas que hasta hace algunos años era el delito de mayor impacto en la entidad, ha dejado de ser atendido por las autoridades de los tres niveles de gobierno. El mayor interés, ahora, aunque mediático, es principalmente de asociaciones civiles protectoras de las mujeres.
Combatir padrotes, kalifas y proxenetas ,como los conoce la gente, está quedando en el olvido. Otros ilícitos, igual de graves, ocupan en mayor medida el tiempo de los encargados de la seguridad pública.
Por ejemplo, el nivel de violencia con el que es cometido un asesinato. Los hampones no solo se satisfacen con dar muerte a las personas, sino que, literal, las despedazan y dejan sus restos en lotes baldíos para que sean devorados por la fauna del lugar. Demasiada saña.
La zona sur de la entidad ha sido convertida en un cementerio de personas acribilladas en otras entidades, principalmente Puebla y Estado de México. La estrategia de los grupos delincuenciales está centrada en la incapacidad de los policías municipales para realizar trabajo de investigación, ubicar a los hampones y actuar en consecuencia.
El de los efectivos en comunas, es un tema que en nada o poco importa a los alcaldes. Falta capacitación y estrategia, pero sobre todo compromiso para proteger a la ciudadanía.
Luego entonces, si de acuerdo con los reportes de la administración estatal, el robo de automóviles se ha convertido en uno de los principales ilícitos en Tlaxcala, la trata de personas que sigue aumentado, ha dejado de ser combatida.
Pero lo más grave es que las agrupaciones que denuncian el tema, sostienen en foros que las mujeres están o ya perdieron la batalla para denunciar estos hechos ante la Procuraduría General de Justicia del estado. No creen en la dependencia.
El problema no debe ser ignorado porque los padrotes han aprovechado la situación para aglutinar, a su sucio negocio, a muchas mujeres que encuentran en la prostitución una forma fácil de obtener dinero, porque son abandonadas por sus parejas, no encuentran empleo y tienen que sostener la alimentación o escuela de uno o más hijos, pero nada justifica que hombres sin escrúpulos las exploten.
No es necesario ser especialista en la materia para darse cuenta de que, sobre la vía-Corta Tlaxcala-Puebla, sigue habiendo decenas de mujeres prostituyéndose, aunque muchas de ellas ya no tienen proxenetas. Las abandonan a su suerte porque ya son mayores de edad, es decir, superan los 50 años, perdieron la figura atractiva de su cuerpo y dejaron de ser redituables pues sus servicios ya no son requeridos.
Es evidente que el gobierno está centrando sus baterías en atender la igualdad y equidad de género, pero es omiso en la investigación y sanción de la explotación sexual de la que son víctimas las féminas.
En la Ciudad de México, a partir de la llegada de Claudia Sheimbaum, el tema de la trata de personas en la Merced, Sullivan y Tepito, dejó de tener importancia, lo más relevante fue que, el año pasado, un juez ordenó la detención de Cuauhtémoc Gutiérrez de la Torre, expresidente del Partido Revolucionario Institucional del entonces Distrito Federal, por su presunta participación en una red de prostitución. Pero esto fue casi siete años después de que una investigación periodística evidenció el hecho. El político fue acusado de los delitos de trata de personas en la modalidad de explotación sexual agravada, publicidad engañosa y asociación delictuosa. Varias tlaxcaltecas eran parte de su negocio.
Atrás quedaron también las noticias constantes de niñas o adolescentes que eran “levantadas” en las calles para venderlas a traficantes de mujeres en Puebla. Tijuana y Estados Unidos de América (EE. UU.).
La indiferencia oficial es la peor estrategia gubernamental para enfrentar un problema social que se está convirtiendo en el incontrolable “monstruo de las mil cabezas”.
Cómo estarán las cosas que el propio gobierno de EEUU, en su informe anual sobre el tema, denominado (TIP) Trafficking in Persons Report, por sus siglas en inglés, califica a México como el principal explotador de mujeres con fines sexuales y ahí involucran a Tlaxcala y a otros estados del norte del país.
Eso sí, lo fundamental y más importante es que la solución, no solo es responsabilidad de las autoridades, corresponde a todos, empresarios, activistas, periodistas y académicos, por citar algunos sectores, seguir denunciando los hechos para erradicar el mal social. Lo peor es el olvido. Al tiempo.