El mundo no tiene descanso ni puede encontrar la paz. No sale de los horrores de pandemia y entra a los combates de una guerra donde los protagonistas en escena son Rusia y Ucrania, pero otros actores y sus actos tras bambalinas son los que determinarán el sentido y destino de esta guerra. La invasión tiene que ser rechazada y condenada por violentar los principios base del derecho internacional: autodeterminación de los pueblos, no intervención, solución pacífica de las controversias, proscripción de la amenaza o el uso de la fuerza en las relaciones internacionales, igualdad jurídica de los Estados, cooperación internacional para el desarrollo; respeto, protección y promoción de los derechos humanos, y lucha por la paz y seguridad internacionales. Las causas profundas y las formas que adquiera el conflicto tienen que ser analizadas y nunca olvidadas. Por su ubicación en el mapa, Ucrania es como el jamón de un emparedado en la geografía mundial. Toda su porción territorial oriental tiene frontera con Rusia, en tanto que su occidente hace frontera con países que antes formaron parte de la ex URSS y hoy pertenecen a la Unión Europea (UE). Geopolítica y militarmente la frontera occidental incluye a Estados Unidos y Canadá agrupados con la UE en la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN). La guerra no es de Ucrania que, por dimensiones territorial, poblacional y de capacidad económica y militar, no está en aptitud de sostener una guerra contra el gigante ruso. Se trata de una guerra por el dominio y control político, militar y económico de Ucrania en la que el verdadero adversario es Estados Unidos apoyado por la OTAN. ¿Quién dice la verdad en la guerra? No hablemos de los confrontados, Rusia y Ucrania, que dan versiones como si se tratara de dos guerras y no de la misma. ¿Las grandes cadenas televisivas y periodísticas? ¿Google, Twitter, Facebook, Meta, YouTube, o Netflix, propiedad de los hombres ricos de Estados Unidos? ¿Las redes oficiales del gobierno de Ucrania y su Ministerio de Defensa, que esparcen la leyenda de El fantasma de Kiev -piloto ucranio que derribó seis aviones rusos- en una historia difundida ampliamente con imágenes de un videojuego? ¿O, Facebook, con otro videojuego -ArmA3- donde difunde supuestos bombardeos de Rusia en poblaciones ucranias? ¿Cómo puede el resto del mundo saber la verdad de lo que está ocurriendo y lo que se juega en esa guerra?
Es una guerra geopolítica por el objetivo de dominar un espacio territorial donde la colocación de armas nucleares de largo alcance, apuntando de este a oeste, o viceversa, implicaría prácticamente el dominio de una potencia sobre otra por la amenaza de destrucción; y es guerra económica entre dos modernas potencias capitalistas que disputan cuál de ellas suministra sus energéticos a Europa, aunque la propaganda mediática destaque con énfasis la desigual batalla entre la potencia y el país pequeño, los combates militares, las muertes, la destrucción, los desplazados, y la amenaza de guerra con armas nucleares. Aunque Ucrania sea el tema político militar del momento, no es la voz de su presidente Volodymir Zelensky la que domina el escenario de la guerra. A enorme distancia Estados Unidos (EU), sin ser parte material en el conflicto, establece la estrategia en voz de Joe Biden: <<Tenemos dos opciones. Empezar una tercera guerra mundial, iniciar una guerra contra Rusia, de hecho. O, segundo, garantizar que un país que actúa hasta tal punto en contradicción con la ley internacional pague un precio por hacerlo>>. (La Jornada, 27/02/2022). Y, desde el Capitolio, acusa: <<la guerra de Putin fue premeditada y no provocada, el ruso rechazó los esfuerzos diplomáticos. Pensó que Occidente y la OTAN no responderían, y pensaba que nos podía dividir aquí en casa. Putin estaba equivocado. Estábamos listos>>. ¿Dónde aparece Ucrania? Pues, pidiendo a Biden <<frenar al agresor cuanto antes…liderazgo estadunidense en las sanciones antirrusas…asistencia en defensa para Ucrania>> y, su adhesión inmediata a la Unión Europea. Las guerras, en el fondo, esconden también el negocio de las armas y los intereses económicos de la industria armamentista la cual, dice Biden, goza de un “escudo”: <<los fabricantes son la única industria en Estados Unidos que no puede ser demandada>>.
Howard Zinn, veterano de la Segunda Guerra Mundial e historiador, decía que <<toda guerra es una guerra contra civiles, y por lo tanto son inherentemente inmorales>>. Pensar que el mundo, con más de siete mil millones de habitantes, pende de la voluntad de unos pocos que tienen acceso y control de las armas de destrucción nuclear, eleva la inmoralidad de la guerra hasta alcanzar las formas en que está organizado. David Brooks dice: <<Resulta un poco absurdo que el Consejo de Seguridad de la ONU, instancia creada para frenar las guerras y evitar incluso la destrucción mundial por armas nucleares, esté controlado nada menos que por cinco de los principales poderes nucleares. Los locos están a cargo del manicomio>>. (La Jornada, 28/02/2022). Más absurdo es todavía que la resolución sobre el conflicto propuesta por la Asamblea General de la ONU, de frenar inmediatamente la guerra, votada por 141 países a favor, 5 en contra, y 35 abstenciones, carezca de fuerza vinculatoria al no obligar a los Estados en guerra a actuar en el sentido resuelto. Los Estados son disfuncionales, aquí, en tres sentidos: uno, entrar en una guerra, no pasa por obtener la voluntad de los pueblos que son los que sufren sus consecuencias; dos, los organismos internacionales encargados de velar por la paz y seguridad del mundo no atienden en sus resoluciones al criterio de mayoría democrática ni se someten a sus decisiones; tres, el mundo está organizado con base en el poder de la violencia y la destrucción que pueden ejercer una minoría insignificante, contra la gran mayoría de habitantes del planeta.
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Existe un paralelismo verificable entre los efectos económicos de la pandemia, con los que está provocando esta guerra. En sólo una semana el valor de las 15 empresas armamentistas con mayores ventas del mundo que cotizan en alguna bolsa de valores, se disparó en alrededor de 81 mil 500 millones de dólares. Nueve son de Estados Unidos; la lista se integra por Lock-heed Martin Corp (EU), Raytheon Technologies (EU), Boeing (EU), Northrop Grumman (EU), General Dynamics (EU), BAE Systems (Reino Unido), Norinco (China), AVIC (China), L3Harris Technologies (EU), Airbus (Países Bajos), Leonardo (Italia), Thales (Francia), Huntington Ingalls Industries (EU), Leidos Holdings (EU) y Honeywell International (EU). Salvo Airbus y Leonardo, el resto de las empresas productoras de armas pertenecen a 4 países que son miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU. Los zorros cuidando el gallinero.
¿Tiene algún sentido que países de Europa y Estados Unidos envíen armas a Ucrania, mientras el presidente Zelensky desesperado les pide aviones de guerra para sus fuerzas armadas y dejar de importar petróleo ruso? La respuesta parece darla un hecho mantenido en celoso secreto: <<Los ministros alemanes de Relaciones Exteriores y de Finanzas se pronunciaron el domingo contra la prohibición de importar gas, petróleo y carbón de Rusia como parte de las sanciones por la invasión a Ucrania. “Hay que poder mantener (las sanciones) en el tiempo”, explicó la jefa de la diplomacia alemana, Annalena Baerbock, a la cadena ARD. “No servirán de nada si en tres semanas descubrimos que no tenemos más que unos días de electricidad en Alemania y que se deben revertir las sanciones”. “Estamos dispuestos a pagar un precio económico muy, muy elevado, pero si mañana en Alemania o en Europa las luces se apagan, eso no va a detener los tanques”>> (Alemania se opone a embargo al gas, petróleo y carbón de Rusia (msn.com)). La UE vive, entonces, una tragedia al embarcarse en una guerra contra el país que le suministra los energéticos para su existencia social.
Algo en lo que el mundo no está poniendo suficiente atención, debido al exacerbado antiputinismo, es el llamado del presidente ruso a la <<desnazificación de Ucrania>>. Dos son las razones de esa petición: uno, el centro geográfico del Holocausto fue Ucrania, junto con Polonia y Bielorrusia; dos, el <<nacionalismo ucranio>> de honda raigambre nazi, se hizo del poder mediante el golpe de Estado que, en 2014, derrocó al presidente constitucional Viktor Yanukovich, y abrió la puerta de la presidencia al actor de doblajes y bailarín Volodymir Zelensky. Para saber como termina esta guerra sólo habrá que observar quién aprieta las tuercas a quién: las sanciones económicas que occidente impone a Rusia o, que esta termine por cerrar el suministro de petróleo, gas y carbón a Europa. En Grecia la apuesta la hacen las manifestaciones de protesta contra la OTAN y el gobierno de Putin, asegurando que están en contra de una guerra interimperialista que obliga a los trabajadores a elegir entre dos equipos de ladrones.
Heroica Puebla de Zaragoza, a 07 de marzo de 2022.
JOSÉ SAMUEL PORRAS RUGERIO
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