Llegué con miedo, o más con cierta reserva. Y es que habitualmente los recuerdos cuando son muy gratos tienden a desilusionarnos cuando se les confronta con la realidad.
Me acordaba que cuando la vi hace algunos años me había encantado, y por ello ahora estaba con el temor de que no fuera todo lo maravilloso que yo recordaba.
Se trata de la obra Todos los peces de la tierra, que se estrenó hace cinco años, y ha tenido tan buena recepción que ya acumula seis temporadas, como la que realiza actualmente.
Mi primera sorpresa, muy grata por cierto, fue la cantidad de asistentes. Excelente para un miércoles por la noche, y más aún en este momento de postpandemia (¿post?, no lo sabemos aún).
La segunda es entrar al hermoso foro Lucerna y ver la sencilla pero mágica escenografía que de inmediato trae a mi mente la grata sensación de aquella primera vez que disfruté de esta obra.
Escrita por Bárbara Perrín Rivemar, Todos los peces de la tierra cuenta la historia de Marina, una sirena de tierra que siempre pide deseos a las 11:11, aunque hay deseos que nunca llegan o llegan tarde. Su padre, un viejo lobo de mar, le enseñará la lección más grande de su vida.
Y esa lección es una que más tarde o más temprano todos enfrentaremos en nuestras vidas. Hay que descubrirla viendo la obra.
Entran las dos actrices a escena y atrapan la atención durante los siguientes 75 minutos. No lo dejan a uno ni un segundo para respirar: emocionan, divierten, conmueven, impactan.
Se trata de un trabajo redondo, que tiene muchos talentos que lo sostienen.
El primero, ya mencionado, es evidentemente el de la dramaturga. Qué texto tan bello y tan conmovedor.
A esto hay que agregar el del director de escena, Alejandro Ricaño, quien aborda pocos textos que él no haya escrito. Aquí lo hace y el resultado es sensacional.
A la maravilla del texto hay que sumarle un montaje arriesgado, propositivo, no tradicional, que invita (por no decir obliga) al espectador a tener encendidas todas sus antenas y dejar que fluya y fluya y fluya la información (comunicativa y estética) que genera en la puesta en escena.
Y todo esto puesto al servicio de dos maravillosas, excelentes, geniales actrices. Puede parecer exagerado, pero no lo es. De verdad se trata de dos estupendas intérpretes que nos contagian con cada uno de los instantes que vive Marina, la protagonista.
Ellas son Gina Martí y Adriana Montes de Oca. Perfecta dicción, fuerza escénica, coordinación absoluta. Bravo a ambas.
Y bravo a todos. Gran, gran montaje.
Respiro tranquilo. Me acordaba bien, y la vivencia refrescada de gozar nuevamente de Todos los peces de la tierra ha sido no solamente grata, sino muy reconfortante.
Todos los peces de la tierra se presenta los lunes y martes hasta el 20 de abril a las 20:30 horas, en el Foro Lucerna, que tan atinadamente comandan Mariana Garza y Pablo Perroni.