Por: Ania Terrero
Los tokens no fungibles (NFT, por sus siglas en inglés), la tecnología criptográfica que los respalda y sus múltiples aplicaciones ganan popularidad a nivel global, sobre todo en los mercados de arte digital.
Los titulares de los últimos meses lo confirman: la reconocida Superchief Gallery de Nueva York abrió por primera vez las puertas al criptoarte; Estados Unidos y Japón acapararon las ventas mundiales de NFT en 2021, y Arabia Saudita acogió el primer foro de arte digital con una exhibición de tokens.
Además, causó revuelo la venta por 69,3 millones de dólares de la obra digital Everydays: the First 5 000 Days, que integra cinco mil imágenes creadas por el artista estadounidense Mike Winkelmann (Beeple); o la del primer tuit de la historia, propiedad del creador de Twitter Jack Dorsey.
Por si fuera poco, al finalizar el 2021 el Diccionario Collins determinó que NFT era la palabra del año, debido “al enorme número de búsquedas y contenidos creados en torno a su significado, creación y aplicabilidad”.
Mientras, en La Habana, la Fábrica de Arte Cubano (FAC) creó la plataforma nft.FAC, dedicada a apoyar y difundir el criptoarte, y artistas del país desarrollaron el proyecto Cryptocuban Social Club, un coleccionable de mil 492 NFT de fotografías de personas reales.
Pero, ¿qué hay detrás de todo esto? ¿Qué tecnología sustenta los NFT? ¿Por qué son tan populares? ¿Es apenas una moda o realmente tienen ventajas ineludibles?
En términos especializados, un NFT es un certificado de autenticidad de algo que existe previamente, una especie de activo digital que se integra a una blockchain (cadena de bloques, en español) y no es intercambiable ni fraccionable.
Se utilizan para crear una escasez digital verificable, brindar una propiedad digital e interoperabilidad de los activos en múltiples plataformas. Abundan en varias aplicaciones específicas que requieren artículos digitales únicos, como los coleccionables digitales y los juegos en línea.
Asimismo, contribuyen al desarrollo del arte digital, al convertirse en una nueva forma de invertir en esta manifestación cultural o activos digitales como GIFs y tuits.
SIMULANDO LA VIDA REAL
Sin embargo, todo esto no resulta fácil de entender. Para traducir el trabalenguas, Prensa Latina contactó con el ingeniero Alexi Massó Muñoz, investigador del Grupo Blockchain del Instituto de Criptografía de la Facultad de Matemática y Computación de la Universidad de La Habana (UH).
En primer lugar, explicó, un token es algo que emula un objeto de la vida real. “Es un concepto que surgió en los casinos, allí te cambian el dinero real por unas fichas llamadas tokens; no son monedas, pero equivalen a ellas”.
Por otro lado, dijo, una blockchain es una base de datos de acceso público, que usa la criptografía y un sistema descentralizado de miles de computadoras para almacenar información no quebrantable.
“A través de un proceso de criptografía asimétrica, usando curvas elípticas, se garantiza que esa base de datos no se pueda modificar. O más bien, que si tú modificas tu copia, no la puedas expandir”, detalló.
Esta tecnología surgió en el 2008 como respaldo criptográfico para las criptomonedas, pero con el tiempo evolucionó hacia la blockchain 2.0. Ahora Ethereum y otras monedas virtuales permiten que programes sobre su blockchain, a través de contratos inteligentes con todo un mundo de posibilidades.
Según Massó, existen criptomonedas y tokens. Las criptomonedas son aquellas que tienen su blockchain, como Bitcoin, Cardano o la propia Ethereum; “mientras, USDT es un token, porque no tiene una red propia, sino que se monta en la de Ethereum”.
Ahora, además, a través de las blockchains se pueden tokenizar muchos otros objetos del mundo real y virtual. “Había muchas cosas que no se automatizaban porque no existía seguridad de que los softwares disponibles siempre harían lo que tú querías y nadie los iba a modificar”, argumentó el matemático. Pero las cadenas de bloques permiten un respaldo sin precedentes, de ahí que los tokens se dividan en fungibles y no fungibles. Los primeros son gastables y divisibles, como las criptomonedas. Los segundos no son fraccionables ni transferibles, representan objetos únicos y diferentes entre sí.
“Por ejemplo, la propiedad de una casa podría ser un token no fungible. Al tokenizar creas una especie de réplica virtual. En el caso de una vivienda, generas una copia exacta a nivel de atributos y descripciones. La criptografía garantiza que nadie lo modifique y que tú eres el poseedor”, detalló. Sobre las obras artísticas, objetos muy tokenizados actualmente, el profesor de la UH explicó que no se agregan tal cual a la blockchain. “En el NFT, la obra de arte no está dentro de la red, porque si agregamos objetos tan grandes a la base de datos, crece hasta ser inaceptable”.
Las obras artísticas se digitalizan, se les hace una firma digital y ese certificado se archiva en una cadena de bloques abierta como la de Ethereum, que de hecho es la más popular en el mercado artístico, agregó.
“En el mismo sistema tienes la criptomoneda con que vas a pagar y el NFT; luego, un contrato inteligente permite los intercambios”, resumió Massó.
MOMENTO DE POPULARIDAD
En los tiempos que corren, cualquier imagen digital se puede comprar como NFT. Durante el año pasado y en lo que va del 2022, se vendieron además del primer tuit de la historia, varios memes famosos, como el de la niña frente a la casa incendiada; obras de arte de la canadiense Grimes, el código fuente original de la web creado por Tim Berners-Lee y una nota periodística del New York Times, entre otros.
Todo se resume al certificado digital de autenticidad, que incluye una serie de metadatos no modificables, se registra el valor de partida y las adquisiciones o transacciones que se hayan hecho, y también a su autor.
Si compras un contenido digital tokenizado, en todo momento tendrás constancia del primer valor que tenía, y de por cuánto lo compraste.
Interrogado sobre la popularidad de esta tecnología y su creciente uso en el mundo del arte, Massó aseguró que tiene ciertas ventajas, como el hecho de montarse en un sistema descentralizado.
Algunos artistas comercializan ahora sus obras en entornos donde antes no podían. Además, trata de resolver el problema de la propiedad intelectual.
También es un tema de modas, reconoció. “Lo que gira alrededor de las criptomonedas está en el boom, es un sistema que permite tenerlo todo en la misma plataforma y lo puedes intercambiar fácilmente”.
Pero pasado un tiempo se asentará un uso práctico y real, como pasa con todas las tecnologías, concluyó.