La invasión de Ucrania está a punto de echar por tierra el trabajo de Rusia en el presente siglo para destacar en el ámbito deportivo, porque las represalias tomadas por gobiernos internacionales como respuesta van más allá de los temas económicos conocidos como el acero, la gasolina o el gas, ahora tocan un punto donde Vladimir Putin se ha sentido orgulloso: los logros de sus atletas.
El presidente de Rusia ha trabajado con la inversión privada de su país, pero también desde las arcas públicas, para crear una imagen internacional exitosa en el deporte, no solo obteniendo éxito en los medalleros y canchas, sino también organizando eventos de gran magnitud para atraer turismo y posicionar a Rusia a la par de otras naciones con imágenes de modernidad y libertad.
Los Juegos Olímpicos de Invierno Sochi 2014, la Copa del Mundo de la FIFA de 2018, la integración de su país al calendario de la Fórmula 1, entre otros, han sido eventos de alta audiencia en donde él mismo ha hecho presencia en las ceremonias de inauguración o entregando trofeos.
Los impresionantes escenarios, las majestuosas inauguraciones iban acompañados de mensajes de “tolerancia” que intentaban cambiar la imagen internacional del país en temas como el matrimonio homosexual o los derechos humanos, situaciones que pasaban a segundo término cuando el balón comenzaba a rodar o los patinadores tomaban la pista para establecer sus rutinas o sus mejores tiempos.
Ese trabajo podría quedar a la deriva ante las restricciones puestas por dos de los organismos deportivos más importantes del mundo. Por un lado, el Comité Olímpico Internacional (COI) solicitó que ningún atleta ni funcionario ruso o bielorruso participe en competiciones internacionales de organismos asociados a ellos. La FIFA y la UEFA llegaron a una decisión en conjunto de suspender, hasta nuevo aviso, a los equipos rusos y sus selecciones de competencias internacionales como la Europa League o las eliminatorias a la Copa del Mundo de Qatar.
Rusia, en el ojo del huracán en el siglo
“El deporte siempre ha tenido un tremendo impacto en la sociedad”, dijo a la AFP Michael Payne, ex jefe de marketing del Comité Olímpico Internacional (COI). “El boicot deportivo sudafricano por el apartheid tuvo probablemente tanto o más impacto que las sanciones económicas, por forzar un cambio de política del régimen”.
El mismo argumento es apoyado por Hugh Robertson, presidente de la Asociación Olímpica Británica en declaraciones a la agencia francesa de noticias quien apunta la importancia para Putin de los deportes para su gobierno.
“El deporte es desproporcionadamente importante para los regímenes absolutistas”, dijo a AFP. “La potencial incapacidad de competir golpearía duramente a Rusia”.
Las medidas tomadas en los últimos días por diversos organismos internacionales deportivos son como una estocada final a la sanción por dopaje que ya perseguía a sus representantes consecuencia del informe McLaren donde se descubrió un sistema de dopaje patrocinado por el estado y que llevó a una sanción de cuatro años a partir de 2019.
Debido a esa investigación los deportistas de este país no participan en eventos internacionales bajo la representación de su bandera por lo que sus éxitos no pueden ser festejado con su himno nacional, una sanción que se extiende más allá de los Juegos Olímpicos y alcanza a cualquier actividad deportiva que tenga relación con el COI.
Al final, esta prohibición no impidió que Rusia fuera el quinto país del medallero en los Juegos Olímpicos Tokio 2020, o el noveno en los recientes Juegos Olímpicos de Invierno Pekín 2022. Aunque el nombre oficial en la tabla era el equipo del Comité Olímpico Ruso, todos mencionaban a los ganadores de preseas como rusos.
Pero el nuevo movimiento impediría su presencia en las competencias, los excluiría y eso borraría el legado de Putin por el que ha invertido cifras millonarias para ayudar a la creación de atletas exitosos.
La decisión del COI, que podría crecer hasta la prohibición oficial y no solo como recomendación, ya es comparada con lo sucedido en los Juegos Olímpicos de 1964 cuando el organismo impidió la participación de Sudáfrica por el apartheid.
El dinero también está en juego. Se estima que la pérdida de San Petersburgo como sede de la Final de la Champions League 2021-2022 pasará una factura de entre 60 a 70 millones de euros por conceptos que ya no se recibirán.
Pero las carteras rusas también son importantes para el deporte como lo han demostrado Roman Abramovich o Dimitry Mazepin, que han tenido que dar un paso al lado después de invertir cifras millonarias en diversas áreas. El primero pagó la millonaria deuda del Chelsea de la Liga Premier por 165 millones de euros, mientras que el segundo aportaba una millonaria cantidad para la supervivencia del equipo Haas en la Fórmula 1. Además de su pasión por el deporte ambos personajes comparten su cercanía con Putin.
La UEFA acaba de cancelar un acuerdo con Gazprom, una empresa rusa, por un valor de 45 millones de dólares, como parte de las medidas contra la invasión, un panorama similar al que vive el equipo alemán Schalke 04 que ha rescindido su contrato con esta compañía.
Terrence Burns, antiguo ejecutivo de marketing del COI, considera que estas medidas son necesarias, en especial por considerar que Rusia no cambió como ellos mismos esperaban en cuanto a la apertura política.
“Creo que Rusia debe pagar el precio de lo que ha hecho”, dijo a AFP. “Lamentablemente eso tiene que incluir también a sus atletas”.
“Mucha gente, como yo, creía que ayudándoles a organizar los Juegos Olímpicos y la Copa del Mundo podrían abrir y liberalizar de algún modo la sociedad, creando nuevas vías de progreso para los jóvenes rusos. De nuevo nos equivocamos”.
Un mensaje diferente, la paz
Las condiciones impuestas por el COI y la FIFA van encaminadas a una sanción al gobierno ruso, pero algunos deportistas han dejado en claro que no están a favor de las decisiones de sus dirigentes.
Andrey Rublev, campeón del torneo de Dubái de la ATP, se expresó recientemente en el torneo cuando escribió en el lente de una cámara de televisión “No a la guerra, por favor”.
Pero estos mensajes individuales podrían no tener ningún efecto ante las decisiones de los máximos organismos deportivos que van encaminadas a los deportistas, algunos de ellos tal vez en su última oportunidad de representar a su país pero que, por un factor externo a ellos, podría acabar con sus carreras antes de lo pensado.
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