El impacto del covid-19 en América Latina durante los dos últimos años ha sido, según expertos, “brutal”.
(Lea también: La calidad democrática en América Latina está en ‘cuidados intensivos’)
No por nada es la región del mundo más castigada por la pandemia, que dejó una herencia maldita: un tercio de las muertes mundiales por coronavirus (más de 1,5 millones), la peor contracción del PIB regional del último siglo (6,8 %, según la Cepal), la destrucción de más de 25 millones de empleos, y todo ello agravado por el aumento de la informalidad, la desigualdad y la pobreza, que actualmente afecta a uno de cada tres latinoamericanos.
La situación parece no menguar para el 2022 con una nueva ola de contagios por la variante ómicron, y que se suma a un año complejo en materia política, tal como lo revela la segunda edición del ‘Índice de riesgo político’ del Centro de Estudios Internacionales de la Universidad Católica de Chile (Ceiuc), que hace un exhaustivo análisis de los principales problemas que amenazan a América Latina.
El estudio detectó 10 riesgos políticos para este 2022, sobre la base de la opinión de 1.144 ciudadanos y 170 expertos de América Latina y el Caribe, entre presidentes, autoridades regionales, líderes de opinión y académicos.
En orden de importancia, el informe indica que los riesgos son: la erosión democrática, el cambio climático y la escasez hídrica, las protestas sociales y la violencia, la crisis migratoria, las economías ilícitas, la polarización política, la inversión extranjera en caída, la irrelevancia regional, los ciberdelitos y el auge de China.
(Le puede interesar: Elecciones en Costa Rica: el país se juega mantener su estabilidad social)
La inflación será más alta y menos transitoria de lo esperado, lo que se traducirá en tasas de interés más elevadas, depreciaciones cambiarias y posibles deterioros en las calificaciones crediticias
“Los principales cambios en relación con el informe de 2021 son el ingreso a la lista del cambio climático y la escasez hídrica, así como los ataques cibernéticos”, explica a EL TIEMPO Daniel Zovatto, investigador sénior del Ceiuc y uno de los editores del informe.
Encabezando la lista está la erosión democrática, una realidad que enfrentan la mitad de los países de América Latina y el Caribe. Latinobarómetro advierte que la mitad de los latinoamericanos tolerarían un gobierno no democrático mientras resuelva sus problemas. Además, los niveles de confianza hacia las instituciones públicas permanecen bajos, en oposición al descontento respecto de la calidad de los servicios públicos.
“El problema central es la presencia de un nuevo tipo de autoritarismo que si bien llega al poder vía elecciones más o menos libres, luego, desde el mando, termina por socavar la democracia. Esta es la nueva manera en que mueren las democracias en nuestra región, no vía golpes de Estado sino de forma gradual y progresiva y desde adentro de la propia democracia. Además, los regímenes autoritarios han venido ganando sofisticación, actuando con altos niveles de impunidad y apoyándose entre ellos”, destaca Zovatto.
Y es que en medio del superciclo electoral que llevará a la mayoría de la región a las urnas hasta el 2024, la crisis de expectativas se hace notoria.
“Las distintas protestas sociales, muchas veces violentas y lideradas por jóvenes, hablan de expectativas frustradas, de esperanzas que se esfuman. Los gobiernos no han sido capaces de adaptarse al cambio social y cultural vivido por América Latina los últimos 20 años. Mientras la ciudadanía opera bajo una lógica de siglo XXI, con la digitalización como acelerador, el Estado y sus instituciones siguen operando bajo la lógica del siglo pasado”, explica el informe.
(Lea aquí: En 2022, A. Latina y el Caribe tiene el desafío de afianzar la recuperación)
“Una tormenta perfecta de una ciudadanía más exigente, una democracia incapaz de seguir el ritmo y una economía que se encamina a una nueva década perdida, luego de un anémico crecimiento en el quinquenio 2014-2019, el remezón de la pandemia y las tímidas proyecciones para los próximos dos años”, puntualiza Zovatto, y considera que de cumplirse las proyecciones, Latinoamérica será la región del mundo con el menor crecimiento (FMI) y arriesga sufrir otra década perdida entre el 2014 y el 2023.
“La inflación será más alta y menos transitoria de lo esperado, lo que se traducirá en tasas de interés más elevadas, depreciaciones cambiarias y posibles deterioros en las calificaciones crediticias soberanas. Esta incertidumbre y el aumento del riesgo político podrían traer como consecuencia negativa una menor llegada de las inversiones (riesgo siete) y, similar al año 2021, una fuerte fuga de capitales”, agrega el analista.
Para Jorge Sahd, director del Ceiuc y otro de los editores del informe, “en América Latina se ha configurado una triple crisis: de gobernabilidad, con las democracias cada vez bajo mayor tensión; de expectativas, con una ciudadanía más exigente e impaciente, sin una economía que acompañe el 2022, y de certezas, con mayores niveles de incertidumbre política, la incógnita de las nuevas variantes de la pandemia y Estados con menor margen fiscal”.
Alerta por el cambio climático
La investigación apunta al cambio climático como el segundo riesgo en la región. El estrés hídrico y los desastres naturales provocan un creciente impacto en la naturaleza y en las poblaciones, lo que se agudiza por la falta de gobernanza y previsión de los Estados.
Para el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático, el aumento del nivel del mar continuará en la región a un promedio de 3,6 milímetros anuales –por sobre el promedio global de 3,3 mm–, lo que impactaría al 27 por ciento de la población que vive en zonas costeras.
“América Latina concentra el 31 por ciento de las reservas hídricas globales. Pese a ello, varios países sufren de estrés hídrico: a 2019 Chile y México han consumido, más del 60 por ciento de sus reservas de agua, mientras Perú y Venezuela consumieron más del 40 por ciento de sus reservas. A ello debemos sumar los incendios en el Amazonas y una progresiva deforestación, desastres naturales, huracanes, inundaciones en algunas regiones y sequías. No actuar con urgencia y con eficacia en relación con este tema puede impactar negativamente no solo en términos de la calidad de vida de los habitantes, sino también en lo económico”, resalta Zovatto.
(En otras noticias: Estos son los países más corruptos del mundo; Latinoamérica sigue estancada)
Existe otro tercer gran riesgo para la región en 2022: las protestas sociales y la violencia. “A pesar de los riesgos de contagio masivo (por el covid-19), las protestas contra los gobiernos se han reactivado, muchas de ellas produciendo violentos enfrentamientos con las fuerzas de seguridad y con saldo trágico para los participantes”, agrega el estudio.
“En 2020, con la llegada de la pandemia, la mayoría de las protestas fueron enviadas a cuarentena. Ello generó la falsa sensación de que el malestar social era cosa del pasado. Pero en 2021, en varios países, entre ellos Paraguay, Perú y especialmente Colombia, estas resurgieron con especial virulencia”, dice Zovatto.
Ante este desafiante panorama que suma, entre otras cosas, la crisis migratoria, los ciberdelitos, las economías ilícitas y la inversión extranjera en caída, el informe del Ceiuc resalta que América Latina pasa por una crisis de certezas debido a factores externos e internos que aumentan el riesgo político.
La incógnita sobre el impacto de las nuevas variantes de la pandemia, los desequilibrios macroeconómicos liderados por la inflación y el escaso margen fiscal de Estados más endeudados introducirán nuevas dificultades.
“América Latina enfrentará otro año complejo. Los niveles de incertidumbre, volatilidad, riesgo político y polarización se mantendrán altos. Por su parte, el populismo, el sentimiento antiélite y el nativismo xenofóbico seguirán presentes y la combinación de todo ello hará la gobernanza crecientemente compleja”, sentenció Zovatto.
STEPHANY ECHAVARRÍA NIÑO
SUBEDITORA INTERNACIONAL
EL TIEMPO
Más noticias