Hace 15 años llenaron su primer Palacio de los Deportes. Hoy Zoé lo llena cuantas veces quiere. No es resultado de la suerte. Es la disciplina. Los éxitos que se fabrican con el trabajo que implica juntar a una, dos, tres generaciones en lo que algunos llaman la última banda de rock en español que se mide en masas.
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Zoé abrió el concierto de este sábado 5 de marzo con su nuevo sonido. El que lo aleja de Phil Vinall, el productor que perfeccionó algunos de sus éxitos, como Vía Láctea, Soñé, No me destruyas. El Zoé de esta noche toca canciones alusivas al karma. Karmadame se llama la segunda canción: un tema que ineludiblemente alude al presente pandémico que enseñó que el futuro es poco más que un relato.
En el Palacio de los Deportes se fusionan generaciones: el chico de 16 al que en realidad le gusta Bad Bunny pero viene aquí porque “eran bien cabrones”.
Por supuesto se refiere al tiempo en que Zoé fue el referente del rock en español. Comenzaron el concierto con las canciones nuevas. “No hay mal que no dure” demostró que Zoé tiene un sello propio. Luego llegó “Nada”, recordatorio de que Zoé también es nostalgia.
“Vía Láctea” y “Paula” fueron la parte clbae del Memo Rex, el disco que los llevó a la fama desde el difícil terreno de la independencia.
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León Larregui salió al escenario más maduro, lejos de aquel chico inseguro del Teatro Metrópolitan. En su lugar salió un hombre decidido a demostrar por qué Zoé sigue llenando, provocando. El concierto lo cierra “Soñé”, canción pop de una generación que hace 20 años no llenaba ni el Chopo.