José Luis Escrivá Belmonte es desde el 13 de enero de 2020 ministro de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones. El ministro de «las migraciones» nació en Albacete hace 61 años, es licenciado en Ciencias Empresariales y participa en el Gobierno español como independiente, sin estar adscrito a ningún partido político. Su Ministerio está totalmente enfocado a los temas sociales y, en nuestro caso, nos interesan saber sus opiniones sobre las migraciones.
Ventana Europea: ¿Cómo convencer a la ciudadanía que la emigración, en sí, no es mala, sino buena? ¿La solución a la emigración está en los países de origen de los migrantes o en el recelo de los países poderosos ante el problema?
José Luis Escrivá: Yo creo que España es un país solidario y comprometido con las personas migrantes. Así lo hemos percibido, por ejemplo, con la llegada de más de 400 familias procedentes de Afganistán el pasado año, un momento en el que toda la sociedad se volcó.
Pero también tenemos que ser conscientes de nuestra realidad demográfica y sabemos que, incluso aunque la natalidad creciera con fuerza, en las próximas décadas España necesitará recibir personas procedentes de otros países para mantener el nivel actual de empleo. No creo que nadie quiera aceptar un empobrecimiento de nuestra economía y nuestra sociedad por evitar que vengan personas de fuera de nuestro país, no parece razonable. Lo que sí tenemos que hacer es trabajar para que las vías migratorias sean seguras y ordenadas, y nuestros acuerdos de migración circular con países como Marruecos, Ecuador, Honduras y Colombia son apuestas claras por este modelo.
V. E: Se ha dado un paso muy importante en la reforma del Reglamento de extranjería respecto a los jóvenes migrantes… ¿Cómo continuar este camino?.
J. L. E.: Para nosotros era un paso fundamental que era necesario dar. La normativa estaba abocando a muchos jóvenes a la irregularidad sobrevenida de una forma injusta e innecesaria. Era una deuda que teníamos con estos jóvenes que, en muchos casos, han trabajado antes de la mayoría de edad o han realizado formación y no podían mostrar, a través del trabajo, esa formación adquirida. Son muy importantes todas las medidas que sirvan para la inclusión de estas personas.
De cara al futuro, nuestro objetivo es continuar reformando algunas normativas que se han quedado obsoletas y adaptar la política migratoria al contexto actual, para que ninguna traba administrativa se interponga en algo en lo que creemos firmemente: el trabajo es una herramienta clave para la inclusión.
V. E: ¿A qué cree que se debe el odio de determinados partidos políticos, en toda Europa, contra los emigrantes?
J. L. E.: Como decía, creo que España tiene un punto de partida que, en general, no es negativo, por lo que la realidad que algunos partidos tienen interés en construir no se corresponde con el sentimiento mayoritario de la sociedad española. Somos un país muy solidario y comprometido, como hemos demostrado en muchas ocasiones. En España no hay problemas graves de inmigración, pero sí se va «colando gradualmente» cierta animadversión hacia ellos. Tenemos que llevar a cabo la eliminación de muros identitarios, laborales, fiscales, legales etc. para que su integración sea plena.
V. E: Trabajan conjuntamente desde su Ministerio con algunas instituciones de la Iglesia en el tema de las migraciones ¿Cómo lo hacen y valoran?
J. L. E.: Sí, justo esta semana hemos tenido una reunión muy interesante con el arzobispo de Madrid, con el que hemos compartido preocupaciones en el ámbito migratorio. Vemos muchas posibilidades de crear marcos de colaboración conjuntos. El encuentro ha servido para intercambiar puntos de vista sobre los problemas a los que se enfrentan los colectivos más vulnerables y los migrantes, como la pobreza y la exclusión social, así como de la labor que realizan Cáritas diocesana de Madrid y otras entidades de la Iglesia.
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