En el mercado laboral ecuatoriano las mujeres aprenden con rapidez, se desarrollan profesionalmente más velozmente que los hombres y superan los estereotipos para concentrarse en actividades que generan tanto desempeño económico como resultados sociales.
La lucha constante y exigencias de derechos igualitarios han provocado que la brecha laboral entre mujeres y hombres se reduzca, aunque esta sigue siendo significativa. Las cifras del Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC) dan cuenta de que, por ejemplo, el ingreso promedio de las mujeres, en enero de 2022, fue de $ 497, pero los hombres registraron $ 582. Además, el desempleo impacta más a mujeres en edad de trabajar con 6,7%.
El empleo adecuado también es menor en relación con la población masculina. En tanto, la masa salarial registrada en el Instituto Ecuatoriano de Seguridad Social evidencia que en 2020 se pagaron por concepto de salarios $ 17.248 millones y de esta cifra el 59,1 % fue destinado para hombres. La pandemia también perjudicó las cifras laborales de las féminas.
En resumen, tanto en el sector público como en el privado se contratan menos mujeres y a las que emplean no se les paga lo mismo que a sus pares hombres. Para la experta laboral Vanessa Velásquez, lo que reflejan las estadísticas es que todavía se mantiene el proceso discriminativo de ser mujer.
“Estamos hechas para concebir. Normalmente muchas empresas, grandes o medianas, hacen estudios de fertilidad y cuando se abren los periodos para contratar nuevo personal preguntan a las postulantes si quieren ser madres. Como las mujeres somos las encargadas de cuidar a los hijos se vuelve una traba, incluso pasa para los ascensos ejecutivos”, dice.
Mujeres son las más afectadas por desempleo en Ecuador, según cifras del INEC
En 2018, un estudio de Ipsos, en el que se evaluó a 500 compañías grandes y medianas, determinó que en el Ecuador solo uno de cada diez CEO es mujer y que solo el 26 % de miembros de directorios son mujeres. “Esto también se refleja en la política, en lo judicial. Solo hemos tenido una presidenta de la República, una presidenta de la Corte Constitucional, solo el 38 % de asambleístas son mujeres”, afirma.
Para Verónica Sevilla, exdirectora ejecutiva del Comité Empresarial Ecuatoriano y desarrolladora de negocios, hay dos factores determinantes para que las cifras laborales de las mujeres ecuatorianas continúen en rojo en comparación con los hombres. “El primero son las construcciones sociales históricas que afectan a los sectores productivos, porque recién hace 60 u 80 años las mujeres dejaron los llamados puestos de cuidado en sus casas y se integraron al sector laboral público y privado”, sostiene.
El segundo factor son los “sesgos inconscientes” que se evidencian, por ejemplo, cuando se le realiza una entrevista de trabajo a una mujer, señala la empresaria: “A una mujer de 30 años, recién casada se le pregunta si tendrá hijos, pero eso no pasa en la entrevista de un hombre porque suponen que si tendrá hijos serán cuidados por su esposa”. Añade que si bien las medidas afirmativas como las leyes contra la violencia de género y la que propone el impulso de la llamada economía violeta son pasos muy buenos en el país, los factores antes mencionados todavía siguen pesando mucho.
“Aunque creo que, poco a poco, el ejemplo de las mujeres que vamos caminando en el mundo empresarial y público con resultados van reconstruyendo esas construcciones sociales. También incursionando en profesiones que antes eran impensadas para nosotras. En esto (un cambio) tienen que ver mucho los hombres porque ellos tienen el 80 % de las empresas familiares en el Ecuador, históricamente son los que han integrado directorios, manejan las empresas”, afirma.
Las mujeres perdieron más plazas de empleo pleno que los hombres en enero del 2022, según el INEC
Otro de los temas, según Sevilla, es que muchas mujeres detienen sus carreras para dedicarse a los cuidados de los hijos o de familiares. Además, para estar en puestos ejecutivos se debe sacrificar tiempo con la familia y muchas féminas no están dispuestas a hacerlo.
Cristina Velásquez ha desarrollado gran parte de su vida profesional en el sector de la construcción, que históricamente ha sido considerado no “tradicional” para las mujeres en Ecuador. Ella ha cumplido roles de mando. Actualmente es country manager de la empresa Tul Ecuador y es responsable de manejar a más de 250 colaboradores. Antes laboró en una transnacional dedicada a la industria del alambre y en una fábrica de pinturas.
“Yo no apuntaba al sector de la construcción. Yo soy ingeniera comercial, pero cuando se abrieron estas posibilidades las tomé. Cuando estuve en la empresa de alambres era un mundo lleno de hombres, pero nunca me sentí diferenciada en el trato por ser mujer. Más bien al ser mujer yo veía ventajas. Crecí en varias posiciones de liderazgo y terminé gerenciando el equipo de marketing. Creo que soy de las afortunadas que se ha sentido en un sistema totalmente igualitario”, refiere.
Para ella, que en sectores como la construcción no haya muchas mujeres es por temas de afinidades. “Cuando yo entré en la empresa de pinturas una pregunta de mi jefe fue si estaba consciente de que estaría en medio de olor a pintura, tintes, en lugares no tan bonitos. Yo no le vi problema porque crecí en un mundo de ingenieros y de arquitectos, pero tal vez para otra mujer no es muy atractivo este entorno”.
Sin embargo, afirma que donde sí ha sentido una diferencia y resistencia es al hablar con los clientes, ya que ellos ven “muy raro” que llegue una mujer a ofrecerles un servicio o producto para construcción. Señala que, por lo general, piensan que las féminas no conocen del tema, pero cuando se demuestran conocimientos con base en datos se crea la apertura. “Si bien debemos hacer mucho esfuerzo para generar credibilidad, una vez que se logró, el trato que se recibe por ser mujer es mejor que el que le dan a un hombre. Son más sensibles, respetuosos. En este sentido, pienso que ser mujer en la industria de la construcción es una ventaja”.
Vanessa, Verónica y Cristina concuerdan en que se deben crear más impulsos para mejorar el ambiente laboral para las mujeres a través de leyes que favorezcan su contratación. “Al menos hasta que haya igualdad”, precisa Sevilla. (I)