No era para nada la intención de esta entrevista volver a hablar de su lucha infantil contra un cáncer que se convirtió en un tema público cuando Sofía Escalante Gutiérrez, entonces de 10 años, conmovió y emocionó por igual al país con su encanto y sagacidad como la Niña Teletón del 2014.
Mientras aquella chiquilla de cabeza rapada y dueña de una personalidad arrolladora ponía en aprietos al conductor Édgar Silva, totalmente obnubilado por la actitud de la pequeña, miles de televidentes en todo el país apretábamos los dientes para no llorar o, qué carajo, le dábamos rienda suelta al lagrimero al ver cómo la tal Sofi representaba con gran orgullo a niños con enfermedades gravísimas o terminales.
Su caso se volvió mediático y los medios le dieron un prudente seguimiento que poco a poco empezó a surtirse de pequeños grandes avances en la lucha de Sofía, que culminó con un trasplante de médula ósea que fue exitoso y que le permitió recuperar su salud y sus rutinas adolescentes poco a poco.
Pero, por todas las razones, Sofi Escalante seguirá en la retina de muchos quienes hoy apenas la reconocen en el esplendor de sus 18 años cumplidos el 10 de enero, hermosa, coqueta, con su larga y frondosa cabellera que parece dejar en el recuerdo la imagen de la Sofi rapada.
Pues no, no tan rápido.
Con esta muchacha no se pueden sacar conclusiones, su vida es un safari de situaciones, emociones y decisiones y es un hecho que con ella no se puede dar nada por sentado y es posible que en poco tiempo vuelva a su época de pelo casi al rape, bien cortito.
Ya llegaremos ahí. Y a otros pasajes que no estaban previstos en esta sabrosa y aleccionadora tertulia con Sofi quien, a sus 18 años, lleva la conversación por diferentes estaciones: a veces con el candor de una niña, otras con la realidad de su briosa juventud temprana y muchas como las de una mujer madura, por su sabiduría sin mucha parafernalia y en pase corto, como diríamos en el argot del fútbol que, por cierto, es una de sus grandes pasiones.
Este dato también constituye una ironía suprema, siendo que uno de los días más felices que recuerda en su novel existencia fue aquel 20 de junio del 2014, cuando Costa Rica le ganó a Italia en el Mundial de Brasil y ella, como todo el país, celebró a lo macro en parques y desfiles en Heredia, donde reside.
Menos de 12 horas después de terminado el jolgorio, entre 5 y 6 de la mañana la entonces pequeña Sofía, de 10 años y quien siempre ha sido una “dormilona compulsiva” se despertó, cruzó a casa de sus abuelos –viven en la misma propiedad– y les dijo, a secas: “Me siento rara”. Tras una amorosa reprimenda porque quizá no estaba alimentándose bien, Sofía regresó a su casa, despertó a Angélica, su mamá, y le dijo: “Mami, estoy cansada”.
Era el 21 de junio del 2014. El amanecer en las montañas heredianas era pletórico, como siempre; el país había amanecido dopado de euforia tras el triunfo mundialista del día anterior. En cambio, en la familia Escalante Gutiérrez se iniciaba ese propio día, con aquel inusitado despertar de la chiquita, un impensable, doloroso y empedrado vía crucis.
Con cédula ¡al fin!
Corre febrero del 2022 y una recién graduada en mayoría de edad, Sofía Escalante fue quizá una de las votantes más entusiastas en las recién pasadas elecciones presidenciales del 6 de febrero.
Sus fotos mientras ejercía su derecho al voto quedaron plasmadas en sus redes sociales y las de sus papás, el reconocido saxofonista Geovanny Escalante y su mamá Angélica Gutiérrez. Sofía disfruta su renacer y se le nota. Más allá de su hermosura innata, exhibe una belleza y un estilo para vestir juvenil, sin estridencias, un maquillaje muy natural, aquel cabello largo y cuidado y claro, algunas muestras de bisutería de su propia empresa, la que cofundó hace un año años con su mejor amiga, Jimena Gamboa. Veintisés.CR es la marca de este emprendedurismo de joyería a mano personalizada.
Pero bueno, es que Sofía es tan incansable ahora como cuando la conocimos en los salones de oncología del Hospital Nacional de Niños y, ya de adolescente, en los del Hospital San Juan de Dios, que fue donde se le realizó el exitoso trasplante de médula ósea que le salvó la vida.
Y es que el ímpetu de Sofi le da para sacarle el jugo a la vida desde varias aristas, eso sí, siempre tratando de programar todas sus faenas sin tener que madrugar –pues insiste en que ama dormir– aunque desde ya está tratando de habituarse a levantarse más temprano porque está en busca de un trabajo formal mientras cursa la carrera de administración de empresas en ULACIT, la primera de varias en las que quiere formarse, como comunicación social y relaciones internacionales.
El episodio de las elecciones que nos tiene hablando de ella, la ilusiona. “Viví el proceso electoral intensamente, a mí la política me gusta mucho, muchísimo, entonces leí, investigué, vi debates… me siento muy satisfecha de haber votado a conciencia, con conocimiento…”, reflexiona Sofía, y agrega: “Siento que hasta hace poco estaba en la escuela, luego en primer año de colegio y ya con la situación del cáncer, cuando podía ir al colegio tenía que usar sombrilla porque no me podía asolear… la graduación del colegio la recuerdo como un flashback ...por más fe que uno tiene en algún momento se me pasó por la cabeza que no lo iba a lograr (vencer el cáncer), eso es normal en cualquier ser humano, así que para mí cumplir 18 años… te soy súper sincera, esa fecha la esperé muchísimo ¡tener la cédula me emocionaba tanto! Yo cumplí años el 10 de enero y para mí, cada cumpleaños, es lo mejor que me puede pasar”.
Eso sí, como ella es experta en sacarle el lado luminoso a la vida, sean cuales sean las circunstancias, cuando estas son positivas, Sofi las potencia: “Lo que pasa es que además nosotros –familia y amigos– celebramos también todos los 19 de noviembre porque en esa fecha, en el 2015, fui trasplantada (médula ósea), este año cumpliré siete y es una fecha que tiene un espacio súper importante en mi corazón, porque refleja todo lo que me dejó esta enfermedad, el aferrarme a la vida y agradecer demasiado, y motivar a todas las personas que pasen por una situación así”, reflexiona con su retórica llena de seguridad y con un admirable léxico que la revela como una gran lectora.
Tremendo fuelle
Ya de cara al futuro, ese que está construyendo desde ahora con sus estudios en administración de empresas, Sofía eligió estudiar esa carrera por una estrategia personal y profesional, pues aún lidiando con su batalla de salud, desde hace unos ocho años inició sus emprendimientos de confección de artículos personalizados en los que vendió desde vinchas y etiquetas para colegio hasta pulseras y otros objetos a pedido del cliente.
“Jime es muy creativa y de alguna manera nos activamos mucho en pandemia, pero por lo mismo hubo que bajar el ritmo y ahorita estamos de vuelta, vigentes en redes sociales –sobre todo en Instagram–, atentas a pedidos porque lo que hacemos es personalizado. Por eso decidí estudiar administración de empresas, como una herramienta que me sirva para una iniciativa que ya yo tengo, es el tema de los negocios, aunque lo que sigue, apenas termine esta carrera, es Periodismo y Relaciones Internacionales, amo la comunicación!”, afirma la joven con ese entusiasmo que domina sus días… antes y ahora.
Al entrar en el tema del amor, Sofi reveló sin ningún reparo pero sin mayor detalle, que desde hace algo más de un año se siente “enamorada”. Prefirió no ahondar en detalles, pues prefiere dejar sus temas personales en el ámbito íntimo por prudencia y tranquilidad, pero sí deja en claro que la relación que tiene con su novio la hace muy feliz.
También habló de cómo se lleva con sus papás Geovanny y Angélica, y su hermano Andrés, hoy ya de 13 años.
“Yo entiendo la jerarquía que tienen los papás, y ellos la ejercen como tal pero honestamente los veo como súper amigos, somos sinceros. Me encanta por ejemplo hacer cosas tan sencillas como ir todos al supermercado, igual cuando se puede salir de paseo ni para qué. Tengo afinidad con ambos por igual, pero mami es educadora y por el trabajo a veces no puede acompañarnos a salidas como el otro día, que me fui con mi papá a Quepos, vacilamos mucho (…) tenemos una súper relación y aunque ahora me están soltando un poquito la cuerda, ellos saben que si salgo a escuchar música o bailar o así, sigo sus consejos y sus reglas y nos reímos, porque cuando yo que soy tan bombeta estoy en alguna fiesta o evento, si ellos no me llaman yo los llamo a ellos para que estén tranquilos”.
Su segunda casa
A pesar de que Sofía ya está libre de cáncer, cada dos meses asiste a pruebas de rigor en el Hospital San Juan de Dios, no solo por “mantenimiento” sino porque ella colabora con los médicos vigilantes de su salud y les reporta hasta el mínimo morete que tenga.
“Mi doctora en el San Juan, María Rodríguez, es como mi segunda mamá. Ella es increíble, está siempre pendiente, incluso le pedí opinión y decisión sobre un tema reciente, es que me quería hacer un tatuaje madre-hija con la fecha del trasplante, y ella no nos dio permiso. Vamos a valorarlo en un tiempo pero como te digo, ella es imprescindible en mi vida ¡Creo que hasta tengo que pedirle permiso para tener novio!”, dice entre risas.
Por ahora, con la esperanza de irse acostumbrando a una posible rutina de trabajo, intenta levantarse más temprano y aprovecha para sacar a caminar a sus perros Benji y Tara, lo cual la llena de energía y la provee de tremendo octanaje para lo que queda del día.
La vida y la muerte
Tras conversar de temas tan profundos con una muchacha tan joven y que tiene bien asumido lo que le ocurrió, se impone preguntarle cómo ha sido en todo este proceso su relación tanto con la vida, como con la muerte.
“Si yo te contara todo lo que ha pasado en este proceso… por ejemplo, una semana antes del diagnóstico, cuando yo estaba completamente sana, sobre nada compré un libro que se llama Bajo la misma estrella… hoy no tengo otra explicación que lo hice guiada por Dios, es sobre una adolescente con cáncer y aquí es donde comienzan otras historias que se fueron entrelazando en medio de todo este proceso”, reflexiona Sofi.
“Yo lo he contado varias veces, pero es que fue tan… yo siento que aquí estuvo la mano de Dios, fue muy duro. Ese sábado en que me levanté de madrugada a decirle a mi familia que estaba cansada, teníamos una fiesta en La Guácima… mami se preocupó pero como no había tenido síntomas de nada, me dijo que igual alistara las cosas para la piscineada y vea: yo en el bulto eché mis audífonos, mi tablet, los cargadores y, aparte del vestido de baño, una almohada y una cobija…
– ¿Y por qué llevaste todo eso a la piscineada?
– Es que por eso, hay tantas cosas que se han contado pero si yo me pongo a detallar. Yo tampoco sé por qué me llevé la cobija y la almohada; la cosa es que la celebración en La Guácima siguió su curso, pero Mami ya me había hecho el hemograma desde la mañana de ese sábado… para peores, ya con los radares encendidos, cuando ya me puse el vestido de baño todos advirtieron que estaba demasiado delgada”.
El resto es historia: del jolgorio de la piscina pasaron por los resultados del laboratorio y ya ahí se encendieron las alarmas y se dirigieron al Hospital Nacional de Niños, donde había una gigantesca fila de pacientes en busca de atención. Sin embargo, la mamá de Sofi le mostró los resultados del examen y de inmediato se activaron todos los protocolos, el paso por distintas salas hasta que el 24 de junio fue internada en Oncología, las carreras familiares, la llegada de sus abuelos y otros parientes al hospital. A esta familia la vida les dio un drástico vuelco en cuestión de 24 horas.
Sofía agrega con entusiasmo que como generadora de contenido en plataformas como Tik Tok (sofescalante) o Instagram (sofiesgu), está decantándose por publicar reflexiones de vida, vivencias, anécdotas y otras herramientas emocionales que puedan ser de bien común en la comunidad virtual que la sigue, y que espere siga sumando adeptos como lo ha hecho hasta ahora.
“Yo solo había padecido dos situaciones de salud, dengue y una bacteria en el intestino pero todo bien, nada grave, nunca había sido pero ni de resfriarme. Y de un momento a otro enfrentarme a todo eso. Por cierto que yo me estrené con las famosas mascarillas que todo el planeta usa ahora, eso fue de lo más difícil en la parte logística, las odiaba, me estorbaban mucho pero al final tuve que acostumbrarme, o sea, yo pasé por eso antes que todo el resto del mundo”, cuenta con un tono de humor.
La realidad del diagnóstico se decantó rápidamente. Ella advirtió que en el examen de laboratorio había salido alterado lo relativo a la médula ósea y, como tenía su tableta, rápidamente indagó en Internet. Cuando entró Geovanny, su papá, a darle la noticia, ella le preguntó si lo que tenía era leucemia o cáncer en la sangre. El padre, acopiando fuerzas, le contestó: “No sé, Sofi. Pero sea lo que sea, lo vamos a agarrar por los cuernos”. Algo parecido ocurrió cuando conversó por primera vez con Angélica sobre el diagnóstico. “Mi mamá es súper llorona y ese día no sé de dónde sacó fuerzas y ni una lágrima derramó: ‘usted no me ve llorando porque sé que lo vamos a lograr”.
Pronto Sofía se convirtió en la recién llegada al Salón de Oncología. A los dos meses de enfrentarse al severo diagnóstico y de conocer otros casos igual de dramáticos, tomó una decisión: raparse completamente pero no para paliar los posibles efectos de la quimioterapia en su cuero cabelludo, sino que, totalmente sensibilizada por lo que estaban viviendo ella y sus compañeros de salón, decidió donar su cabellera para alguien que la estuviera necesitando.
Sobre la forma que se decantó su caso al trascender en la Teletón, narra que media hora antes de la presentación pensó que no lo iba a lograr, porque se requerían muchos permisos de varios médicos. “Me cambié rapidísimo ¡fue una odisea! pero al final logré estar a tiempo. Por razones médicas lógicamente apenas terminé de una vez soplada en ambulancia para el hospital ¡y empieza mi papá a llamarme! Me decía ‘Sofi usted no se imagina lo que ha sido esto, todo el mundo está hablando de la entrevista ¡la gente como loca con usted!” me dijo Papi, y sí, todos los medios buscándome y yo ¿como no soy bombeta? (risas). En fin, fue una experiencia muy feliz y que se extendió para crear conciencia, fue algo muy lindo y positivo y sí, la gente que me reconoce en la calle siempre me felicita y me habla de lo que les hizo sentir ‘la Niña Teletón’”.
– Tenés un cabello frondoso, largo, muy bien cuidado. Tras todo lo que pasó, por ejemplo, ¿te ‘chineás’ mucho el pelo?
–No, todo lo contrario, en eso discrepo. De hecho una de mis metas a corto plazo es cortarme el pelo muy muy corto y empezar de cero, porque quiero donarlo pero ya por decisión propia, no por las razones que me rapé cuando estaba enferma. El pelo crece, así que me gustaría poner mi granito de arena y poder ayudar personas que están necesitándolo. De hecho, a mí me gusta usar el pelo corto, después de que lo done, creo que dejaré de usarlo largo.
–¿Cómo te sentís con el hecho de que posiblemente siempre te van a recordar como ‘la niña que venció al cáncer’?
–De hecho me siento bien de que se me relacione con el cáncer porque creo que gracias a él, aprendí que uno puede enfrentar y vencer casi cualquier cosa. Pero al mismo tiempo siento que ya he crecido, y gracias a lo que tuve hoy soy quien soy y tengo muchísimo para dar y muchísimo para ofrecer nuevo. Entonces me gustan ambas: la nueva Sofía y también la antigua Sofía.
– ¿Qué opinás de la vida y de la muerte?
– Bueno, yo voy a terapia y me ha hecho muy bien, porque hubo tiempos en los que me costó mucho procesar todo esto. En mi caso sentía que había bailado tanto con la muerte, que luego me costaba bailar con la vida. Yo creo que una máxima de vida que me mueve ahora es no preguntarme “el por qué”, sino el “para qué”, de manera que pienso que todos venimos con un propósito y un ciclo, y al menos en mi caso mi intención es seguir creciendo espiritualmente y cuando me toque la hora, poder irme en paz. Claro que cuesta entender casos, digamos un niño de dos o tres años que se enferma y fallece… es muy complicado entenderlo y procesarlo, pero habrá que ver el para qué ese niño vino al mundo en un ciclo tan corto, tal vez cambió la vida de sus papás, no sé, son millones de casos.
En una última reflexión, Sofía agrega con entusiasmo que como generadora de contenido en plataformas como Tik Tok (sofescalante) o Instagram (sofiesgu) está decantándose por publicar reflexiones de vida, vivencias, anécdotas y otras herramientas emocionales que puedan ser de bien común en la comunidad virtual que la sigue, y que espere siga sumando adeptos como lo ha hecho hasta ahora.