La Facultad de Comunicación para Gustavo Curbelo Díaz se siente distinta, más tranquila y con otras tonalidades de azul. En octubre de 2018, a sus 23 años, era un recién graduado de Ciencias de la Información y retomaba su camino a la Casa Azul para realizar su último aporte a la Copa de Cultura.
Era la quinta vez que se escuchaba Imagine Dragon en los altavoces del lobby y una chica se había torcido el tobillo en el tercer ensayo, sin embargo, ni la sombra del cansancio en los bailarines ni el saber que esa era su último baile para FCOM (1), anunciaba lo que el arte haría en él cinco años después.
Ninguna de las cosas que suceden cuando nos imaginamos a un emprendedor o cantante en un parque pasa con Gustavo. Esa forma en que el aire cambia de espesor por el reflejo de la fama o las miradas y susurros de las fans no sucede, y es porque su camino acaba de iniciar.
A la una y media de la tarde del 3 de diciembre de 2021, Gus, llega al punto de encuentro, el parque Lennon ubicado en 6 entre 15 y 17 en el Vedado capitalino. Aparece en short grises y pullover rojo y con una correa en la mano derecha donde camina muy animado Ventus, su perro.
Ha aceptado conceder la entrevista y se le ve animado. Es un joven soñador. No lleva la vista fija al frente con pretensión para evitar la mirada de los curiosos, todo lo contrario, camina con soltura y saludando a todo conocido que se encuentre en el parque. Ata a Ventus al borde del banco en el que esta periodista se encuentra sentada.
-Disculpa la tardanza.
Es un chico de mediana estatura, pelo negro y largo, tiene los ojos achinados, lleva la barba crecida pero cuidada, de la oreja izquierda sobresale un pendiente y tiene el aspecto informal de cualquier persona que solo va al parque a conversar. Toma asiento en el lado izquierdo del banco, se quita la riñonera que llevaba puesta y dice:
-Disculpa de verdad por la demora, no quiero que pienses que soy una persona impuntual, es que Ventus se emocionó porque lo iba a sacar a pasear y me ha arañado la pierna.
Al bajar la vista se le nota un rasguño en la pierna izquierda, en la parte de atrás de la pantorrilla, no se ve profundo así que curará rápido. La demora no importa. Eso no es lo complicado. Lo difícil ha sido llegar a él por lo apretado de su agenda.
Gustavo Olimpo Curbelo Díaz, es nacido y criado en La Habana, hijo único de Niurka Díaz y Gustavo Curbelo. Un criollo de los de verdad, tiene de congo y carabalí. Es una mezcla entre varias culturas: españolas, cubanas y chinas. Aunque no se afilia a ninguna religión en específico cree en la naturaleza, esa es su religión.
Es un emprendedor, esa palabra que se hizo muy de moda en el año y medio de cuarentena, esa que describe a toda persona que no se encuentre afiliado a ninguna organización, que se adentra en perseguir sus sueños, empezar de cero un negocio. Durante un tiempo trabajó en la sede de Telesur en La Habana pero luego del accidente de su padre durante la cuarentena lo dejó y decidió dar comienzo a su camino como entrenador personal.
Su proyecto personal, Cael Fitness, trabaja en la base de un concepto trasformador: el cuidado personal, no solo físico sino también mental. Nació en plena cuarentena, ese momento donde las personas se encontraban deprimidas, ansiosas por esa nueva normalidad, así que ¿por qué no ayudar a otras personas a canalizar esas emociones en algo que realmente les haga bien?
No obstante, el arte siempre fue su pasión. Cuando niño siempre se sintió atraído por él y sus padres lo apoyaban, solo querían ver al pequeño Gus feliz. Sin embargo, no es hasta su entrada en la universidad cuando ve el arte como un estilo de vida. La Facultad de Comunicación saca a luz la vena artística de todos sus alumnos.
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Todo está listo para la primera peña de la Facultad de Comunicación del curso 2018-2019. Daulys, el guitarrista del grupo, empieza a afinar tocando algunas notas, Braulio está comprobando los micrófonos y el sonido. La cafetería de FCOM se comienza a llenar de estudiantes. Las mesas se encuentran un poco apiñadas para dar más espacio. Gustavo se acerca al micrófono:
-Hola a todos, somos el grupo S.E.R. y esperamos que disfruten la presentación.
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Ventus está un poco inquieto, al igual que Gus es una mezcla, un cruce entre un Husky Siberiano y un Chow Chow, su dueño lo desata para que pueda jugar por todo el parque. Cada cinco minutos lo busca con la mirada para cerciorarse de que no se perdiera.
Conocí a Braulio y Daulys en la facultad. Ellos me empezaron a embullar y entre los tres conformamos una especie de bandita en la que yo rapeaba realmente, empecé así, como rapero. Ahí surgió S.E.R.
Cuatro años después, Siempre Escucha el Ritmo (S.E.R.), era un grupo consolidado, Gustavo era el rapero. Tenían planes juntos: videos musicales, peñas, conciertos, pero todo dio un giro de 180 grados. Gus, necesitaba dedicarle todo el tiempo posible a su padre que se encuentra postrado en una cama, se separó del grupo e inició su propio negocio como entrenador personal, donde podía poner sus propios horarios y superar retos.
Cael -diminutivo de Caelum que es cielo en latín-, como se hace llamar en redes sociales, siempre tiene algo que hacer y más en esta era digital: una historia en Instagram, una promoción de un restaurante, una nueva canción, siempre hay algo. Las redes sociales para Gustavo ha sido un medio para darse a conocer. No es ajeno al derroche de imaginación que tienen algunos usuarios para juzgar sin conocer.
Su primer sencillo, Genes, fue algo así como su primer hijo y las redes permitieron darlo a conocer al mundo. Durante su proceso de tesis en el 2017, se inspiró para escribir la canción. Su trabajo de fin de curso era una investigación sobre la memetica (2), aunque no se relaciona en nada con el tema de la canción, iluminó a Cael. Hoy el video tiene más de 900 visitas en YouTube.
La realización del video fue toda una odisea. No había presupuesto y tuve que recurrir a la ayuda de amigos y conocidos. Fue un proceso complicado y eso fue lo que lo hizo realmente especial. A partir de ahí empecé a respetar más lo que hago.
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Entre el público de esa primera peña está Leslie Abello, en ese momento presidenta de la FEU de la facultad. Son más que amigos, son hermanos. Ella está un poco apurada porque debe ir a los ensayos de baile del grupo institucional de la Universidad de La Habana ABCD.
Mira inquieta a toda la cafetería cerciorándose de que la actuación está gustando. Mira a Gustavo, mientras el grupo está iniciando los acordes de la última canción, su amigo y compañero de baile. Años después Leslie se convertiría en su Community Manager (3) y productora de su segunda canción.
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Leslie desde hace un año ayuda a Gus con sus redes sociales. Llegó a la producción de Raw Love – el segundo sencillo de él- por mediación del propio Cael. Las ideas estaban muy claras, había que hacer un video que contara una historia y que las personas lo recordaran por su esencia.
El día de grabación fue largo, pero bonito. El equipo de trabajo tenía buena química, era conformado por amigos. El video se realizó en una sola locación, el estudio Big Dreams donde trabaja la cuñada de Leslie como fotógrafa. Fue desde de las ocho de las mañana hasta las cuatro de las tarde. Cumplió las expectativas esperada por sus realizadores.
Raw Love y Genes fueron un antes y un después, tan iguales las dos y distintas a la vez. Supusieron un reto profesional y personal. Gustavo no busca satisfacer su ego como muchos piensan, pues trabajo en más de un proyecto a la vez -chico multitarea- sino que busca dejar huellas en las personas, poder decir: los ayudé.
Esta podría ser la historia de cualquier joven soñador. De un chico que a los 19 años rapeaba para una bandita de la universidad, que se hizo solista años más tarde. Un chico que les dijo a sus padres “Tengo el título, pero no mi sueño”, quién decidió perseguir sus sueños a pesar de los obstáculos. Podría ser la historia de cualquier joven soñador. Solo hay que tener en cuenta que esas vivencias cuenta su historia, que Cael es un poco más de su esencia.
Notas: