En México se habla de porras, no de barras bravas. El país creador de la ola en las tribunas conoció lo que eran los grupos radicales a finales de los noventa, sin que se hayan registrado grandes controversias, no al menos como las que se veían en Argentina. El empresario argentino Andrés Fassi ha sido señalado como uno de los impulsores de importar estos grupos a México. En 1996 se fundó la barra Ultra Tuza en el club Pachuca, en el centro de México. El modelo se empezó a replicar en otros equipos como los Chivas de Guadalajara con la llamada Legión 1908, en los Pumas de la UNAM nació La Rebel y en el América la barra La Monumental. Desde entonces, el Pachuca no ha tenido incidentes graves con sus aficionados, pero sí se ha radicalizado en otros equipos como en Atlas con La 51. El exdiputado Gerardo Liceaga culpó directamente a Fassi en 2014 por ser el “creador” de las barras e intentó promover una ley que castigara duramente la violencia en los estadios, pero nunca pasó nada.
Si algo une a todas las barras mexicanas son los cánticos argentinos: los mismos insultos, la homofobia, y solo cambia el nombre del rival. La violencia en los estadios ha ocurrido a lo largo de los años con peleas entre las barras de América y Pumas, trifulcas en 2017 en Veracruz, e incluso un episodio de violencia en 2019 en Querétaro entre sus hinchas radicales y los del Atlético de San Luis. Lo que ocurrió este sábado entre Querétaro y Atlas fue lo más grave por todas las escenas de pánico, palizas y sangre en el césped y alrededor del estadio, con familias escapando con sus hijos del horror, recorriendo el césped del estadio. En 2014, el hoy fallecido dueño de los Chivas, Jorge Vergara, vetó a su propia barra por peleas con policías dentro del campo, aunque la medida se eliminó un año más tarde.
Otras batallas
En el caso de las aficiones radicales del Querétaro y Atlas, la rivalidad se remonta a 2007, cuando el cuadro rojinegro, sin nada en juego, logró una victoria que hundió a los Gallos a la extinta Primera A, una suerte de segunda categoría. Después de aquel partido se registraron algunos incidentes, que dejaron heridos y detenidos. Tres años después, se volvieron a encontrar en Querétaro y Corregidora volvió a ser escenario de incidentes. Ambos clubes decidieron prohibir el acceso a la hinchada visitante en los sucesivos años, pero la medida se suprimió con el tiempo. Tres años después —parece el periodo de tregua implícito— ambos equipos se enfrentaban para evitar el descenso y volvieron a registrarse incidentes.
La Resistencia, de los Gallos de Querétaro, y La 51, del Atlas, son dos de las hinchadas más radicales y peligrosas del fútbol mexicano. Los primeros fueron protagonistas de otro lamentable episodio en octubre de 2019 cuando sus aficionados comenzaron una batalla en las gradas contra los hinchas del Atlético de San Luis, la franquicia del Atlético de Madrid en México. Esa vez solo hubo una amenaza de cierre del campo por parte de los altos mandos del fútbol mexicano y volvieron a la normalidad. En 2015, los radicales del Atlas invadieron el campo en un partido contra las Chivas, su máximo rival, con apenas 54 minutos de juego. Bajaron al campo a increpar a sus futbolistas que perdían 4-1, los policías también perdieron el control los primeros minutos, pero lograron proteger a los futbolistas y cerrar las entradas a la cancha. Un goteo de violencia que ha desembocado en el horror de este sábado en Querétaro, un espectáculo de violencia que ha dado la vuelta al mundo y avergüenza al país.
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