Seth pasó la adolescencia leyendo y dibujando cientos de páginas de superhéroes. “Me gustaba Spiderman pero no lo veía real ni sentía nada hacia él. En cambio, de niño copiaba los dibujos de los Peanuts [sobre la mesa, su inseparable y veterano plumier de madera con Charlie Brown y Snoopy en la tapa, donde guarda sus rotuladores]. Y descubrí que Charles Schulz me hacía sentir empatía por sus personajes. Igual que Robert Crumb con los suyos, aunque él fuera más a lo bruto. Parecen dos artistas muy distintos, pero no lo son tanto: los dos construían su obra a través de sus experiencias personales. Sentía que me contaban cosas de su vida real, de sus deseos y pensamientos. Fue una revelación”. Y en ambos, además de intentar “capturar la elegancia de antiguos ilustradores de ‘The New Yorker’ como Peter Arno y Helen Hokinson“, se inspiró para moldearse, con temas marca de la casa como la memoria, el pasado y la muerte, como uno de los autores del cómics norteamericano más referenciales de su generación, con colegas a los que admira como Daniel Clowes, Chester Brown, los hermanos Gilbert y Jaime Hernández o Chris Ware.
Vuelve el canadiense Seth (Gregory Gallant; Ontario, 1962) a Barcelona, como siempre con su elegancia al estilo de los años 50 -traje (hoy toca gris, pero en su maleta no faltan el azul intenso, el ocre o el violáceo) con pañuelo asomando del bolsillo de la americana, guantes de piel marrón, a juego con el sombrero, los zapatos y la gabardina-. Suma a su impecable atuendo la mascarilla. Hace tres años presentaba su monumental ‘Ventiladores Clyde’, la que él mismo consideraba su obra magna (aunque ahora admite, sin revelar detalles, que el libro más importante de su vida será el que prevé terminar en un lustro; a la par, trabaja en su autobiografía en cómic, ‘Nothing lasts’ (Nada dura).
De Seth, Salamandra Graphic reedita su otra gran obra, ‘George Sprott 1894-1975’ (2009). En ella evoca la vida de un famoso presentador de televisión que vive sus últimas horas. “La idea del legado, lo que dejamos atrás al morir, es un tema central de mi trabajo. Pienso mucho en ello, quizá porque mis padres eran muy mayores y cuando yo era un chaval me hablaban de los acontecimientos de sus vidas pero no de sus sentimientos. Eran de esas personas que al morir no dejan gran cosa tras de sí: tenían pocos amigos, no eran artistas ni escritores. La mayoría de nosotros somos olvidados rápidamente. A no ser que seas un grandísimo artista tu obra no te sobrevivirá -asevera-. Así que a medida que voy haciéndome mayor escribo más sobre qué pasa cuando morimos, aunque no estoy seguro de que haya vida tras la muerte. En mis libros intento imaginar un mundo en que mis personajes puedan seguir viviendo. Me gustaría vivir en mis propios recuerdos, aunque la memoria es imperfecta y quizá descubriría que mis recueros son mentiras o manipulaciones”.
Las lecciones de la Segunda Guerra Mundial se han olvidado en un par de generaciones. En los últimos 20 años el mundo ha retrocedido
A tenor de la guerra en Ucrania, quien no tiene memoria, lamenta Seth, es la raza humana. “Mis padres hablaban continuamente de la Segunda Guerra Mundial. Y me sorprende ver que las lecciones de esa guerra se han olvidado. Solo hace falta una o dos generaciones para que los seres humanos olviden el pasado. En los 80 el mundo no paraba de mejorar, parecía que avanzaba. Pero en los últimos 20 años hemos retrocedido. Me deprime creer que no viviré lo suficiente como para ver cambiar esa tendencia. En los años 20 todo parecía ir mejor hasta que llegó el auge del fascismo. No aprendemos. Somos violentos y estúpidos”.
En 2019 decía que temía a Trump. “Ahora le temo aún más. Aunque perdió las elecciones, con su caída ha conseguido arrastrar la democracia por el fango. Nunca pensé que alguien cambiaría tanto la sociedad en tan poco tiempo. Es muy posible que vuelva a ser presidente, y la segunda vez será mucho peor. Miro las noticias con la esperanza de que muera. Cualquier otro líder fascista más inteligente disimularía y haría ver que le importa el sistema democrático. O desaparece o nos espera una época oscura”, advierte.
Temo más ahora a Trump que cuando era presidente. Ha arrastrado la democracia por el fango. Si vuelve a la presidencia será mucho peor
De hecho, teme más Trump que Putin. “Por muy trágico y triste que sea lo que está haciendo, Putin es un fascista a la antigua, no es distinto de otros fascistas de la historia. A mí me da más miedo ver cómo Estados Unidos cae en el fascismo porque Rusia nunca iba a ser la esperanza del mundo pero Estados Unidos se considera un gran faro de la libertad”.
Preocupado por cómo “la ira que llega de Estados Unidos ha abierto una brecha en la población canadiense, como se vio en la protesta de camioneros antivacunas”, lamenta también que “la pandemia se haya politizado en vez de tratarse como un tema de salud” y que se haya llegado a “extremos ridículos de decir que obligarte a llevar mascarilla en pandemia sea una violación de tus derechos, como si cuando el cinturón de seguridad fue obligatorio hubieran dicho que coartaba tu libertad”.
Internet es el gran responsable de muchos males de la sociedad actual. Sin él éramos más felices
Seth, que no tiene móvil ni web y abomina de las redes sociales, cree que “internet es el gran responsable de muchos males de la sociedad actual”. “Antes, ante cualquier cambio o mejora social, como el acceso de mujeres a puestos directivos, temas de racismo o la normalización de la homosexualidad, mucha gente callaba por temor a que si decía que no estaba de acuerdo se les consideraría reaccionarios. Pero con internet la gente ya no se calla y encuentra otras personas que están de acuerdo con ideas retrasadas y se envalentonan. Y ves una marea de gente que quiere volver a una sociedad opresiva”.
Consciente de que “internet no va a desaparecer. La gente tiene problemas de dependencia si se queda sin móvil un día”, sabe que su “gesto simbólico de intentar ceñirse a un modelo de vida no digital es una batalla perdida“. “Los niños de hoy no podrán imaginar un mundo sin internet. Pero yo sí recuerdo cómo era antes y pienso que todos éramos más felices. Internet no se creó para ser algo malo pero ha cambiado nuestras mentes. Se ha abierto la caja de Pandora. La gente habla todo el tiempo, no hay privacidad ni pensamiento interior. Acabarán agotados de tanta estimulación constante. El ser humano necesita aburrirse”.
En cambio, reflexiona, la red está llena de “rabietas de niños malcriados, de gente que no ha pasado una gran guerra, que ha crecido vacunada, en cómodas burbujas”. Ante ello, Seth también tiene su propia burbuja de protección. “Intento llevar una vida tranquila. Por eso pienso más en la vida tras la muerte, la imagino un lugar de quietud, sin sufrimiento emocional, el sueño ideal del ser humano, lo que decimos cuando alguien muere: el descanso y la paz”.
El veto a ‘Maus’ en escuelas de EEUU
No se guarda tampoco su opinión Seth sobre el reciente veto en escuelas de Tennessee al cómic de Art Spiegelman donde narraba el drama vivido por su padre en Auschwitz. “Es extraño lo que está pasando en Estados Unidos. ‘Maus’ ha lidiado con la censura desde su publicación, pero ahora no es la típica censura de decir que no es un libro adecuado para los niños, no es, como dicen, para protegerles de las blasfemias o de un desnudo. A los polacos no les gustó porque salían dibujados como cerdos. Esta última ola de censura pretende que el holocausto no se produjo porque no quieren vivir la conmoción de que algo así llegara a ocurrir ni quieren que les culpen de ello. En EEUU se está prohibiendo hablar de ciertos temas en la escuela, como de la esclavitud. Creo que tiene que ver con ciertos temas que incomodan a los blancos, que temen dejar de ser la mayoría del país”.
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