La madrugada del 24 de febrero de 2022, pasará a la historia, por ser aquella en que el presidente de Rusia, Vladimir Putin, decidió hacer efectivas sus amenazas, respecto a apoyar las ambiciones separatistas de las regiones de Donetsk y Luhansk, ubicadas en la región oriente ucraniana y cuyas ambiciones secesionistas ha respaldado el mandatario ruso.
Desde un principio, una vez que estallaron las primeras bombas, pudo advertirse que la ambición de Putin, no consistía solo en apoyar a la población prorrusa de las dos referidas regiones ucranianas, ya que los ataques no se limitaron a Donetsk y Luhansk e incluso llegaron a estallar misiles en instalaciones militares de otras ciudades en otras regiones, incluyendo la misma capital, Kiev.
El inicio de esta guerra, bastó para costar la vida de más de 50 ucranianos, tan solo en las primeras ocho horas, pero además del gran costo en vidas humanas que se espera de este conflicto, vendrán aparejados grandes costos en materia económica, dada la ubicación estratégica de las dos naciones protagonistas del mismo y por su destacada producción de materias primas, que resulta esencial en una enorme región del planeta que carece de éstas.
Hay que recordar, que tan solo Ucrania, hasta antes de la Segunda Guerra Mundial, junto con Polonia, era el granero de toda Europa, destacando principalmente su producción de trigo y en la actualidad, si se suman de forma conjunta las producciones de ese grano por parte de rusos y ucranianos, llegan a un 38% de la producción mundial.
Cabe señalar que Rusia, es el principal productor de granos a nivel mundial, incluso por arriba de Estados Unidos y Canadá, llegando en 2017 a exportar 135.5 millones de toneladas de semillas y esperándose que en el presente 2022, con todo y las sanciones previstas por la guerra, exporte alrededor de 127 millones de toneladas.
La escalada bélica que recién ha comenzado entre Rusia y Ucrania, sumada a las complicaciones en la cadena de suministro, derivada de la pandemia del covid-19, ha llevado a un incremento de precios, tanto en los granos que se producen en la región, como en otros que ante la crisis tienen una mayor demanda, como es el caso del maíz, algo que nos impacta particularmente en México, en algo tan elemental como el precio de la tortilla.
Tengamos en cuenta, también, que, hasta fechas recientes, el 26% de todo el trigo que compraba Europa, procedía precisamente de Ucrania, nación en la que sus principales regiones productoras de granos, como Jarkov, Dnipropetrovsk y Zaporizhzhia, están cerca de las zonas separatistas de Luhansk y Donetsk.
Tanto Rusia, como Ucrania, tienen grandes producciones de materias primas, tanto del sector alimentario, con granos, como del energético, con gas y petróleo, con los que abastecen a Europa, principalmente a Alemania, nación en la que el gas ruso genera energía, especialmente después de que dejaron de lado el uso de generadores nucleares.
Quien piense que a México no le afecta esta nueva guerra, por librarse en territorios lejanos, no puede estar más equivocado. Conoceremos más al respecto en posteriores entregas.
*: Diputada Federal por Durango
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