El exministro de Asuntos Exteriores, José Manuel García-Margallo, reprocha al Gobierno de España haber mandado con su giro sobre el Sáhara una señal de debilidad a Marruecos y también a Argelia. Avanza que la decisión tendrá “consecuencias muy serias” y duda de que el reino alauí no vaya a utilizar olas masivas de inmigración más adelante para seguir presionando a España. “Hasta que no le interese utilizar la inmigración otra vez para conseguir otro objetivo, y Dios quiera que no sea la anexión de Ceuta y Melilla”. En una entrevista con EL PERIÓDICO DE ESPAÑA, diario perteneciente al mismo grupo editorial que este medio, analiza la situación de la Unión Europea con la invasión de Ucrania, el papel de España en la futura cumbre de la OTAN y el nuevo PP que Alberto Núñez Feijóo capitaneará a partir del próximo fin de semana.
Pregunta. El Gobierno se ha quedado solo en su giro con respecto al Sáhara Occidental. ¿Urgía arreglar la situación con Marruecos?
Respuesta. Nadie ha entendido por qué se toma esta decisión de forma tan unilateral y eso explica la soledad del Gobierno. La única explicación que se ha avanzado es que no quería verse expuesto a una avalancha migratoria como la que vio en Ceuta. Pero eso es una política de luces cortas porque la decisión tiene una dimensión mayor al problema que quería evitar.
Una cosa es un salto migratorio, con todo lo grave que quiera, y otra es cambiar la posición histórica de España desde 1975 en el problema del Sáhara, que impacta en la región del mundo que más interés tiene para nuestro país —el Magreb—, porque afecta a Marruecos y a Argelia, con los que tenemos una interdependencia muy importante. Esto ha sido matar moscas a cañonazos.
P. Entonces no cree que este acuerdo vaya a frenar las olas masivas de inmigración.
R. Yo creo que el Gobierno ha mandado una señal de debilidad, de que cuando hay un chantaje migratorio o de otro tipo se produce una cesión. Es lo que históricamente se conoce como la política de apaciguamiento que puso de moda Chamberlain [primer ministro del Reino Unido entre 1937 y 1940]. Es decir: ceder para apaciguar creyendo que se evitan males mayores. La pregunta es por qué se hace esto ahora, para qué y cuál es la contraprestación que obtiene España.
Porque si la contraprestación es evitar sucesos puntuales en la valla de Ceuta y Melilla no hay comparación o proporción entre lo que supone un cambio de una postura tradicional y la ruptura del consenso en política exterior (que tiene que tener permanencia en el tiempo con independencia de quien gobierne). España es un país muy joven democráticamente y le cuesta reaccionar ante lo que son claras pulsiones autocráticas. Esto se ha contado en una carta que ni conocía el ministro de Exteriores, que no se ha debatido en el Consejo de Ministros, que no se ha consultado con la oposición y no se ha debatido en el Parlamento. Es una ruptura de las normas democráticas en cualquier Estado que se precie.
“La decisión tiene una dimensión mayor al problema que quería evitar. Una cosa es un salto migratorio y otra es cambiar la posición histórica de España desde 1975”
P. ¿Comprende la posición del presidente de Ceuta, Juan Jesús Vivas, que además es de su partido y aplaude la nueva posición?
R. Porque él tiene un problema que afecta a su Ciudad Autónoma y es que tiene las fronteras cerradas, está sufriendo su comercio… Es obvio que la decisión se aplaude porque de momento se relaja la tensión. Desde el punto de vista de futuro de Ceuta y Melilla es un mal precedente porque implica que estamos dispuestos a ceder si se nos aprieta mucho. Si a Vivas le preocupa el mañana de Ceuta y Melilla a mí me preocupa el mañana y el pasado mañana de toda España.
P. Usted decía que la pregunta es por qué ahora. ¿A qué lo achaca en mitad de la invasión de Ucrania?
R. Yo creo que es evitar un asalto migratorio de forma inmediata en Ceuta o Melilla, al miedo a que cuando llegue la primavera haya una inmigración descontrolada en las costas del sur y en Canarias. No se me ocurre otra. Pero la gran pregunta es qué contraprestación ha obtenido España, salvo insisto, que a corto plazo, y eso creo que Marruecos lo hará porque sabe cómo dimensionar la respuesta, controle mejor la inmigración. Pero esto es a corto plazo. Hasta que no le interese utilizar la inmigración otra vez para conseguir otro objetivo, y Dios quiera que no sea la anexión de Ceuta y Melilla.
A mi juicio no hay tal contraprestación. El Gobierno está incurriendo en falsedades muy importantes. Claro que cualquier vía es buena para garantizar la integridad nacional. El problema es que esto no garantiza la integridad nacional. Si lees la carta de Sánchez en ningún momento se cita tal cosa como uno de los objetivos. Al día siguiente la prensa marroquí dice que lo que garantiza es la integridad territorial de Marruecos. Dezcallar, que ha sido embajador en Marruecos, ha dicho claramente que nunca va a renunciar a reivindicar Ceuta y Melilla.
P. ¿Entiende que la integridad territorial de España corría riesgos? El presidente dijo que eso es lo que había primado.
R. Corre más riesgo que antes. Primero, porque ha entregado el reconocimiento de la marroquinidad del Sáhara sin obtener a cambio un compromiso escrito de que Marruecos va a renunciar a Ceuta y Melilla. Si comparas esto con lo que han sido las negociaciones de otros países hay una diferencia importante. Trump consigue cuando hace la declaración en diciembre que Marruecos reconozca Israel y apoye o consolide los Acuerdos de Abraham. Que el descendiente del profeta avale el reconocimiento de Israel provocó una ola en el mundo islámico de primera magnitud. Eso sí fue una contraprestación importante. Y España ahora no ha conseguido ninguna.
P. ¿Es un buen negocio cerrar la crisis con Marruecos si abres otra con Argelia? Albares asegura no temer un castigo de Argel.
R. Esto es vamos a contar mentiras. Ni hay integridad territorial, ni se había comunicado aunque Albares dijo que sí. Y esto va a tener consecuencias muy serias porque con Argelia este Gobierno también ha demostrado una enorme debilidad. Argelia cierra uno de los dos gasoductos, el que pasaba por Marruecos y llega a Tarifa, y el Gobierno español es incapaz de evitar esa maniobra con un gobierno amigo. Ahora se están discutiendo los precios del gas y es más que probable que Argelia aproveche esta coyuntura, amparados en lo que consideran un agravio, para subirlo. Y no es descartable que en algún momento nos diga que ha habido averías en el gasoducto que une Orán con Almería. A largo plazo es más que probable que sea Italia la que gane terreno en las inversiones energéticas e incluso que se aumente la capacidad del gasoducto que une Argelia con Sicilia en vez de los que les unen a España.
“Esto va a tener consecuencias muy serias porque con Argelia este Gobierno también ha demostrado una enorme debilidad”
P. ¿Cuánto cree que ha influido Estados Unidos en la decisión? El Gobierno niega haber seguido su estela.
R. Yo creo que en eso sí dicen la verdad porque la interlocución que tienen con EEUU se concreta en un paseillo de 20 segundos. Biden ha estado en Bruselas y ha hablado hasta con el apuntador, pero no con el presidente Sánchez sobre este tema. Si están haciendo gestos para que Biden les saque a bailar, por ahora no han tenido muchos resultados.
P. Además de actuar como anfitrión acogiendo la cumbre de la OTAN en junio, ¿qué papel debe jugar España en ese escaparate?
R. Yo creo que entramos en un momento en el que España tiene una oportunidad histórica para hacerse oír. La Unión Europea tiene dos fronteras amenazadas, la del Este y la del Sur. Y hay que asegurar la frontera del Sur para distribuir la dependencia energética de Rusia. Tenemos una posición privilegiada para obtener una interlocución importante. Hay que disminuir esa dependencia de Rusia para que las sanciones no se vuelvan contra nosotros. Alemania dice que no puede prescindir del gas ruso y hay que buscar una fuente alternativa que está en Argelia y España es la plataforma ideal.
¿Cuál es el problema? La interconexión con Francia. Tú tienes la capacidad de ofrecer un 40% de la energía que viene de Rusia, pero están obturados los canales con Francia. Está el de Navarra y está por terminar el de Cataluña, que es el que más capacidad tiene. No se terminó porque no ha habido voluntad política. Cuando yo estaba en el Ministerio de Exteriores se hizo un documento que decía que había que terminar la conexión con Francia. Son 113 kilómetros y costaba 100 millones de euros, la tercera parte de lo que va a costar Mbappé. Hicimos una reunión en Madrid a la que asistió la plana mayor: el presidente de la Comisión Juncker, el comisario Arias Cañete, el presidente francés (Hollande en aquel momento), el portugués Passos Coelho y Rajoy. Y se hizo un compromiso de acabarla. Si Europa quiere ser menos dependiente de Rusia que termine con esa infraestructura.
P. Ya que habla de energía. ¿Es un éxito la “excepción ibérica” que ha conseguido Sánchez en el Consejo Europeo?
R. Que la Península Ibérica es una isla energética es un hecho indiscutible. Las conexiones con el sistema europeo son muy pobres e impiden que España se convierta en una plataforma de exportación de energía aprovechando el potencial que nos da el tener dos gasoductos con Argelia y seis regasificadoras que nos permitirían suplir el 40 % del gas que viene de Rusia. En esas condiciones es una buena noticia que la Comisión Europea haya permitido de forma “excepcional y transitoria” subvencionar los carburantes y ayudar así a las empresas más castigadas. Falta por ver si la aventura marroquí de Sánchez no se traduce en un corte o en un encarecimiento del gas que viene de Argelia.
P. Teniendo en cuenta que los miembros de la UE mantienen discrepancias. ¿Cree que puede haber fisuras en esa unidad?
R. Yo creo que eso no va a ocurrir. Es verdad que Alemania no está dispuesta a prescindir del gas ruso y que es una decisión complicada porque gracias a las ventas que hace a Europa Rusia financia la guerra. Nosotros pagamos a Rusia por el petróleo y el gas entre 200 y 800 millones diarios según sea verano o invierno. Mientras eso no se corte Rusia no va a sentir la mordedura. Ha habido otros gestos de Alemania que apuntan a que la unidad se va a mantener. Alemania ha roto dos principios básicos que han inspirado su política exterior desde 1945: importar armas a Ucrania y aumentar el gasto en Defensa. No voy a decir solo lo negro porque también hay cosas blancas.
España tiene que hacer una política energética que satisfaga más las necesidades de los ciudadanos y menos la carga ideológica de nuestros dirigentes. Estoy pensando en las moratorias de las nucleares y en alinearse con la gran mayoría de los europeos que dicen que el gas y la nuclear deben ser energías limpias.
P. ¿Y en esa unidad cómo ve la posición de Hungría? Orbán era un socio potencial del Kremlin y, sin embargo, se ha ido manteniendo al lado de Europa.
R. Es que presumir de nacionalista con buena mar es muy sencillo. Cuando llega la mala mar es cuando uno se da cuenta de lo que pasa. Que Rusia amenace militarmente o que se pueda encontrar con una avalancha de inmigrantes procedentes de Ucrania —estamos hablando de tres millones, pero hay seis millones de desplazados internos que pueden pasar las fronteras— y resulta que una de esas fronteras es Hungría… Se acuerda de Santa Bárbara cuando truena. Es el niño que presume de ser autosuficiente hasta que se da cuenta del frío que hace fuera y vuelve a casa.
P. ¿Puede cambiar la postura ambivalente de China?
R. Pues no le conviene que siga el desorden económico que estamos viviendo como consecuencia de las sanciones y que distorsionan al mundo entero, pero sí le hace cierta gracia crear dificultades a EEUU, que es su archirival.
P. Ha mencionado la decisión de Alemania de aumentar su gasto en Defensa. Un compromiso que luego han seguido el resto, también España. ¿Estaba dormida Europa?
R. Curiosamente Sánchez decía que lo importante era luchar contra la pobreza y desigualdad de género, y que había que suprimir el Ministerio de Defensa. La realidad es que antes de la invasión ya se produjo la anexión de Crimea y la secesión del Donbás. Se podía haber aprendido la lección. La cuestión es que había un pacto explícito, y ahora hablo con cierta perspectiva de tiempo desde la segunda guerra mundial, por el que nosotros delegábamos la defensa de Europa a los Estados Unidos y dedicábamos todos nuestros recursos a la recuperación económica de un continente devastado. Pero llega un momento que no hay opciones y tienes que tener autonomía estratégica y defensiva porque EEUU no te va a prestar el paraguas cuando llueva.
P. El PP celebra la próxima semana el congreso extraordinario que encumbrará a Feijóo. ¿Debe dar prioridad a su agenda internacional? Puede ser uno de sus puntos débiles.
R. El problema de la política española de siempre es que hemos dado muy poca importancia a los asuntos internacionales. Lo que le pasa a los transportistas, a los camareros, a los pescadores… Todo tiene que ver con el conflicto de Ucrania y también de Argelia. Si hemos toreado bien el covid es por las compras centralizadas en Europa. El panorama económico que viene estará condicionado por la retirada de los estímulos del Banco Central (se acaba la política de comprar todo lo que llegue y vamos a tener que ir a los mercados). Todo eso pasa fuera y lo que pasa dentro de casa viene influenciado. Claro que tendrá que prestar atención a la agenda internacional.
P. Será un problema histórico, pero el momento actual requiere todavía más influencia internacional. Se lo pregunto porque Feijóo llega a Madrid después de muchos años presidiendo la Xunta de Galicia.
R. Pero no hay que preocuparse porque Feijóo es muy listo para los recados.
P. ¿Qué espera de su liderazgo y el futuro PP?
R. De entrada ya ha puesto paz en el partido, que era muy importante. Está tratando de incorporar a mucha gente que se había sentido un poco fuera en esta etapa en la que se ha producido el hecho anormal de que las juventudes tenían un partido en vez de que un partido tuviera unas juventudes. Y a partir de ahí es sensatez, moderación… Y, sobre todo, lo más importante en política que es la enorme pasión por España.
“Se ha producido el hecho anormal de que las juventudes tenían un partido en vez de que un partido tuviera unas juventudes”
P. Un último asunto. La justicia británica ha rechazado la inmunidad de Juan Carlos I en la demanda de Corinna Larsen por acoso. ¿Se vuelve a complicar la vuelta del rey emérito a España aunque sea de visita?
R. Con toda la sinceridad, me produce una enorme tristeza. Es absolutamente cierto que el rey Juan Carlos ha tenido conductas nada ejemplares en los últimos tiempos, pero este país le debe muchísimo. Y deberíamos mostrar una mayor generosidad. Me temía que esto se pudiera producir y lamento que haya ocurrido.
Espero que amaine porque hay una cosa que es muy importante. En este momento hay dos visiones de España. Los que creemos en la España constitucional, defendemos la Transición del 78… Y hay quienes quieren demoler ese régimen y convertir la España constitucional en una España plurinacional que nadie ha definido, organizada como un Estado confederal que nadie ha definido tampoco. Y la monarquía es una barrera que impide demoler la España constitucional.