Fond du Lac es un pequeño pueblo enclaustrado en una punta del lago Winnebago, en el occidente del estado de Wisconsin, en Estados Unidos. La revista ‘Business Insider’ le puso el rótulo de ser uno de los pueblos más aburridos del país. Un museo para niños y un festival de ‘fondue’ son las grandes atracciones que ofrece el lugar. Pues bien, en 1981, para ser más preciso, un 20 de junio, nació allí Mike Winklemann, el hijo de un ingeniero eléctrico y de una gerontóloga.
Puede que el nombre de Winklemann no les suene para nada, ni siquiera el de @Beeple, que es como él se identifica en la virtualidad, pero este artista digital, que estudió ciencia computacional en la universidad de Purdue, es un eslabón fundamental en la corta historia de los NFT, un término desconocido para la mayoría, pero que ha cobrado una inusitada relevancia en lo que es llamado el mundo cripto, el escenario digital en el que suceden transacciones entre vendedores y compradores, perfectamente trazables, y con monedas virtuales.
No se vayan todavía. Sí, este es un tema complejo de entender, pero deben hacer el esfuerzo por comprenderlo. Hacia allá nos dirigimos, y es un mercado en el que los colombianos tenemos que empezar a pensar cómo vamos a estar en él.
Retomando el asunto que aquí nos trae, en marzo de este año, la casa de subastas británica Christie’s vendió una obra digital por 69 millones de dólares. La obra, ‘Los primeros 5.000 días’, era de @Beeple, quien, tras la subasta, se convirtió en el tercer artista vivo más valioso del planeta, tan solo por detrás de David Hockney y Jeff Koons.
¿Qué es una obra digital? Es un NFT, un Token No Fungible. ¿Ah? Sí, un Token No Fungible es un activo digital que es único, que no se puede replicar, y que se exhibe en una aplicación o en una plataforma digital.
Es decir, el comprador del NFT de @Beeple no va a colgar ‘Los primeros 5.000 días’ en el salón de su casa, sino posiblemente dentro de un videojuego, en un mundo virtual. Puede sonar, parecer, o inclusive ser una locura desproporcionada, pero pocos días después de la venta de Christie’s, Jack Dorsey, el fundador de Twitter, vendió su primer trino a modo de NFT por casi 3 millones de dólares.
Nos encontramos ante un mercado creciente, que a principios de 2021 fue valorado en 500 millones de dólares. Los NFT viven dentro de lo que se llama el ‘blockchain’, la cadena de bloques que garantiza la autenticidad y trazabilidad de cada producto vendido. Fotos, videos, canciones, trinos, dibujos, tarjetas coleccionables etc…, están siendo vendidos como NFT y existe una fuerte demanda por ellos.
El NFT está muy vinculado a un tema que ya tratamos en esta columna semanal, el metaverso, un entorno donde los humanos interactúan social y económicamente, en el ciberespacio, lejos del mundo análogo. En el metaverso cada quien tiene su casa, su trabajo, su oficina. Es en ese metaverso, aún incipiente, donde yo expongo mis NFT, los que haya ido acumulando a lo largo de mi vida. Es una vida paralela, pero con el paso del tiempo quién sabe si sea la vida real.
Tal y como lo indica la publicación ‘The Verge’, el NFT es de momento un activo que sobre todo sirve para jactarse frente al resto, pero es una tecnología que cuenta cada día con más adeptos, una especie de mercado especulativo. Otra obra de @Beeple, previo a su éxito en Christie’s, se vendió por 66.000 dólares y se revendió por 6,6 millones.
Expertos aún se muestran escépticos frente a los NFT, consideran que es una burbuja que puede terminar quebrando a muchos, pero inclusive ellos reconocen que ya es una realidad y que seguramente continuará su expansión. En internet abunda información sobre los Tokens No Fungibles. Les recomiendo leer más al respecto. Uno nunca sabe dónde se le aparece la Virgen. O el demonio.
DIEGO SANTOS
Analista digital
diegosantos1978@gmail.com
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