Marcelo Bielsa no tiene nada que hacer en el futbol mexicano. ¿Para qué queremos a un vendehumo como él? No, señor. Aquí sólo aceptamos a técnicos ganadores. El historial perdedor del predicador argentino aumentó este fin de semana con su despido del Leeds United. Es un fracasado sin remedio. Además sus palabras suenan muy sospechosas. Como que habla muy bonito para ser entrenador. Aquí, en la liga de las multipropiedades, necesitamos técnicos dicharacheros y no filósofos que en vez de entrenar tendrían que dar clases en la universidad.
Simplemente no encaja aquí. Ya dirigió al América y al Atlas en los 90 y no ganó nada. La Federación le ha suplicado en diversas ocasiones que venga a la Selección Mexicana. No hay forma, ha sido imposible. El dinero a raudales no ha podido seducir al Loco. ¿Qué le pasa? Pero no importa que nunca regrese a la flamante Liga MX, porque aquí necesitamos técnicos “con huevos” como Miguel Herrera y Tuca Ferretti. Lo acaban de correr. ¿Con qué cara vendría a México?
El despido de Bielsa como entrenador del Leeds United confirmó dos cosas: el placer de sus detractores por verlo fracasar y la eterna ilusión que tiene el futbol mexicano por verlo de nuevo en sus banquillos. Apenas se confirmó su salida de Leeds, la venta de humo entró en acción. Algunos incluso dieron por hecho que El Loco llegará a la Liga MX. La bola de cristal gusta mucho a los habladores.
De inmediato salieron los amantes del éxito. ¿A qué vendría a México? ¿A seguir fracasando? No hay que fingir sorpresa. Bielsa siempre ha pagado muy caro el precio de ser un bicho raro en el futbol. Cada tropiezo es la prueba definitiva de que sus modos y sus ideas no sirven para nada. Las exageraciones están a la orden del día con todos los personajes que polarizan. Y Bielsa no es la excepción.
El rosarino tiene éxitos y fracasos en su biografía como cualquier otro director técnico. Pero quizá pocos han padecido tanto desprestigio en la derrota. El equilibrio parece imposible, porque por cada muestra de odio irracional hay otra de veneración absoluta. Sus victorias son aplaudidas sin mesura. Y no, señores románticos, eso tampoco es sano. En la victoria y en la derrota, sus fanáticos incondicionales y sus críticos irremediables actúan sin reflexividad.
Los claroscuros siempre ayudan a matizar. Sí, Bielsa ascendió a un equipo mediocre que llevaba 16 años en la Segunda División Inglesa. Y después fue incapaz de sacar a ese mismo club de una crisis que bien podría hacerlos volver al abismo. Bielsa fracasó rotundamente con Argentina en Corea-Japón 2002, pero también hizo que Chile dejará atrás su mentalidad perdedora y se estableciera en el primer plano del futbol mundial.
Dejó huella en Bilbao y en Marsella. Los chilenos lo adoran como si fuera prócer de la patria. Los aficionados del Leeds le rindieron diversos homenajes sin importar los malos resultados de la última época. Qué raro que un fracasado consiga eso. Hay entrenadores que ganan títulos a mansalva y después nadie se acuerda de ellos. “Al éxito y al fracaso, esos dos impostores, trátalos siempre con la misma indiferencia”, decía Kipling.
Marcelo gana y pierde como todos. Eso no quiere decir que Bielsa sea un entrenador común y corriente. Su legado puede verse reflejado en sus jugadores. Casi todos hablan bien de él. En realidad eso es poco decir: la mayoría cuenta que su vida profesional cambió para siempre gracias al fracasado Bielsa. La influencia que ha tenido en diversos entrenadores, desde Pep Guardiola hasta Diego Simeone, dice más que cualquier título. No se necesita tener vitrinas llenas para ser triunfador.
Quizá parte de la culpa la tienen los eternos aduladores que le elogian hasta el más mínimo detalle. Pasa en la vida, pasa en la política y pasa en el futbol: la exaltación de las virtudes conduce a un hartazgo inevitable. Por eso la contraparte también exagera sus posturas: Bielsa no tiene nada que hacer en México. ¿Al América? ¡Pero cómo! Si al América sólo lo dirigen técnicos exitosos obligados a entender que hay que “ganar, gustar y golear”.
Acá, en el triunfador futbol mexicano, merecemos técnicos que siempre piensen en ganar. Nada de discursos mediocres. La gloria es lo único que importa. Por eso merecemos a entrenadores de primer mundo como el Piojo y el Tuca. Antes de tener al plantel más poderoso en la historia del futbol mexicano, Ferretti había ganado dos títulos en 20 años como entrenador. En Bravos de Juárez, ya sin Gignac, su realidad es muy clara.
¿El glamoroso Miguel Herrera podría haber ascendido al Leeds United? Nunca lo sabremos porque nunca dirigirá en Inglaterra, pero lo cierto es que no pudo salvar del descenso ni al Veracruz ni a los Tecos. ¿El Tuca alguna vez habrá estado en la lista de equipos como Real Madrid, Barcelona o Inter de Milán? Seguro que sí.
Bielsa conoce de memoria el futbol mexicano. Lo ha criticando incluso estando lejos. Como en 2010, cuando estalló contra el Draft por denigrar a los futbolistas y llevar su condición de mercancías intercambiables a extremos ruborizantes. Jorge Vergara quiso traerlo a México y no pudo: Bielsa conocía todo de Chivas, pero decidió por cuenta propia que no era el entrenador ideal para el Rebaño. Algo sabía de los métodos del clan Vergara.
No, amigos, Bielsa no vendrá al futbol mexicano. Y si lo hace, se traicionaría a sí mismo. Y nos traicionaría a todos porque en la Liga MX merecemos entrenadores de nuestro nivel.