Los bancos surgen por una razón: quienes ahorran y quienes invierten son distintas personas, y no (necesariamente) se conocen. Los banqueros conocen ambos lados del mercado y ayudan a que lo que se ahorra se invierta, usando los depósitos de los ahorradores para dar crédito a quienes quieran invertir. Hacen la magia de relacionar a dos personas que no se conocen. Pero internet y las nuevas tecnologías, en donde conocer a alguien está a un clic de distancia, podrían transformar profundamente la industria bancaria y, al menos teóricamente, tendrían la capacidad de desaparecerla en el futuro.
La banca es una de las industrias que mejor se han adaptado al uso de internet para incrementar la rentabilidad de su negocio. Uno de los costos más importantes de la operación bancaria, las sucursales, ya no son tan necesarias como antes, dado que la mayoría de las transacciones bancarias se realizan a través de aplicaciones en plataformas digitales.
Pero internet y la comunicación inmediata que ésta permite incluye también la tecnología que puede provocar que los bancos dejen de ser útiles para la economía en el futuro. Supongamos, como ya ocurre, que un grupo de inversionistas necesita financiamiento para construir un edificio de departamentos para venderlos luego. Actualmente cuentan con dos opciones: solicitar un crédito a los bancos u obtener los recursos mediante las plataformas de financiamiento colectivo, conocidas como crowdfunding, en donde personas con ahorros que quieran invertirlos pueden hacerlo de manera segura y obtener rendimientos por sus ahorros más altos que los que obtienen en sus cuentas bancarias.
Si el inversionista opta por el crowdfunding, eso significa que el dinero va directo del ahorrador al inversionista, sin pasar por el banco, conculcando el modelo que por más de cinco siglos ha funcionado para la industria financiera.
Los bancos resuelven dos problemas económicos importantes. El primero es que conectan las dos partes del mercado, a ahorradores con inversionistas. El segundo es que absorben una buena parte del riesgo que corre cualquier inversión: el que el negocio fracase. Si el banco invierte el dinero de sus depositantes en un negocio que se arruina, los ahorradores estarán generalmente cubiertos por una serie de mecanismos. El primero de esos mecanismos es que el banco, cuando invierte en un proyecto, analiza los riesgos del mismo mediante sus economistas, abogados y financieros, rechazando los proyectos riesgosos y financiando a aquellos en donde el balance riesgo/rendimiento les parece adecuado.
Y es este aspecto el que debe ser resuelto bien si el crowdfunding y otros mecanismos que buscan conectar el ahorro con la inversión de manera directa quieren avanzar y sustituir a los bancos tradicionales en el futuro. Como muchas historias lo comprueban, es muy fácil engañar a los consumidores en internet. Incluso si la plataforma no es un fraude y los proyectos ofrecidos a los inversionistas sean reales, nada garantiza que la oferta de proyectos o negocios tenga un balance riesgo/rendimiento adecuado.
¿Cómo garantizar que el ahorrador, que no conoce de bienes raíces, no invertirá en un edificio de departamentos, real, que existe, pero que no es un buen negocio? ¿Cómo evitar que una familia que no es experta en el tema ponga sus ahorros en el desarrollo de un centro comercial que no fue bien planeado y que cierra a la vuelta de los días? Al ahorrar en un banco, éste pagará a sus clientes los intereses de sus depósitos con lo que obtenga de financiar el centro comercial o los departamentos, previo análisis cuidadoso de los mismos por parte de sus equipos de riesgos y legales, algo con lo que no cuentan las familias directamente.
Pero la inteligencia artificial y el análisis de datos muy pronto podrán producir soluciones para al análisis de riesgo de proyectos y negocios y calificar de manera simple las alternativas para los ahorradores a costos tan pequeños que las evaluaciones podrían estar disponibles para el público masivo en apps y plataformas de internet.
En ese momento la necesidad de intermediarios financieros sufrirá un cambio radical, por lo que los centenarios bancos no están exentos de sufrir la suerte de los otrora colosos, como Kodak, que pasó de ser una empresa esencial para la vida de millones de personas, a ser destruida por la innovación tecnológica, en muy poco tiempo.