El inesperado y secreto cambio de criterio del Gobierno de Pedro Sánchez sobre el Sahara, ahora precisamente, tiene que ver con la imposibilidad de enfrentar una doble crisis migratoria.
Y ha sido secreto (y coincide con unas fechas en las que el presidente comparece cada día para explicar sus gestiones europeas) porque la información la facilitó la Casa Real de Marruecos. El canje, del que sí han informado miembros de Moncloa, consiste en que el vecino del Sur se compromete a cortar los asaltos a Ceuta y Melilla y la ruta de Canarias, además de reconocer la soberanía española de las dos ciudades.
Pese a que Podemos salió en tromba a protestar por este radical cambio de criterio, que deja a su suerte el destino de los saharauis, todo ha quedado en fuego de artificio porque este nuevo desencuentro “tampoco romperá el Gobierno de coalición”.
Falta por saber (y este tema sí que merece una comparecencia urgente de Sánchez) si Argelia va a ser tan condescendiente con la “recompuesta amistad hispano marroquí”. Conviene recordar que no hace muchas fechas, y en pleno conflicto por el gas ruso, el presidente del Gobierno escribió a su homólogo argelino para tener garantizado el suministro a través del gasoducto que une los dos países, porque el que transcurre por Marruecos fue cerrado precisamente por el conflicto del Sahara.
Resulta también sorprendente que la presidenta de la Comunidad de Madrid, que gobierna con el apoyo de Vox, esté utilizando la acogida de refugiados ucranios en su habitual pelea con Moncloa, creando una duplicidad de centros para la obtención de “papeles”, cuando que sus socios de la extrema derecha no son muy partidarios de ningún tipo de inmigración.
Solo les falta salir a la calle con una pancarta que ponga: Ucranios sí, subsaharianos no.
Tras la decisión de Washington de apoyar las reivindicaciones de Mohamed VI sobre la excolonia española, los últimos y violentos saltos sobre las vallas de Ceuta y Melilla y la presión de las cancillerías europeas para que se cerrara el flanco sur, pocas salidas le quedaban a Pedro Sánchez para reconducir la crisis con Rabat. No obstante, entre la propuesta “autonomía” que pretende Marruecos y el “referéndum de autodeterminación” que exige el Frente Polisario, hay una brecha insalvable que el Ejecutivo tendrá que explicar.
A pesar de que, como reconoció la propia vicepresidenta de Podemos, Yolanda Díaz, la política exterior depende exclusivamente del inquilino de Moncloa, la democracia exige explicaciones. O llegaremos a la triste conclusión de que la pobreza y el color de la piel y la falta de formación, ofenden tanto a la izquierda como a la derecha.
Y ha sido secreto (y coincide con unas fechas en las que el presidente comparece cada día para explicar sus gestiones europeas) porque la información la facilitó la Casa Real de Marruecos. El canje, del que sí han informado miembros de Moncloa, consiste en que el vecino del Sur se compromete a cortar los asaltos a Ceuta y Melilla y la ruta de Canarias, además de reconocer la soberanía española de las dos ciudades.
Pese a que Podemos salió en tromba a protestar por este radical cambio de criterio, que deja a su suerte el destino de los saharauis, todo ha quedado en fuego de artificio porque este nuevo desencuentro “tampoco romperá el Gobierno de coalición”.
Falta por saber (y este tema sí que merece una comparecencia urgente de Sánchez) si Argelia va a ser tan condescendiente con la “recompuesta amistad hispano marroquí”. Conviene recordar que no hace muchas fechas, y en pleno conflicto por el gas ruso, el presidente del Gobierno escribió a su homólogo argelino para tener garantizado el suministro a través del gasoducto que une los dos países, porque el que transcurre por Marruecos fue cerrado precisamente por el conflicto del Sahara.
Resulta también sorprendente que la presidenta de la Comunidad de Madrid, que gobierna con el apoyo de Vox, esté utilizando la acogida de refugiados ucranios en su habitual pelea con Moncloa, creando una duplicidad de centros para la obtención de “papeles”, cuando que sus socios de la extrema derecha no son muy partidarios de ningún tipo de inmigración.
Solo les falta salir a la calle con una pancarta que ponga: Ucranios sí, subsaharianos no.
Tras la decisión de Washington de apoyar las reivindicaciones de Mohamed VI sobre la excolonia española, los últimos y violentos saltos sobre las vallas de Ceuta y Melilla y la presión de las cancillerías europeas para que se cerrara el flanco sur, pocas salidas le quedaban a Pedro Sánchez para reconducir la crisis con Rabat. No obstante, entre la propuesta “autonomía” que pretende Marruecos y el “referéndum de autodeterminación” que exige el Frente Polisario, hay una brecha insalvable que el Ejecutivo tendrá que explicar.
A pesar de que, como reconoció la propia vicepresidenta de Podemos, Yolanda Díaz, la política exterior depende exclusivamente del inquilino de Moncloa, la democracia exige explicaciones. O llegaremos a la triste conclusión de que la pobreza y el color de la piel y la falta de formación, ofenden tanto a la izquierda como a la derecha.