En los últimos años la moda de las criptomonedas como Bitcoin, Ethereum, Dogecoin, entre otras, han ido en aumento. A la par, los NFT (Non-Fungible Tokens) se han ganado cierta fama, sin embargo, para crear cada uno de ellos se usan altas cantidades de energía que generan los mismos niveles de contaminación que países como Suiza o Argentina.
Al ser una tendencia tecnológica nueva no hay regulaciones claras sobre el tema, y las que existen están enfocadas al sistema financiero y sus transacciones, no por el CO2 que generan a través de su consumo energético.
Para entender esto es necesario saber todo sobre cómo son generadas las criptomonedas o NFT’s, basta con un ejemplo: Si una persona deja encendidos todos los días los aparatos electrónicos de su casa, como la computadora, el televisor, la licuadora y más, el recibo a pagar el fin de mes será altamente costoso porque gastó mucha energía.
Lo mismo ocurre con las criptomonedas y los NTF’s, pues para cada uno de ellos es necesario poner a trabajar granjas de computadoras (las 24 horas del día) que contaminan lo mismo que un país, lo que puede provocar un fuerte impacto al medio ambiente.
De acuerdo con un reporte de la Universidad de Cambridge hecho por los investigadores del Índice de Consumo Eléctrico del Bitcoin (CBECI), si el bitcoin fuera un país, estaría entre los 30 países que utilizan más energía en el mundo, por encima de Argentina y Suiza.
En el caso de las criptomonedas, es necesario resolver un problema matemático: a eso se le conoce como minería, ya que por casa ecuación resuelta se entregan ganancias. Para encontrar ese resultado los mineros necesitan usar varias computadoras con GPU potentes que tienen trabajando a tope.
Si a eso se le se suma que hay miles de mineros -no solo usan una computadora sino granjas completas- en todo el mundo intentando resolver primero la ecuación para quedarse con el beneficio, el consumo de energía y recursos resulta preocupante.
Juan Pablo Pineda, Chief Operating Officer de Mensajeros Urbanos, explicó que esto se puede entender como un juego de lotería. “Para que yo pueda participar en esa lotería (como minero) tengo que demostrar trabajo, que me gaste energía y recursos. Si no demuestro eso, cualquiera puede simular ser muchos mineros diferentes, y se puede adueñar de la red. Entonces para evitar que alguien se adueñe de toda la red cada uno tiene que demostrar que gastó energía y recursos”.
Algo similar ocurre con los NFT que para garantizar su autenticidad requieren de un certificado que depende de cadenas de bloques o blockchain en la red Ethereum, es decir, llevar a cabo un proceso, aunque más simple, similar al de las criptomonedas.
“Lo que en sí hace blockchain no es generar criptomonedas, es generar un certificado descentralizado del que tú eres acreedor de esa porción de información. El certificado es generado por cada uno de los nodos de la red blockchain […] Un nodo es básicamente una de las computadoras localizadas en cada parte del mundo que sirven como servidor de blockchain”, señaló el programador Víctor Fabían.
A pesar de que los NFT tienen similitud con las criptomonedas, no se sabe con certeza cuál es la huella de carbono que están dejando a su paso, en primer lugar por la falta de regulaciones, y en segundo, porque son entidades descentralizadas y no hay autoridades que verifiquen sus transacciones.
Por ahora el punto de referencia más claro es el de la Universidad de Cambridge, la cual únicamente se centra en Bitcoin, y asegura que sus mineros usan más energía en un país, lo que pone en perspectiva cuánta energía acumulan las criptomonedas y los NFT con sus cadenas de bloques, las cuales no tienen vigilancia y aumentan paulatinamente a la par de su popularidad.
Pablo Pineda señaló dos posibles opciones: que los criptomineros utilicen energías renovables o que generan menor cantidad de CO2. O que la minería tradicional (Proof of Work) cambie a otra más moderna llamada Proof of Stake (PoS).
En el primer caso, las plantas de carbón o gas no serían viables para la minería, por lo que los responsables tendrían que mudar sus nodos a países en donde se use energía solar, eólica, nuclear o geotérmica. No obstante, el mismo especialista reconoció que “no es fácil porque el minero se va a ubicar en donde le salga más barato”, y por ahora las energías renovables son más costosas.
La otra opción es en lugar de “beneficiar” a las granjas de ordenadores que resuelven más rápido las ecuaciones matemáticas (Prof of Work), la nueva metodología premie a quienes tienen más criptomonedas (PoS).
“Se soluciona el problema volviendo al tema del de las loterías y tickets. Si compro un ticket de lotería pues tengo una probabilidad súper baja de ganar, pero si compro 10 tickets voy a tenes más posibilidades; pero igualmente nadie va a poder comprar el 100% de los tickets porque va a ser una cantidad de dinero tan grande que nadie es capaz de tener. Entonces soluciona el problema inicial de que nadie se puede adueñar del sistema”, explicó Pineda.
Entonces no exige que los mineros demuestren que gastaron recursos para resolver el problema, sino que se basa en quién tiene más para darle la oportunidad de seguir acumulando criptomonedas.
Es de recordar, que también en las transacciones descentralizadas gastan mucha energía, mientras que entidades financieras como MasterCard, en comparación, no lo hacen y son igual de confiables.
“MasterCard no tiene el problema de de de de poner de acuerdo a 1.000 entes descentralizados, es el que toma su decisión de ser válida o no, entonces no se gasta nada de energía en aceptar una transacción. No tiene que ponerse acuerdo con 1.000 personas. Si comparas una transacción de MasterCard contra una de Bitcoin la cantidad de energía que estás gastándote es monumental, como un 1% versus 99% para una sola transacción”, apuntó.
Mientras se opta por una opción menos contaminante, que como último recurso es que desaparezcan, la emoción de ser parte de la tendencia y a estar a la moda está cegando el problema de la contaminación y las urgentes regulaciones que los países deben aplicar para su control.