El analista político Moisés Naím reconoce que el libro que acaba de publicar, ‘La revancha de los poderosos’ (Debate), le habría parecido “auténtica ciencia ficción” hace apenas 20 años. Nadie sospechaba entonces que la escena internacional acabaría ocupada por figuras como Trump, Putin, Bolsonaro, Orbán o el resto de líderes que, según explica en su ensayo, practican la política de las tres pes: populismo, polarización y postverdad. A menudo, sus artes y perfiles se ven exóticos en la distancia, pero el experto lanza desde Washington, ciudad donde reside, un aviso a navegantes: esto no va de ideologías ni de países concretos, es un fenómeno global relacionado con nuevas formas de alcanzar y ostentar el poder y constituye la mayor amenaza que hoy afronta la democracia.
“No sabemos lo que nos pasa, y esto es precisamente lo que nos pasa”. ¿Por qué ha elegido esta cita de Ortega y Gasset de 1933 para encabezar su análisis del mundo de 2022?
Porque refleja a la perfección el momento que vivimos. Están ocurriendo cosas que hace poco eran inimaginables y no logramos entenderlas ni sabemos hacia dónde nos llevan. Instituciones y estados democráticos que creíamos seguros y consolidados, hoy se muestran frágiles y en quiebra. Fíjese: uno de los mayores ‘best-seller’ que circulan ahora mismo por Washington plantea abiertamente cómo va a ser la guerra civil que enfrentará entre sí a los norteamericanos. Esto no lo habríamos creído posible hace poco, pero ya está aquí.
¿La democracia está amenazada?
La historia nos acostumbró a pensar que las democracias caen de forma abrupta cuando un general con lentes oscuras da un golpe de estado, impone una junta militar y se declara dueño del país. Hoy las democracias mueren de manera más sutil y gradual, incluso burocrática y aburrida. Un día te cambian una ley fundamental sin avisar, al siguiente te proclaman una constitución que concentra el poder en manos del líder con la excusa de proteger al pueblo, al siguiente te imponen una reforma que libra a ese líder de la obligación de rendir cuentas… Hasta que un día ya es demasiado tarde para reaccionar.
En su ensayo explica que ese movimiento lo encarnan figuras como Maduro, Trump, Bolsonaro o Erdoğan. ¿Qué tienen en común personajes tan dispares?
A priori, López Obrador tiene muy poco que ver con el presidente de India, Nerendra Modi, o Putin con Trump, o Duterte, el presidente de Filipinas, con Bukele, el de El Salvador. Sin embargo, todos comparten las mismas tácticas para acceder al poder, concentrarlo en sus manos y erosionar la democracia. Es un fenómeno mundial que afecta a países ricos y pobres, del norte y del sur, y está cambiando el panorama político del planeta.
“El populismo no es una ideología, sino una forma de alcanzar el poder y perpetuarse en él. Hay populistas autócratas de izquierdas y de derechas”
A esos líderes solemos identificarlos como ‘populistas’. ¿Hemos desgastado esta palabra de tanto usarla?
El error ha sido considerar el populismo como una ideología, cuando en realidad es un sistema para alcanzar el poder y perpetuarse en él. Hay populistas autócratas de izquierdas y de derechas, pero todos operan igual y persiguen lo mismo: maniobran para eliminar los contrapesos que permiten el juego democrático y así evitan ser cuestionados. Y lo hacen en nombre del pueblo noble al que prometen defender de las élites malignas que lo explotaban. Soy venezolano y en este tema juego con ventaja, porque ya lo he vivido. Mi sorpresa fue ver a Trump haciendo en 2020 lo que Chaves había hecho quince años antes.
Ambos llegaron al poder a través de las urnas.
Gracias al triunfo de la antipolítica, que se resume en una frase: “que se vayan todos”. Cuando convences a la población de que la clase política está formada por ladrones corruptos e incompetentes, es fácil que acabe echándose en brazos del primer charlatán que llega con la promesa de arreglar los complejos problemas de hoy por arte de magia. Sus herramientas son la polarización y la postverdad. Con la primera consiguen trabar el debate político y convertir al adversario en enemigo del pueblo. Con la postverdad acaban confundiendo a la ciudadanía.
¿Cómo es posible que triunfe la confusión en un mundo más informado que nunca?
La mentira siempre ha existido en política. Hitler llegó a crear un ministerio de la propaganda. Pero la postverdad va un paso más allá y construye algo novedoso: los hechos alternativos. Consiste en distorsionar la realidad hasta lograr que la gente no sepa qué creer. El resultado es que hoy hay millones de norteamericanos convencidos de que a Trump le robaron las elecciones, igual que millones de británicos se tragaron que el Brexit solucionaría todos sus problemas. Lo dijo muy claro Michael Gove, ministro del Gobierno de Cameron: “Los británicos ya no creemos en los expertos”.
“Trump está montando una estructura estatal para alterar la maquinaria electoral. Si se presenta en 2024 y gana, la democracia en este país corre peligro”.
Si la antipolítica triunfa, quizá sea porque la política ha fracasado.
Es que hoy es mucho más complicado gobernar de lo que lo era hace décadas. En el siglo XXI, el poder se ha hecho más fácil de obtener, más difícil de mantener y más fácil de perder. Los gobiernos actuales se ven incapaces de hacer realidad las expectativas de la población, que son más altas que nunca.
¿Cómo se combate la deriva populista?
Lo más urgente es tomar conciencia del momento que vivimos: la democracia está colapsando de manera furtiva y caminamos como sonámbulos hacia la autocracia. Sé que suena alarmista, pero es así. Nos estamos jugando la libertad, y esto obliga a aplicar políticas más sofisticadas de las que conocimos en el pasado. Por ejemplo, es hora de que los gobiernos protejan al consumidor digital. Antes, las autoridades protegían a los consumidores de los productos tóxicos que podían dañarles, ahora tendrán que hacerlo con los contenidos digitales. Esto entraña dificultades, porque choca contra la libertad de expresión, pero hay que buscar la fórmula para evitar que la mentira siga dañando a la democracia.
¿Veremos dictaduras y autocracias en estados democráticos consolidados?
-En muchos países, como Estados Unidos, las elecciones ya no consisten en optar entre candidatos cuyas políticas nos gusten más o menos, sino entre la libertad y la derrota de la democracia. Ahora mismo, Trump está montando una estructura estatal para controlar las asambleas que certifican los resultados de los comicios. No lo oculta: busca alterar la maquinaria electoral. Si se presenta en 2024 y gana, la democracia en este país corre peligro.
¿Cómo se ven desde Washington los debates de la vida pública española?
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Con mucha perplejidad. Si uno repasa la lista de prioridades que España debería tener sobre la mesa, piensa en la economía, la inmigración, la distribución de la riqueza, o su encaje en Europa y el mundo. Sin embargo, el debate público gira en torno a las identidades, y además lo hace con mucha polarización, descalificando al adversario. No lo entiendo, porque España es un caso de éxito. Desde el final de la dictadura es un país envidiable y deseable, al que todo el mundo quiere viajar e instalarse a vivir. Desconozco las causas de esa distorsión, pero no beneficia a los españoles.
ANALISTA INTERNACIONAL
Nacido en Trípoli (Libia) en 1952, Moisés Naím ha vivido toda su vida entre Venezuela y Estados Unidos. Antes de dedicarse al estudio de la geopolítica mundial fue ministro de Industria y Comercio del gobierno venezolano de Carlos Andrés Pérez, director del Banco Central de su país y director ejecutivo del Banco Mundial.
Actualmente reside en Washington, desde donde escribe artículos de análisis político para distintas cabeceras internacionales. Forma parte del Carnegie Endowment for International Peace, uno de los ‘think tank’ más influentes del mundo. En la década del 2000 dirigió la prestigiosa revista de política internacional ‘Foreing Policy’. Es considerado uno de los estudiosos de la política internacional más reputados del planeta.