Luego de haber colaborado desde la diplomacia desde hace 40 años, con ocho Gobiernos de distintas tendencias ideológicas, Ivonne Baki se encuentra preocupada. En su despacho, en la segunda planta de la Embajada de Ecuador en Washington, comparte café y dulces ecuatorianos con sus visitas. También suele regalarles una rosa de exportación y un ejemplar de su libro biográfico. No le gusta madrugar y evita ir a los desayunos y ceremonias de las mañanas, que en la vida diplomática son comunes, y prefiere quedarse despierta hasta la madrugada, despachando desde su casa.
Aunque insiste en que las relaciones Quito y Washington “se encuentran en su mejor momento”, el lugar común favorito de todo diplomático, reconoce que hoy uno de los temas que la mantienen en alerta constante, casi sin dormir, es el nivel de la corrupción y del narcotráfico en el país. “Antes eso no pasaba”, dice, en entrevista con EL UNIVERSO. Para ella, el antes y el después está marcado por el gobierno de Rafael Correa, con quien, paradójicamente, también colaboró como jefa de la Iniciativa Yasuní-ITT, que fracasó en su intento por obtener fondos internacionales a cambio de dejar el petróleo bajo tierra.
Su incorporación al equipo de Rafael Correa para liderar la Iniciativa Yasuní-ITT fue una sorpresa.
Bueno, yo nunca estoy por la persona, sino por el país. Muchos me dicen que uno tiene ideología, pero yo no soy ni de izquierda ni de derecha ni de centro. Nunca he sentido que pertenezco a un grupo. Es difícil que (en Ecuador) lo entiendan.
¿Por qué?
Porque uno tiene que hacer algo para evolucionar. Todos los partidos tienen líderes únicos. Pasa en todas partes, pero ya es momento de un nuevo orden mundial. Con las redes sociales, hoy el pueblo es más activo, porque sabe lo que está pasando y puede hablar. Mientras que antes… Es cierto que ahora hay muchas más fake news; sin embargo, es más lo que (las redes) están ayudando a que haya conciencia.
Con Lenín Moreno, en 2017, volvió a la embajada en Estados Unidos (entre 1998 y 2002 ocupó ese cargo para los expresidentes Jamil Mahuad y Gustavo Noboa).
Terminó el tema del Yasuní y a los dos meses a mi esposo le dio cáncer. Entonces, corté todo y me fui al Líbano. En 2017, con el presidente Moreno, como yo no podía ocupar ningún puesto que no sea en el Medio Oriente, la única embajada en la región era en Catar, que cubría al Líbano y a los países de la región también. Aunque desde el inicio, el presidente Moreno quería que yo estuviera en Washington. El presidente Trump también. Pero la canciller de entonces, María Fernanda Espinosa, se negó. Decían que el buró político estaba en contra. Todo es ideología y regresamos a lo mismo.
Pero, finalmente, llegó a Washington.
Cuando estaba en Catar, el presidente Moreno me pidió que venga a la embajada en Washington, porque quería cambiar la parte comercial. Yo, la verdad, no tenía idea de que habían ya puesto mi nombre y que a la semana estaba aceptado (por Estados Unidos). Fue el 6 de febrero del 2020. Luego de cinco días le dieron carta de invitación al presidente Moreno para una visita oficial.
Y ahora está como embajadora del gobierno de Guillermo Lasso. En ese recorrido de 40 años, entre la diplomacia y la política, y más tiempo fuera que dentro del país, ¿cómo ve al Ecuador?
Sinceramente, yo nunca imaginé que la corrupción iba a llegar a estos niveles. Creo que los primeros cuatro años del expresidente Correa estuvieron bien. No sé qué pasó en los siguientes seis. Dicen que el poder corrompe; ese es el problema. Eso provocó lo que ahora tenemos. Yo nunca había visto tanta corrupción ni el problema de la droga. Cuando yo llegué a la embajada en el 98 recuerdo que la primera reunión que tuve en el Senado (por el tema del Plan Colombia), mi argumento era que Ecuador era un país pacífico por excelencia, que nunca habíamos tenido narcotráfico y que tenían que apoyarnos en algo (porque se estaba liberando un territorio para las FARC que colindaba con la frontera con Ecuador). Entonces, se hizo la Base de Manta, que no era una base militar, sino para controlar el narcotráfico. Si no fuera por esa base, Ecuador estaría inundado de droga. Pero llega el presidente Correa y corta todo: saca a Usaid, al FMI, al Banco Mundial, a la Base de Manta… Y, encima, pone la tabla de consumo en cantidades mínimas; llevan la droga en pequeñas cantidades y la dan en los colegios… Eso los convirtió en consumidores y provocó todo lo que estamos viendo en las prisiones, las mafias… Antes no había eso. ¿Cuándo hemos visto esto de los carteles de Sinaloa? Todos están en el Ecuador. ¿Cómo es posible eso? Claro, también es un tema de pobreza, por eso debemos tener acuerdos comerciales con todo el mundo y con Estados Unidos hay que hacer algo. Teníamos el ATPDA (un incentivo) para erradicar la droga, y lo cortó también el expresidente Correa, unilateralmente.
¿El gobierno de Rafael Correa, a su juicio, marcó un antes y un después en el tema del narcotráfico?
¡Absolutamente, cambió el país!
¿Tanto se ha deteriorado el Ecuador?
Antes no se sabía (de los niveles de corrupción y narcotráfico) porque todo estaba tapado. Pero lo supimos desde el tiempo del presidente Moreno. Si no fuera por él…
¿Y así no se arrepiente de haber colaborado con Correa?
No. Yo no me arrepiento de nada. Más bien, estoy segura de que el presidente Correa está arrepentido, pero no lo va a decir.
¿Arrepentido de qué?
De todo lo que ha hecho. No es el Ecuador que él quiere, me imagino.
¿Cómo aborda estos dos temas que ha mencionado, corrupción y narcotráfico, en su calidad de representante del Gobierno ecuatoriano ante el de Estados Unidos?
Estamos trabajando muchísimo en eso, pero no se puede decir nada hasta que las personas encargadas lo hagan.
La pregunta de cajón: ¿cómo nos está viendo Estados Unidos en ese sentido?
Excelentemente bien. Están cien por ciento con nosotros.
Usted dice que nos ven “excelentemente bien”, pero en diciembre pasado, el embajador de Estados Unidos en Quito, Michael J. Fitzpatrick, lanzó una bomba al decir públicamente que su gobierno había decidido, de manera unilateral, retirar las visas a “narcogenerales” de la Policía, así como a abogados y jueces por su relación con la corrupción y el narcotráfico (la entrevista fue hecha antes de que se conozca el caso de la familia de Abdalá Bucaram).
Es que parece ser que quitarles la visa es la única forma para que reaccione la gente. Y el presidente Lasso está consciente de eso. No se puede dejar a esta gente haciendo lo que quiera. Si tienen problemas de corrupción, por supuesto que hay que quitarles la visa.
Es una decisión unilateral.
Ecuador ha capturado unas 200 toneladas de droga, pero ¿cuántas más habrá? Y todas estas personas (traficantes) vienen a Estados Unidos, a Miami… ¿Quién está descubriendo todo eso? Estados Unidos, porque conoce lo que está pasando.
¿Todo esto no revela también que el Estado ecuatoriano es incapaz de controlar el narcotráfico?
Son mafias tan grandes que no se pueden controlar. Además, Ecuador es un país dolarizado. Entonces, el lavado de dinero, el movimiento que se da… Están pagando muchísimo dinero. Y eso tiene que limpiarse. Estados Unidos está consciente y quiere ayudar. La relación está mejor, porque estamos trabajando en equipo. También están ayudando Colombia y México.
¿No cree que esa declaración de Fitzpatrick es una alerta grave, que va más allá de solo un “jalón de orejas”?
No solo a Ecuador, sino al resto de países. Ecuador y Colombia son hoy, quizás, los únicos que le quedan a Estados Unidos con los mismos valores en la región. Pero, mire, cómo puede ser posible que yo llego a Guayaquil (en febrero pasado) para la reunión del TIC (el Consejo de Comercio e Inversiones Ecuador-Estados Unidos, con miras a un acuerdo comercial) y al siguiente día (la noticia) es que dos hombres aparecen colgados en un puente. ¡Cuándo se ha visto eso! ¿Qué cartel es? De México. No podemos dejar que esto entre al Ecuador.
El problema se agrava cuando, como lo ha dicho la misma embajada, hay generales de la Policía o jueces que también están involucrados.
Por eso no debemos dejar que se contamine. Hay que cortar donde sea necesario.
El embajador de Estados Unidos ha sido criticado por interferir en asuntos internos.
No se está metiendo, más bien estamos pidiendo que se meta. (Él) podría decir “hagan lo que quieran y si quieren convertir a Ecuador en otro problema de terrorismo, narcotráfico, narcolavado, trata de personas (…), si lo quieren hacer, háganlo”. Dígame, ¿quién, en Ecuador, quiere todo eso sino los que se están beneficiando? Una manzana podrida daña a las demás y hay que sacarla.
¿Se debería, entonces, agradecer la declaración de Fitzpatrick?
Es que no es de él esta declaración. No es de él, así nomás. Él hace lo que le dicen que tiene que hacer.
¿El Gobierno de Estados Unidos?
Y también Ecuador. No es una cosa que está saliendo así como así. El presidente Lasso dijo: “Hagan lo que tengan que hacer, yo no quiero corrupción en Ecuador”.
Usted ha destacado el tema comercial, pero ¿no se ven afectados esos avances por los problemas de corrupción y narcotráfico?
Todos los países tienen corrupción. Estados Unidos también. No es que solo Estados Unidos nos haga un favor, sino nosotros también, siendo estables en la región. No es un tema en blanco y negro.
Ivonne Baki tiene muchos detractores. Le han dicho de todo: que es de derecha, agente de la CIA, que ha trabajado más por conveniencias personales que por los intereses del país, que ha sustituido a la diplomacia por una plataforma light de amistades y vanidades personales… Sin embargo, a ella poco o nada le importan esas críticas. Su respuesta es contundente: desde el retorno a la democracia ha trabajado con ocho Gobiernos distintos. Los de Jaime Roldós, Sixto Durán-Ballén, Jamil Mahuad, Lucio Gutiérrez, Gustavo Noboa, Rafael Correa, Lenín Moreno y Guillermo Lasso.
No solo eso. También se le cuestiona –especialmente, desde la izquierda ecuatoriana– su desconocimiento de la realidad nacional. De hecho, Baki reconoce que cuando se lanzó de candidata a la Presidencia de la República, en el 2002, apenas conocía el país.
En febrero cumplió 71 años, de los cuales la mayor parte los ha pasado en cualquier parte del mundo, aunque más entre el Líbano, de donde eran sus padres y esposo, y Estados Unidos, donde construyó el pilar de su capital político: contactos con poder. “Yo tengo pocas amistades íntimas: cinco mejores amigos, que tienen altos cargos en la política, y cinco mejores amigas, que, vaya coincidencia, todas son estrellas (de cine)”.
¿Su mejor amigo es Donald Trump?
No. Tengo mejores amigos. Quizás Melania (la esposa de Trump) sea más mi amiga… jaja. No sé…
Lo dice sin presumir, como si sus contactos fueran una anécdota que le puede pasar a cualquiera. Sin embargo, fuera de esos “diez mejores amigos”, en los siguientes círculos de cercanía siguen estando personajes importantes para la Casa Blanca, el Senado, el Congreso…
¿Cómo empieza su vida pública, en la diplomacia?
Primero, yo era artista. Para mí, la música, el dibujo, la poesía, la pintura y el arte son una misma cosa. En 1975, en el Líbano había empezado una guerra civil horrible y mis hijos nacieron bajo el estallido de las bombas. Entonces, lo que no podía decir en palabras lo decía con la pintura. Esa fue la primera parte de mi vida pública. Después, en 1981, fui nombrada cónsul honoraria de Ecuador en el Líbano. Mi papá no aceptó ese cargo. Dijo: “Que sea mi hija” y cambió mi vida. Luego fallecieron mis padres, y mi papá, cuando estaba en cama, antes de morir, me cogió la mano y me dijo: “Ivonne, no te olvides que tu primer país es Ecuador”. Al siguiente día saqué a mis tres hijos y nos vinimos a Washington (alrededor de 1987).
Estudiaba en Harvard y, en 1995, le llamó el presidente de entonces, Sixto Durán-Ballén.
Me llamó por teléfono para decirme que había empezado la guerra entre Ecuador y Perú, y que si le podía decir al profesor Roger Fisher (experto en negociaciones de Harvard) que vaya a Ecuador. Precisamente, en ese momento, estaba él con todo el conflict management group de Harvard en mi casa, en Boston, y le pasé el teléfono. A los tres días estábamos en Ecuador. Después, cuando Jamil Mahuad fue elegido presidente, yo le pedí que firme la paz.
¿Fue asesora de Mahuad desde la campaña?
Sí, trabajamos también en la campaña. Hasta ese momento (cuando tenía 47 años), yo no había regresado al Ecuador (salió al Líbano a los 13).
Y Mahuad ganó.
Y me designó embajadora en Washington. El 26 de octubre de 1998 se firmó la paz, y al siguiente día me vine a Estados Unidos. Estuve dos años con Jamil Mahuad y dos con Gustavo Noboa. Es curioso, a la vez estuve dos años con Bill Clinton y dos con George W. Bush. Ahora se está repitiendo la historia: estuve como embajadora en el tiempo de Lenín Moreno y Trump, y ahora con el presidente Lasso y el presidente Biden. Para mí, (la embajada) es como regresar a casa.
Estaba en plena carrera en la diplomacia y en 2002 se presentó como candidata a la Presidencia.
Yo sabía que no iba a ganar, pero fue mi hijo Faisal quien me convenció. Yo no había estado en el Ecuador, no lo conocía y nadie me conocía. Cuando hicieron la encuesta de cuánta gente me conocía, no llegaba ni al 5 %. Pero fue una experiencia maravillosa.
Luego fue ministra de uno de sus rivales de campaña, Lucio Gutiérrez.
Fui ministra de Comercio, Industrias, Integración, Pesca, Competitividad… Era un ministerio inmenso. En ese ministerio pudimos haber hecho el Tratado de Libre Comercio, el TLC, con Estados Unidos, junto con Colombia y Perú. Terminamos las negociaciones, se hicieron las catorce rondas y, de pronto, se cae el Gobierno. En ese momento, (Rafael) Correa era asesor económico del vicepresidente Alfredo Palacio (quien tras la caída de Gutiérrez pasó a ser presidente). Y lo pararon todo; él estaba siempre en contra.
¿Con todo hecho?
Nosotros ya estábamos celebrando en Washington…
¿Cómo logró adaptarse a las tendencias políticas de los distintos gobernantes, tanto en Ecuador como en Estados Unidos?
Para mí es más el tema personal: la amistad y la confianza hacen todo. Por eso, para mí siempre ha sido importante tener esas amistades. Por ejemplo, yo nunca dejé de ser amiga de los demócratas, mis amistades siempre estuvieron allí. Están en posiciones muy altas y son íntimos amigos míos, muchos son como mi familia. Tampoco es que cuando pierden (el poder) me voy. No voy a dejar de ser amiga de Donald Trump (republicano) o de los que estuvieron en el gobierno anterior. Las relaciones personales son más importantes que la política.
La ideología pasa a segundo plano.
Para mí la libertad es lo más importante. Decidir y decir lo que uno quiere sin ser clasificado o juzgado por ideologías.
¿No le choca eso cuando viaja a Ecuador y se encuentra con la política doméstica abiertamente polarizada?
¡Qué terrible qué es eso! ¿Por qué no empiezan a trabajar más por los temas en común, los que la gente quiere?, ¿usted cree que al pueblo le interesa si alguien es de izquierda o de derecha?
¿Le ha traído problemas esa ideologización?
Siempre me ha traído problemas, siempre me critican, pero yo sé lo que soy y no me importa.
¿Irá a vivir a Ecuador en algún momento?
… (suspira) Si el país se arregla como pienso que se arreglará… Mi hijo está allá, a él le encanta el Ecuador.
Con tantos famosos entre sus amistades y con una carrera inicial como pintora, ¿nunca le llamó la atención ese mundo del jet set en lugar de la política?
En mi exposición en Cannes, en el 85, uno de los principales productores de cine del mundo quería convertirme en una estrella de Hollywood. Pero mi esposo, en ese entonces, me dijo: “Puedes ser política, presidenta del mundo, lo que quieras, pero, por favor, no Hollywood”. Así que… eso pasó.
Carrera política y diplomática
- En 1981 fue cónsul del Ecuador en Beirut / Gobierno de Jaime Roldós y Osvaldo Hurtado.
- Entre 1992 y 1998 fue cónsul honoraria del Ecuador en Boston / Gobierno de Sixto Durán-Ballén.
- En 1998 fue asesora del presidente Jamil Mahuad. Participó en el equipo de negociación para el acuerdo de paz entre Ecuador y Perú. Luego fue designada embajadora en Washington / Gobierno de Jamil Mahuad.
- Entre 1998 y 2002 ocupó el cargo de embajadora de Ecuador en Estados Unidos / Gobierno de Gustavo Noboa.
- En 2002 fue candidata a la Presidencia.
- Entre 2003 y 2005 fue nombrada ministra de Comercio Exterior. Durante su gestión se inició la negociación del Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos / Gobierno de Lucio Gutiérrez.
- Entre 2006 y 2009 fue al Parlamento Andino (distinción que obtuvo tras ganar en votaciones para esa instancia).
- Entre 2010 y 2013 fue designada jefa negociadora de la Iniciativa Yasuní-ITT, con el fin de preservar el parque nacional Yasuní / Gobierno de Rafael Correa.
- Entre septiembre de 2017 y febrero de 2020 ocupó el cargo de embajadora de Ecuador en Catar y embajadora no residente en Irak, Kuwait, Líbano, Jordania, Omán y Siria / Gobierno de Lenín Moreno
- El 6 de febrero de 2020 presentó sus cartas credenciales como embajadora del Ecuador en Estados Unidos / Gobierno de Guillermo Lasso. (I)