Un cara a cara caracteriza la pugna de la derecha extrema en camino a las elecciones presidenciales de Francia. El antiguo periodista y polemista del partido Reconquista se enfrenta a la líder de Agrupación Nacional, Marine Le Pen. Así, la extrema derecha llega polarizada a los comicios, pero también ha logrado asegurar una buena parte del electorado: las encuestas apuntan que los dos candidatos abarcarían 30% de la intención de voto.
Dividida pero con más adeptos. Los mismos discursos pero exacerbados. Caras nuevas junto a las conocidas. Entre estas paradojas llega la extrema derecha a las elecciones presidenciales en Francia. Un nuevo capítulo hacia el Palacio del Elíseo que tiene dos protagonistas con nombre propio: Marine Le Pen, de Agrupación Nacional, y Éric Zemmour, del partido político Reconquista.
Le Pen vuelve a la carrera presidencial y espera que esta sea la vencida. Se enfrenta, de nuevo, a su antiguo rival, el presidente Emmanuel Macron que busca su reelección. A pesar de que se había consolidado como la abanderada de la extrema derecha durante años, esta vez, tiene un nuevo contrincante.
Se trata del polemista y antiguo periodista, Eric Zemmour. Con su propio partido político, el candidato de Reconquista ha exacerbado los discursos de la extrema derecha pero también ha asegurado, en repetidas ocasiones, que le dará una nueva cara.
Así, la atomizada extrema derecha se ha vuelto una alternativa atractiva para muchos de los inconformes con el mandato de Macron. Sin embargo, los enfrentamientos entre sus representantes podrían alejarla de una segunda vuelta.
Las visibles fracturas de la extrema derecha
Es un escenario que no se vivía hace años. El liderazgo de la extrema derecha francesa, que parecía ser sinónimo de la candidatura de Marine Le Pen, ahora se encuentra más dividido que nunca.
Según Eugénie Richard, politóloga y experta en comunicación y marketing político, por primera vez en años Le Pen no cosecha “el voto bronca y antisistémico” como lo había hecho en otras campañas.
“Su posición de figura que encarnaba la decepción frente a las élites, frente al poder tradicional, ha perdido este puesto y este hoy en día lo está ocupando Eric Zemmour. Por primera vez en años la extrema derecha tiene dos representantes”, asegura Richard.
La extrema derecha llega a los comicios del 10 de abril en medio de acusaciones cruzadas; con ambos candidatos intentando desprestigiar la campaña del otro. Le Pen critica la radicalidad de Zemmour, quien por su parte, asegura que el discurso de su contendora está más desgastado que nunca. El polemista declaró en una entrevista: “Todos saben que ella no puede ganar … Incluso ella misma”.
También son muestra de su rivalidad los recientes comentarios de la candidata de Agrupación Nacional sobre la propuesta de Zemmour de un ministerio dedicado a la expulsión de extranjeros sin papeles. “Pensaba que había abandonado la idea de la ‘reemigración’. Veo que la ha retomado, probablemente porque su situación en esta carrera presidencial no es tan prometedora como esperaba”, aseguraba Le Pen hace unas pocas semanas.
Unas fracturas irreconciliables que han derivado en un voto dividido. “Por un lado, Le Pen sigue muy por delante en lo que sería el voto de la clase trabajadora, mientras que Zemmour gana ampliamente en lo que son las clases acomodadas y electores decepcionados con el lepenismo”, explica Sergio Gracia Montes, abogado y director Cinved.
Las divisiones se expresan incluso dentro del propio partido de Le Pen, que ha perdido varias de sus figuras. Una de ellas: Marion Marechal, sobrina de la candidata.
Su anuncio a principios de este mes, justificado en la “coherencia, visión y estrategia” de Zemmour, suscitó la decepción de Le Pen, quien aseguró: “Tengo una historia particular con Marion: yo la crié, junto con mi hermana, durante los primeros años de su vida”.
¿Qué caracteriza el segmento del electorado de ambos candidatos?
Le Pen abarca un 20% de la intención de voto. Zemmour, por su parte, un 10%. Según la encuesta de Opinionway y Kéa para el 29 de marzo los votos de estos dos candidatos estarían superando en un 2% a los que reúne Emmanuel Macron, con un 28%.
“La extrema derecha está dividida, pero está robusta”, afirma Richard. Y agrega: “Yo creo que hace mucho tiempo se viene banalizando el discurso de la extrema derecha, de que en Francia hay una fractura, de que hay dos poblaciones irreconciliables. Y que eso tiene que cambiar. La extrema derecha sigue cosechando su voto en las clases más que se sienten excluidas del poder tradicional”.
Sin embargo, el fenómeno de Zemmour ha puesto en evidencia un nuevo tipo de electores que se han decantado por la extrema derecha. Gracia asegura que esto se debe a que muchas personas que “hasta hace poco rechazaban votar a Le Pen por diferentes motivos como el ideológico, el sociocultural e incluso, podríamos decir que hasta el económico” se han decantado por Zemmour.
Gracia apunta que se trata de “esos franceses ‘patriotas’, que tienen un claro carácter reaccionario y que ya no lo ocultan”.
El discurso de Zemmour, cargado de simbolismos que apelan al imaginario nacional, ha calado en dicha parte del electorado. Tal como apunta Eusebio Val en un artículo del diario español ‘La Vanguardia‘, el candidato de Reconquista les habla “de una Francia eterna y gloriosa, nada autocrítica, casi mística, de literatos y pensadores universales, de figuras del cine, de cantantes, y, por supuesto, de Napoleón y De Gaulle”.
Por su parte, Richard cree que el electorado de Zemmour abarca a “monarquistas, católicos tradicionales. Son gente decepcionada de la política de manera general, son personas que tienen un discurso de odio porque se han sentido discriminadas por las élites políticas tradicionales.”
El caso de Le Pen es diferente. Según la politóloga, la base de su electorado reside en lo que denomina como “mayoría silenciosa”. Es decir, “la gente que no hace mucho ruido pero que finalmente son muchos de las clases desfavorecidas (…) no tanto nacionalistas, pero que buscan que el Estado los escuche”.
La diferencia por sexo y lugar de residencia también juegan en el tablero electoral de la extrema derecha. Zemmour, con un discurso que ha sido tildado de machista, ha perdido el apoyo de muchas mujeres que se decantan por Le Pen. Asimismo parece ser que el candidato tiene una mayor presencia en las grandes urbes, mientras que su contendora lo hace en ciudades medianas y en la ruralidad.
¿Cómo llega Zemmour a las presidenciales?
Cuando Éric Zemmour lanzó su candidatura el 30 de noviembre del año pasado, se vendía como la nueva cara de la extrema derecha. Una renovada, determinada y sin tapujos.
Hasta ese momento se había desempeñado como periodista. Ahora, con 63 años y desde su maestría con el lenguaje cargado de emotividad y apelando a las emociones, pudo ganar una buena parte del electorado.
Zemmour se hizo con el imaginario de la inmigración y endureció el discurso sobre la necesidad de formar medidas para frenarla. Según asegura Gracia, “llegó a señalar recientemente que la inmigración masiva está ‘cambiando el rostro de Francia’ y que los inmigrantes están ‘colonizando’ el país, ocultando la historia de Francia y su relación pasada y presente por ejemplo, con el continente africano”.
Sin embargo, el candidato llega a la recta final con una caída en la intención de voto. Un retroceso que Richard explica por el debilitamiento de su discurso.
“Su estrategia de campaña que es de emocionar a la gente, con discurso con un fuerte componente emocional, va en contravía de lo que está haciendo Marine Le Pen que es ir al encuentro de la gente en el terreno”, asegura la politóloga.
Además, las posturas del candidato sobre Rusia, caracterizadas por su ambigüedad, le jugaron en contra, perdiendo aún más adeptos.
¿Un viraje hacia la moderación en la nueva carrera al Elíseo de Le Pen?
“La estrategia política de Le Pen es abandonar este discurso de confrontación para adoptar un tono mucho más presidenciable”, asegura Richard. Y es que una apuesta por la moderación es probablemente una de las características diferenciadoras de esta nueva campaña de la líder de Agrupación Nacional.
Tal como expone ‘elDiario.es‘, “el barómetro electoral del Agrupación Nacional, que elabora cada año la empresa Kantar Public para la televisión pública francesa, revela que la candidata ha logrado suavizar su imagen.”
Al mismo tiempo, su estrategia de campaña cercana a las personas y abordando problemáticas muy concretas “termina por calar”, asegura Richard. Le Pen, por ejemplo, ha tomado el tema del poder adquisitivo como otro de sus puntos centrales, un aspecto que toca las fibras de muchos de sus votantes que, según ella, no han sido escuchados por Macron.
Sin embargo, otra particularidad de esta campaña es que muchos ven su discurso como desgastado. Una de las razones por las que ha perdido el impulso de pasadas elecciones y que han llevado a algunos de sus colaboradores más cercanos a desmarcarse del proyecto por el que apostaban.