En el caso extremo al que llevó Rusia las cosas, el bien podría reflejarse hoy en parar la guerra. La opinión de millonarios oligarcas rusos de esta semana, revelan que Vladimir Putin enfrenta en casa una fuerte oposición a su aventura bélica contra Ucrania.
Oleg Deripaska, líder de la productora de aluminio Rusal, declaró el domingo: “Es necesario cambiar la política económica, es necesario acabar con todo este capitalismo de Estado”.
Un segundo oligarca, Mikhail Fridman, dijo en una carta a sus subordinados que la “crisis de Ucrania costará vidas y dañará a dos naciones que han sido hermanas durante cientos de años”, de acuerdo con la agencia Reuters.
Ellos y filas de moscovitas desesperados por sacar del banco sus devaluados rublos, quizás puedan influir en el curso del enfrentamiento en Europa.
Si eso sucede, la gente regresará a su mayor guerra, una que no ha sido declarada: la contención del calentamiento global y el deterioro de las sociedades provocado por empresas sin escrúpulos.
Hay un plan. Desde 2004 fue publicado el reporte “Who Cares Wins”, avalado por la ONU y por el gobierno de Suiza, amén de instituciones como AXA Group; Banco do Brasil; BNP Paribas; Deutsche Bank; Goldman Sachs; HSBC y Morgan Stanley.
En ese documento fueron mencionadas por primera vez tres siglas en conjunto: ESG, en inglés, que refieren el Medio Ambiente, la Sociedad y el Gobierno corporativo en las empresas como base para cuidar de la gente y los ecosistemas en los que influyen.
El empuje de esos criterios creció esta década no necesariamente por la buena voluntad del sector financiero, sino por el deterioro del valor de sus activos.
¿Cuánto valen las líneas eléctricas de California después de los incendios forestales que presuntamente provocaron? Seguramente valen menos que antes. ¿Quién dio los créditos para su instalación? ¿Quién tiene estos activos como garantía?
Los bancos vinculados con esa infraestructura ven un deterioro en el valor de los activos que deberían respaldar préstamos, como en el caso de las líneas de distribución de gas en Texas, ahora evidentemente en peligro cuando son sometidas a bajas temperaturas.
Por eso, Christine Largarde, desde el Banco Central Europeo, advierte que el problema ambiental ya impacta el sector financiero internacional.
Debido a ello, quienes administran las Afore en México están obligados por Ley desde este año a cumplir con criterios de ESG al hacer sus importantes inversiones.
El dinero de los trabajadores está en riesgo de perder valor si éstas invierten en empresas que pueden desaparecer como consecuencia del impacto ambiental. Piensen en hoteles más expuestos a huracanes.
El tema crece en México. Al inicio del mes, la Asociación Internacional para la Economía Sostenible (IASE) celebró en la Colonia Escandón de la Ciudad de México su segundo foro de sostenibilidad, llamado La realidad palpable de los criterios ESG en México.
Más de 300 nuevos consultores y analistas del tema asistieron al llamado de Rodrigo Manrique Gómez Pimienta, director ejecutivo de IASE México, que se enfoca en la formación de profesionales en la materia.
Silvia Dávalos asistió en representación del CCE, el gremio empresarial más relevante en el país. En su calidad de directora general de Políticas Públicas y Comisiones del organismo, resaltó otro de los puntales del ESG, la defensa de la diversidad y la equidad de género.
Pero fue Karim Zouhdi, secretario ejecutivo de la Junta Directiva de IASE Internacional, quien abordó la práctica como lo que también es: un negocio.
“Tenemos que ser capaces de convencer y enseñar a los que no saben, que ESG es una fuente de negocio y una oportunidad”, insistió a los asistentes, muchos de ellos graduados de seminarios de IASE.
La tarea consiste en asesorar a las empresas de todos los tamaños a cumplir con el respeto a los derechos de las personas a convivir con sus familias, de la sociedad a tener ambientes seguros y del ecosistema a seguir funcionando en beneficio de todos. Es eso o perder acceso a créditos y a grandes clientes.
Llámenle como quieran, pero la asesoría para cumplir con reglas obligatorias de ESG puede ser catalogada como el negocio del bien. Vaya que hace falta.