Uno de los argumentos que más ha esgrimido el sector privado en contra de la contrarreforma eléctrica es que sería violatoria de los acuerdos de libre comercio que tiene México con Estados Unidos y Canadá, así como con la Unión Europea. Uno de los elementos que ayuda a frenar propuestas como la de desaparecer a entidades como la Comisión Federal de Competencia Económica o al Instituto Federal de Telecomunicaciones es justamente que dichos organismos forman parte de los engranajes que permiten y que dan vida a los acuerdos de libre comercio.
SORPRESA POSITIVA
En ese contexto, el anuncio del inicio de la negociación de un acuerdo de libre comercio con Corea del Sur es una sorpresa positiva, dado que implica que, desde la Secretaría de Economía, hay claridad de que México es un país competitivo que se beneficia de su integración con el mundo. Además, el país asiático es un espejo en el que se puede reflejar México, dado que en 30 años Corea del Sur pasó de tener un PIB per cápita inferior al de México a alcanzar más del doble, con poco más de 31 mil dólares en 2020. El milagro del río Han, como se conoce al despegue de la nación asiática, se dio a través de una política industrial que, primero, sustituyó importaciones, luego apostó a la innovación, lo que pudo sostener gracias al énfasis en la calidad educativa, lo que ayudó a impulsar a grandes y exitosos conglomerados como Samsung, KIA, LG y POSCO. El ascenso de Corea del Sur no ha sido sencillo, ya que experimentó varios golpes de Estado luego de la terrible guerra civil que partió a la península en dos y que dio lugar a una amenaza existencial permanente encarnada en tres generaciones de dictadores, cuya prioridad ha sido desarrollar armas nucleares como herramienta de negociación. En estos 30 años, México no lo ha hecho del todo mal y ha logrado convertirse en una potencia manufacturera, con compañías que han sabido competir en el mundo más allá de las materias primas y se hace cada vez más presente una nueva generación de emprendedores de primer orden que han dado lugar a nuevos modelos de negocio que han captado recursos de fondos de capital de riesgo globales, lo que les ha permitido alcanzar valuaciones de más de mil millones de dólares.
SORPRESA NEGATIVA
La sorpresa negativa la aportaron algunas organizaciones del sector privado que se quejaron del acuerdo; la Cámara Nacional de la Industria de Transformación (Canacintra) dijo que el acuerdo con Corea del Sur pondría en una situación desventajosa al sector productivo nacional, aunque reconoció que beneficiaría las exportaciones agrícolas; la Confederación de Cámaras Industriales (Concamin) dijo que Corea no representa una oportunidad de exportación. Las quejas se parecen a las que externaron los empresarios en la víspera de la negociación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte en los noventa del siglo pasado. El sector privado se vuelve incoherente cuando se queja de la contrarreforma eléctrica utilizando, entre otros, argumentos como que dichos cambios irían en contra de los acuerdos de libre comercio y, al mismo tiempo, se queja cuando se busca profundizar en esa vocación abriendo un proceso de negociación con la décima economía del planeta. México requiere empresarios que dejen atrás el marco de referencia de la década de los ochenta del siglo pasado y que se organicen para competir e innovar. Así como nuestro país es un trampolín para llegar a la región de Norteamérica, Corea del Sur puede ser un trampolín para llegar a China y a otros países de Asia. Además, en la reorientación de las cadenas de valor, México tiene mucho más que ganar con el arribo de empresas sudcoreanas. En este tema se requiere menos queja y más ambición.